Universidad Omega, Nª 117,
julio, 2021.


  

   Lo que parecía no factible se torna real. Nadie vaticinó que el educado y buen polemista (que implica reconocer adversarios y hasta enemigos) Joe Biden, comenzara, una vez instalado en la presidencia de EUA, a parecerse a Donald Trump. Pero ya se le acerca. La ocasión se le presentó por la represión policial que en Cuba ejerció la Policía Nacional Revolucionaria del régimen cubano con motivo de protestas antigubernamentales en la isla. Los reclamos fueron fundamentalmente urbanos, tuvieron como consignas la situación de precariedad de la población (afectada por la pandemia y una economía bloqueada por EUA y por la soledad del régimen cubano) y también quizás contra el régimen político cubano (no es factible saberlo con propiedad porque la prensa que lo publicita focaliza su ‘información’ en este punto) y, además de la policía mencionada, las manifestaciones fueron resistidas por población favorable al régimen. Se informó (la prensa anticubana) de un muerto en las refriegas consiguientes. En el asalto que Trump orquestó contra el Capitolio se habló de cuatro muertos como resultado de la acción policial estadounidense. Esas muertes, desdichadas para quienes querían a esas personas, suelen producirse en todo el mundo cuando se presentan desafíos masivos. Ahora, porcentualmente existen muchas más víctimas mortales por acciones de los distintos cuerpos policiales en EUA que en Cuba. Seguramente los asesores de Biden no le han informado de estos detalles. Tampoco han de haberle informado que algunos de sus antecesores en el cargo, de apellido Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan, encomendaron al distinguido ciudadano estadounidense Henry Kissinger (n. 1923) un Plan Cóndor que consistía en apresar, torturar y asesinar a ciudadanos del sur del hemisferio que eran opositores a los regímenes de Seguridad Nacional. Aquí los perseguidos, torturados, muertos y desaparecidos no son ni uno ni cuatro. La cifra es de 50.000 asesinados, 30.000 desaparecidos, y 400.000 encarcelados. Los principales autores de esta barbarie son la CIA y personalidades estadounidenses. Uno de los regímenes bárbaros hasta asesinó de un bombazo a una ciudadana estadounidense en ¡Washington! Quizás el flamante presidente Biden quiera reabrir una investigación sobre el asunto. Nadie va a revivir con ella, pero quizás Biden entienda algo al menos acerca de donde se ubican los malvados represores, asesinos y torturadores.

   Pero existe una manera más expedita y menos peligrosa de ingresar a este estudio. En territorio cubano, pero bajo total administración estadounidense, existe el presidio de Guantánamo, una de las cárceles ‘secretas’ que EUA posee en el mundo. Entonces sí era cierto. En Cuba se violan siniestramente derechos humanos. Pero ello se hace en Guantánamo y los violadores son funcionarios, civiles y militares estadounidenses. Cuba ha exigido muchas veces que se le devuelva su territorio. Pero el régimen estadounidense no lo acepta. Requiere de presidios secretos. Requiere de torturas. No puede sobrevivir sin ellas. Una vez que Biden haya determinado la clausura de todas sus cárceles secretas, y el juicio y castigo de quienes las dirigieron, quizás adquiera la estatura moral y política para hablar de otros (mirados con relinchos por todo el mundo) que buscan controlar (con violencia para nada excepcional) exigencias muchas veces justas, pero respecto a las cuales el régimen político puede hacer poco, e insuficiente, en el corto plazo. Para hablar de ‘normalidad’ en Cuba hay que levantarle el embargo. Y de aquí en adelante habrá que brindarle apoyo para que su régimen político exprese la voluntad republicana de satisfacer las necesidades de todos y cuyo régimen social se empeñe en que la libertad de cada uno apoye la libertad de cada otro y de todos.

   Si Biden está con esto último, estará empezando a entender su rol de estadista. Si no, será otro dirigente político que dice una cosa y hace exactamente lo contrario de lo que serviría para aproximarse a lo que dice desear. Al menos Trump en la soledad con su espejo sabía qué estaba mirando.
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