Seminario Teoría política marxista II 2019

SOCIALISMO Y POLÍTICA

1.-  ‘Socialismo’ es un nombre genérico que contemporáneamente suele utilizarse para determinar regímenes políticos y organizaciones partidarias que se distancian de los liberalismos a los que se atribuye remarcar la centralidad del individuo frente a la sociedad y la ‘naturalidad’ del mercado capitalista (determinado por la propiedad privada de medios de producción) como instrumento de producción y distribución de riqueza. Los distintos socialismos privilegian en cambio el papel fundante de la sociedad en la existencia humana y la capacidad del Estado como instrumento de programación y control económico usados para promover el desarrollo y evitar tensiones y conflictos sociales. El marxismo resulta socialista solo en cuanto propone una transformación revolucionaria de la sociedad capitalista hacia una primera etapa social en la que cada trabajador recibe según su trabajo y rematada por una etapa comunista en la que cada trabajador recibe de acuerdo a sus necesidades. En la primera etapa el Estado expropia propiedad privada de medios de producción y planifica y administra la producción y el consumo y en la segunda fase (‘comunista’) coordina la actividad económica que es cada vez más responsabilidad de los productores. En ambos momentos o fases procesuales el poder político se va transfiriendo a estos productores directos ya que la meta es la administración colectiva de la sociedad (y su orden/desorden) lo que podría ser descrito como que la libertad de cada uno se apoya y promueve la libertad de todos. Por sus nombres, las etapas de despliegue del socialismo marxista serían el capitalismo de Estado, el socialismo (de cada quien y a cada quien según su capacidad) y el comunismo (a cada quien según su necesidad). En cuanto coordinador de la actividad económica el Estado como maquinaria de poder se extingue. El régimen político que conduce las distintas fases del proceso es una dictadura del proletariado entendido como democracia de los trabajadores o democracia de los ciudadanos).

2.- En el siglo XX se produjo la primera revolución socialista inspirada en el marxismo. Pudo haberse dado en México (1910) y habría tenido una sobredeterminación agraria pero las condiciones mexicanas evolucionaron en otro sentido y dieron a México el carácter de un capitalismo de la periferia. Algunos estudiosos ubican el final de esta revolución en 1917 (proclamación de la Constitución mexicana; Zapata, el principal dirigente campesino fue asesinado en 1919). La primera revolución socialista-marxista se dio entonces en Rusia (1917) bajo la dirección de la fracción bolchevique (mayoría) del POSDR dirigido por Lenin (1870-1924). Su otro gran dirigente, Leon Trotsky (1879-1940), pertenecía al sector menchevique del mismo partido. J. Stalin (1878-1973) también formaba parte de la Dirección revolucionaria bolchevique. En esta revolución actúa por vez primera el partido revolucionario de vanguardia al que toca dirigir al movimiento obrero revolucionario.

2.1- Las revoluciones políticas aspiran a asaltar violentamente los poderes sociales con la finalidad de cambiar su carácter. Esta violencia puede o no incluir guerras. Desde los poderes de una autocracia de nobles aliados con empresarios capitalistas extranjeros y locales, por ejemplo, a los de de una democracia de trabajadores, campesinos y soldados (sóviets, un tipo de poder desde la base social hasta el Sóviet Supremo). Al cambiar su carácter cambia asimismo la finalidad del poder político.

2.2.- La segunda gran revolución inspirada en el marxismo fue la de China (1927-1949) que tuvo como máximo dirigente a Mao Tse Tung (o Zedong) (1893-1972) del PCCH. Mao creó políticamente un Ejército Popular de Liberación con fuerte presencia campesina. Esta lucha puede inscribirse tanto en el despliegue del socialismo marxista como en las guerras anticoloniales que marcan el siglo XX. En este caso las potencias coloniales fueron, de distinta manera Japón y EUA. El socialismo marxista sostuvo asimismo las guerras anticoloniales en Indochina (Vietminh contra Francia [1946-1954]) y Vietnam contra EUA y sus aliados [1955-1975]).

3.- Los procesos revolucionarios socialistas-marxistas no han  seguido los pasos comunes a los procesos revolucionarios inspirados en otras visiones, especialmente las burguesas. Las revoluciones burguesas que acompañan el nacimiento de la época moderna y contemporánea (Inglaterra, 1642-1689; EUA (1775-1783), Francia, 1789-1799) tienen la siguiente forma: a) transformaciones en la economía, las clases sociales y la sensibilidad cultural (Ilustración); b) presión político-cultural contra el Antiguo Régimen y asalto a su poder: c) las nuevas ideas y la nueva economía facilitan la generación de la nueva sociedad. Los procesos ruso y chino se dan en sociedades económicamente atrasadas y nacionalmente dependientes o casi inexistentesy su momento axial es el asalto al poder (momento b); así la última etapa no es preparada por su gestación económica en la etapa a. La situación de Cuba en América Latina es también peculiar: producido el éxito del asalto al poder (1959) los antiguos grupos dominantes abandonan el territorio cubano. La construcción de una nueva Cuba se hace desde la saga heroica de la guerra y sin oposición interna significativa hasta al menos la mitad de la década de los 90. Una situación distinta se da tanto en Chile (tránsito institucional al socialismo donde la población que simpatiza con el socialismo marxista es minoritaria) como en América Central. Aquí el peso geopolítico estadounidense hace fracasar el intento sandinista inicial e impide un nuevo triunfo insurreccional en El Salvador. En las situaciones centroamericanas influye, además de la geopolítica estadounidense que resulta decisiva, la religiosidad dominante (cristiana y católica, principalmente) y la ausencia de solidaridad hemisférica (excepto Cuba) tornan no factibles la consolidación de éxitos político-militares (Nicaragua) o el triunfo insurreccional (El Salvador). Aun cuando Cuba careció del momento ‘a’ de los procesos revolucionarios resultaron decisivos para su sobrevivencia una total ausencia de oposición interna y el apoyo geopolítico  posterior de la entonces existente URSS.
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