Mi opinión acerca de las encuestas que señalan que 7 de cada 10 personas que habitan en Costa Rica valoran como “buena” o “muy buena” la gestión del presidente Chaves Robles, es que ella resulta más de la euforia con que los ciudadanos costarricenses celebraron la derrota de Figueres Olsen en la elección presidencial de inicios de este año que de la consideración de su desempeño. Se recordará que en la primera ronda electoral Figueres Jr. ganó a Chaves Robles por más de 200.000 votos y que ello precipitó la ola que sepultó al Jr. en la segunda vuelta. A la mayor parte de los costarricenses no les simpatiza Figueres Olsen porque no da la talla polémica, pero a la vez efectiva, de su padre. El triunfo amplio de Figueres en la convención interna mostró que allí el apellido todavía contaba, pero este efecto no puede trasladarse directamente a la ciudadanía. El voto ciudadano le dijo al Jr. “Usted ocúpese de sus negocios personales. Y que le vaya bien”. Suele ocurrir cuando se desciende de una personalidad notable. La simpatía y hasta pasión que despertó el padre no se traslada mecánicamente al hijo. Éste tiene que ganársela. Y puede no conseguirlo. Para efectos de luminosidad presidencial, los originarios líderes Calderón y Figueres no dejaron hijos. Habrá que esperar por nietas, nietos y biznietos.
Ahora, la gestión del presidente Chaves Robles debe juzgarse como la de alguien que está aprendiendo a cumplir su papel, alguien que no conoce excesivamente a la ciudadanía (ella tampoco lo conoce a él) y que no cuenta con mayoría parlamentaria. El último punto demanda trabajo político intenso, acuerdos y cumplimientos. Lo que parece no factible hoy puede ocurrir mañana. Y si el presidente Chaves mantiene el respaldo/simpatía ciudadanos quizás su gestión resulte exitosa y el respaldo convincente. Por ahora las cordialidades que obtiene el mandatario se derivan más de un rechazo electoral (que incluso ha tenido efectos en un PLN remecido por el alejamiento convincente de la expresidenta Laura Chinchilla Miranda) que de la gestión específica de Chaves cuyo equipo de colaboradores ha experimentado tempranos y constantes alejamientos mientras el manejo de relaciones públicas ha mostrado un particularmente inadecuado frente de relaciones con el ejercicio del periodismo complementado con ataques directos al grupo empresarial propietario del periódico La Nación S.A.
El más desafortunado de los últimos fue quizás su ‘preocupación’ hecha pública por la capacidad de pago que tendría ese grupo hacia quienes invirtieron en sus bonos (la Caja Costarricense de Seguro Social es uno de estos inversores) en los años 2024-25. En el campo de inversión financiera sembrar dudas sobre la capacidad de pago de una empresa puede alcanzar el efecto de impedirle pagar porque se desconfía de esa capacidad y la desconfianza asfixia al deudor. Las declaraciones del presidente de la Caja no contribuyeron a desinflar la susceptibilidad. Dijo: “Quiero ser muy claro” (La Nación) “…ha cumplido con tos los pagos de intereses. Lo que nos inquieta es el pago del principal”. Este principal debe pagarse en los años 2024-25. La empresa indicó que ha cumplido con todos los pagos y que respalda su deuda con sus propiedades físicas más importantes. El presidente Chaves insistió, por su parte, en sus dudas: “Sí, tenemos mucha preocupación de uno, la capacidad de pago que tendría ese medio, que parece muy leve. Y segundo, algunas acciones contables y de desviación de activos, o contribución de activos a otros, que debilitan la probabilidad de que el pueblo de Costa Rica, desde nuestro punto de vista, pueda recuperar esos recursos, que son sustanciosos”.
El presidente Chaves dice estar preocupado porque si La Nación S.A. no paga, las dañadas resultan ser las pensiones básicas de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), un fondo especial de pensiones de los trabajadores de la Caja (el Fondo de Retiro de Empleados o FRE) y también al Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP). En términos financieros, sus dudas, pueden contribuir con una incapacidad de pago. Por el momento la empresa ha cumplido todos sus compromisos y afirma haber añadido sus principales bienes físicos como parte de su voluntad de pago, pero el presidente Chaves parece más interesado en que no pague para demostrar que esos empresarios no son de fiar y que los ataques que estima haber recibido de La Nación S.A. durante la campaña presidencial vinieron de esos empresarios desconfiables a quienes no interesan los daños que puede causar al pueblo de Costa Rica. El dinero que podría esfumarse pertenece a las pensiones básicas de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), un fondo especial de pensiones de los trabajadores de la Caja (el Fondo de Retiro de Empleados o FRE) y también al Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP). Ahora, sembrar dudas públicas sobre la capacidad de pago de un compromiso financiero puede perjudicar la capacidad de pago del deudor y el presidente Chaves lo sabe (es economista) y en realidad no debió meterse por el momento en el asunto. Debió dejar que el presidente de la Caja (Álvaro Ramos) resolviera hacer o no hacer pública la situación. Por ahora, lo que el presidente Chaves parece considerar una guerra personal, continúa. No parece bueno ni para él ni para los costarricenses. Lo peor es que si en la pugna gana el presidente, Costa Rica pierde. Y si empata o pierde el presidente, Costa Rica también pierde. La Nación S.A. atacó a su candidatura, pero eso es pasado. Ahora la corresponde a Chaves gobernar excelentemente. Si lo hace y se le reconoce, habrá ganado. Y las dificultades de la candidatura y ejercicio inicial de la presidencia serán anécdota. Toca olvidar sin perdonar.
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