1.- Uno de los capítulos más extendidos de “La maldición…” es el 10° “Sobre la reconstitución del pensamiento crítico” que encabeza la Tercera Parte del volumen llamada “El pensamiento crítico hoy”. El giro pensamiento crítico alude al trabajo de Marx y también a algunas de las interpretaciones que su pensamiento recibió principalmente en el siglo XX. La propuesta de Marx es valorada por Hinkelammert como “clásica”, pero el término solo indica que se la debe reapropiar “de nuevo desde la actualidad” (p. 272). La primera reapropiación, propuesta por Hinkelammert, versa sobre la teoría del valor-trabajo. Esta teoría fue iniciada por Adam Smith (1723-1790) quien señaló que el trabajo humano era factor invariable y medida exacta para cuantificar el valor de una mercancía. Los precios de esa mercancía podían variar de acuerdo a su oferta-demanda en el mercado, pero su valor seguía siendo el trabajo humano empleado para producirla. Como en su momento esta teoría pareció insuficiente, Smith la complementó con una teoría de los costos de producción (la mercancía alcanzaría su valor por el trabajo que contenía y el capital empleado en producirla). Su precio siempre resultaría función del comportamiento de los mercados. David Ricardo (1772-1823) sostuvo que el trabajo no constituye un valor invariable y que la única norma que sirve para medir el intercambio de bienes (en ausencia de los mercados, excepto el del trabajo humano) es la cantidad de distintas clases de trabajo que se requieren para producirlos. Esta medida se abre a un ‘trabajo abstracto’, económico, socialmente calculado, distinto al trabajo particular (existencial, es decir el realizado por el trabajador), también socialmente determinado.
1.1- El pensamiento de Ricardo puede ser interpretado apuntando a que el valor de las mercancías (producción para el mercado: capitalismo) es función de una lucha de clases. El dominio del tiempo de trabajo abstracto que permite calcular el valor de toda mercancía (y el tiempo de trabajo obrero es una de ellas) deviene salario pero éste solo repone la fuerza utilizada durante una fracción de la jornada de trabajo, no cubre el tiempo más amplio y complejo de existencia del trabajador y de su familia. El tiempo de trabajo contratado puede ser de 14 horas u 8 horas o más, pero el salario se repone en 4 u 6 horas (en el capítulo X, La jornada de trabajo, del primer tomo de El capital, Marx refiere que “A las 2, a las 3, a las 4 de la mañana se arranca de las sucias camas a niños de 9 a 10 años y se los obliga a trabajar por su mera subsistencia hasta las 10, las 11 o las 12 de la noche”), en el resto de la jornada produce plusvalor o plusvalía. La fuerza de trabajo humano tornado abstracto es lo único que puede generar plusvalor. De este plusvalor se siguen las ganancias de los actores económicos. Para Marx el trabajo humano no produce ‘valor’ por su naturaleza, sino que éste es función del tipo de organización social en el cual es empleado. El valor de las mercancías en las sociedades capitalistas resulta de una medición del trabajo abstracto contenido en su producción durante un tiempo mínimo socialmente necesario. Si un empresario utiliza más tiempo, se arruinará (tendencialmente). También lo hará si paga salarios por encima de lo determinado por el mercado salarial (tiempo de trabajo). El tiempo de trabajo deviene así en el mundo capitalista trabajo social abstracto determinado por los mercados y no por las necesidades vitales de los trabajadores. El avance tecnológico también resulta indispensable para hacer crecer la tasa de plusvalía. Sin embargo, el obrero resulta instrumento directo de valorización del capital. Para el empresario que contrata fuerza de trabajo reducir el tiempo en el que el trabajador reproduce el valor equivalente a su salario (plusvalía relativa) resulta decisivo para su competitividad. La plusvalía absoluta se sigue de generar el plusvalor mediante una extensión de la jornada de trabajo (superexplotación que puede ponerse en práctica en el capitalismo de las periferias).
1.2.- Para Hinkelammert la teoría del valor-trabajo “no es una teoría de las cantidades de trabajo, sino una teoría del tiempo de trabajo (…) que parte del desdoblamiento del tiempo que es expresado como desdoblamiento de trabajo concreto y trabajado abstracto. La economía política burguesa de hoy ha reducido todo el tiempo a trabajo abstracto. El tiempo de la vida es para ella tiempo perdido” (p. 272, it´licas no están en el original). Parece que todo el tiempo ha devenido tiempo económico, o sea determinado por la acumulación de capital. Pero Hinkelammert no se mueve en esta dirección. Escribe “Esta economía política burguesa presente obliga de (a) partir del tiempo de la vida concreto que no se puede reducir al tiempo de trabajo. Entonces se hace visible el tiempo de trabajo del trabajo abstracto como parte del tiempo concreto de vida, transformado”. El tiempo de trabajo pagado aparece como lo que es: ‘tiempo de vida’, “lo que hace surgir un conflicto entre tiempo de trabajo abstracto (determinado por el sistema economía y por la totalidad burguesa) y tiempo de vida (p. 272, paréntesis no están en el original). “No se trata de ser y tiempo ni de tiempo y ser, sino de tiempo abstracto (determinado por la economía) y tiempo de vida (esfumado también por la economía como referente axial)” (paréntesis no están en el original). “Para eso Marx desarrolla los elementos decisivos. Pero hay que desarrollarlos desde nuestro presente porque su sentido solo se hace comprensible desde allí”. En el final de su libro (Cap. 12: Un marco de investigación resultante), Hinkelammert vuelve sobre la cuestión: “Este es el punto de partida de una crítica de la economía política hoy: la integración de la vida humana en estos circuitos naturales de la vida, sin la cual la misma vida es imposible” p. 338, itálicas no están en el original). Inscribe el tema en una espiritualidad de la liberación (que apartaría a la ley de su maldición) determinada por los valores de uso portadores “…de un metabolismo entre el ser humano y la naturaleza externa al ser humano (itálicas no están en el original), que es parte de un circuito natural de la vida humana, que es parte de un circuito natural de toda la vida, y éste es otra vez parte de un circuito natural de toda la vida en el universo. Pero el punto de partida es la vida humana. Sin disponer de valores de uso la vida humana es imposible”. La última parte del argumento parece contener una confusión: entre el circuito natural de toda la vida en el universo y la existencia sociohistórica de la especie humana no existe un vínculo necesario. Los seres humanos no pueden existir sin vida en el Universo, pero este último no requiere para nada la existencia humana. La última es casual, contingente, aunque los seres humanos puedan estimarla necesaria. El capitalismo actual se puede valorar eterno. Pero alguna vez no existió. El Universo tiene entre unos 13 778 y 13 820 millones de años y la especie humana (homínido bípedo: Homo habilis) entre 5 y 7 millones de años. No existe correspondencia inmediata entre ellos. No componen series paralelas, pero el Universo no requiere a la especie. Cualquiera sea el despliegue de la especie, en cambio, requiere al Universo. La especie o parte de ella o alguna de sus sociedades pueden actuar estimando que el Universo requiere a la especie humana, pero se trata de una ilusión. La especie humana requiere a la Naturaleza tal como la experimenta para darse historia (s) y sentido (s), pero éstas resultan indiferentes para el Cosmos. El punto es que solo puede interesarnos la historia por nosotros mismos y los humanos tiempos próximos.
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