Los recientes sucesos cubanos (protestas públicas, principalmente en La Habana, algún cartel pidiendo “libertad”) y su contención y represión por fuerzas policiales, y por parte también de sectores de la población que apoyan al régimen y que están organizados para actuar en ese sentido, ha reforzado la actual penuria legislativa tica y la escasa información política que manejan los costarricenses ante la realidad conflictiva de las relaciones cubano-estadounidenses (y, más ampliamente, ante toda realidad política). La conflictividad cubano-estadounidense es antigua, está en José Martí (1853-1895), se inscribe en la voluntad gringa por dominar por completo el Caribe, antes propiedad de España, y fue enfatizada por el régimen inaugurado por Fidel Castro (quizás la segunda figura más popular en la isla, tras el inevitable Martí. Obviamente, Castro se declaró siempre ‘martiano’). El último punto nos habla de cubanía, que es el sentimiento colectivo que sostiene al régimen, no necesariamente su socialismo. Cuba es una isla y ello fortalece la identidad martiana hacia adentro de los cubanos, ya sea que residan en la isla o se hayan instalado fuera de ella, especialmente tras el triunfo del asalto al poder que encabezaron en 1959 Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara. Y, tras ellos, una gran mayoría popular, rural y urbana.
La Nación S.A. aprovecha la desinformación ‘normal’ de los costarricenses acerca de la realidad cubana en su portada del miércoles 28 de julio (2021). “Villalta, único que no repudia represión contra cubanos”. Villalta (José María), como se sabe, es el diputado “comunista”. Solo un ‘comunista’, un tipo de desubicado o desaforado esférico para los ticos, puede protagonizar esa salvajada. Villalta, en realidad un estudioso honesto, meditó su voto contra Cuba. Además de las razones esgrimidas (alegó que sus pares en la asamblea carecen de información sobre la realidad de Cuba), recordó que la Asamblea General de Naciones ha condenado 29 veces a Estados Unidos por su ‘embargo’ contra Cuba, incautación que esa asamblea estima puede calificarse de Terror de Estado. Y señaló asimismo Villalta que cuando se han producido recientemente represiones similares (no idénticas), en Chile y Colombia, los diputados costarricenses han preferido mirar para otro lado y no decir ni pío.
Volviendo a Cuba, ya dijimos que su economía (y todo el país con ella) sufre un embargo impuesto por EUA. Tras el triunfo de la revolución (1959), el proceso revolucionario estatizó las propiedades de las empresas estadounidenses en Cuba. Los bienes incautados (cerca de 9.000 empresas) pueden haber tenido un valor cercano a los 2000 millones de dólares. Como respuesta a lo que el Gobierno cubano consideró incautación legítima el gobierno estadounidense decidió unilateralmente un castigo contra la economía cubana. Así, Cuba no puede importar ni exportar bienes abiertamente, sino que ha de disimular sus compras y ventas para evitar sanciones estadounidenses a las empresas involucradas en los intercambios. El asunto dificulta y encarece el comercio cubano y EUA lo considera legítimo “embargo”. Cuba, lo llama “bloqueo”. Mientras existió el mercado socialista se podía aminorar la presión de este castigo. Al desaparecer ese mercado, la vulnerabilidad económica cubana se torna insostenible. El asunto no puede resolverse porque tiene que ser votado por el Congreso de EUA y la migración cubana adinerada en ese país ha alcanzado el peso suficiente como para contribuir a derrotar a un candidato presidencial demócrata. Estas familias cubanas, y su dinero, se inscriben mayoritariamente en el Partido Republicano. El de Trump. Un líder apropiado.
Obviamente el asunto exige diálogo y acuerdos. La OEA debería estimularlos, con y sin Cuba. Pero su Asamblea General es mayoritariamente latinoamericana, en su alcance de lambiscona. Los gobiernos que desean mostrarse internacionalmente soberanos y al servicio de los intereses de sus pueblos son, cuando existen, escasos. Flaqueamos en dotarnos de identidad digna. Por eso no se nos respeta en parte alguna. Nos vendemos barato y cuando queremos mostrar carácter se nos nalguea o receta Dictaduras de Seguridad Nacional. El Gobierno cubano y su pueblo han mostrado durante más de medio siglo que a la dignidad no se renuncia. Para EUA esto es un escollo imprevisto e insoportable, pero para la mayoría de nuestros gobernantes y sectores acomodados se trata de un descaro que debe terminar porque nos pone al descubierto. Si un pueblo latinoamericano y sus gobernantes pueden mostrarse dignos por más de medio siglo, esto debe terminar. Nos comportamos serviles, pero queremos se nos valore tigres recios o, al menos, independientes cisnes.
Los desafíos cubanos existen y su población los sufre, pero su resolución no pasa por ser Miami. Transita, inicialmente, como ilustra la historia, por la desburocratización de su partido único, que ahora debe ser controlado por la ciudanía organizada, y por la creación de un poder político en el que dominan la justicia y la sensibilidad ciudadana republicana. No creo ningún cubano desee hoy ser un prostíbulo para yanquis y europeos. Cuando se alcanzó dignidad humana se resiste uno a perderla.
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Conversación
Ismael, Friedrich (Costa Rica). - Lo echamos de menos. Deseamos no haya tenido quebrantos de salud. ¿Existe oposición en Cuba?
HG. - Legalmente no. Ahora, pretender que los cubanos se queden callados sería un desatino y a la vez un fracaso. Con la pandemia en curso casi todo el mundo literalmente experimenta padecimientos y sufre y a los propios y específicos de la sociedad cubana se añaden los nuevos que presionan desde hace un año. Ahora, Estados Unidos sostiene una abierta y también encubierta presión sobre Cuba, presión que comprende agentes secretos y eventualmente sabotajes de todo tipo. El asunto nada tiene que ver con democracia o dictadura, sino con el reinado en las Américas, y en especial en el Caribe, de la ‘luz en la colina’, es decir la perfecta democracia estadounidense. Por supuesto, está lejos de ser perfecta, como lo muestran movimientos como Black Lives Matter y, en general, la politicidad rústica, de los ciudadanos estadounidenses. Trump supo liderar esta tosquedad. Para sus ‘méritos’ obtuvo demasiados votos en la última elección. Y el patán considera puede retornar. A este EUA totalitario y un mucho idiota lo molesta cualquier Cuba que no se abra enteramente de piernas. Es neurótico. Por ello mantiene una política de agresión sistemática contra Cuba y ella incluye una campaña de propaganda que enfatiza las debilidades cubanas y levanta la esplendidez (a la que llama democrática) de EUA, líder del “Mundo Libre”. Esta presión aumenta el malestar interno de sectores cubanos, especialmente jóvenes urbanos. No son los únicos, pero ellos son especiales. Se entiende: están en juego sus vidas, sus sueños, sus esperanzas. No creo nadie pueda culparlos. Lo que tendría que hacer el régimen cubano es darse fuerzas e iniciativas para recuperarlos. Esos jóvenes cubanos no encontrarán en el mundo capitalista respuesta para sus legítimas perspectivas. Un número de ellos, individualmente, tal vez sí. Pero la mayoría no. El mundo capitalista no ofrece nada a los jóvenes cubanos. Y ellos tampoco encuentran en Cuba realizaciones para sus expectativas. No es desafío sencillo. Y por supuesto no lo resolverá un régimen de Partido Único. Solo puede entrarle a su resolución una ciudadanía (jóvenes y adultos) que rencuentran su martismo cultural como tarea de hoy y de horizonte. Tienen que asumir que son “distintos”. Creadores. Y que los ‘otros’, en especial los latinoamericanos, los necesitamos. El rescoldo de la Cuba revolucionaria lo portan ellos. Ojalá lo entendieran. No es fácil.