F-0039 Seminario Hinkelammert
INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA LATINOAMERICANA DE LA LIBERACIÓN
1.- ‘Teología latinoamericana de la liberación’ es el nombre propio de un movimiento complejo generado en el seno de creyentes cristianos del subcontinente entre las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado. Su inicio puede datarse con la aparición del trabajo de Rubem Alves (1933-2014) “Religión: opio o instrumento de liberación” (1970). Esta ‘teología’, en realidad una manera de posicionarse en política, no se limitó a cristianos ya que aspiró a un ecumenismo religioso de nuevo tipo, no condicionado a su base cristiana sino abierta a religiosidades de otros grupos culturales y a tipos de fe no religiosas. La Teología latinoamericana de la liberación (TLL), lo hayan tenido claro o no sus protagonistas o cultores, tiene como eje y horizonte una transformación de la espiritualidad (ethos) dominante. El alcance más básico de ‘espiritualidad’ remite a una disposición humana radical hacia sí mismo, hacia los otros y el mundo, un ethos que contiene seguridades y esperanzas y potencia para trazar rutas, o sea determinaciones que se ha de recorrer para acercarse a lo deseado. Espiritual es el sentido de una opción por los pobres, el lema más repetido de la TLL.
1.1.- No todos quienes se interesaron en TLL estuvieron de acuerdo con el lema “Opción por los pobres”. La jerarquía católica la amplió a una “opción preferencial por los pobres y los jóvenes” lo que la hacía perder radicalidad y explosividad. Jon Sobrino, en su presentación a Mysterium Liberationis (1991) la transforma, citando a G. Gutiérrez, en “¿Cómo decir a los pobres de este mundo que Dios los quiere?”. Esto se los cuenta todos los domingos el cura a los fieles de su iglesia. Obviamente por ahí no iban los tiros. La mejor interpretación del lema era, si se leía a Alves, “Opción radical por los empobrecidos”.
2.- La TLL tuvo en su fase inicial dos eventos interpeladores: el Concilio Vaticano II (1959-1965) y el proceso revolucionario cubano (1959). Uno significó el primer esfuerzo significativo de la Iglesia Católica por dejarse interpelar por el mundo moderno/contemporáneo. El segundo apuntaba a la disyuntiva o contribuir a la miseria que “clama al cielo” (Medellín, 1968) o revolución. Esta última no era marxista, sino popular o de los pobres. También implicaba lucha armada.
2.1.- Conviene aquí especificar una distinción. Optar por los pobres no es conceptual ni políticamente idéntico a optar por los empobrecidos. El individuo pobre es siempre un referente situacional. Una presencia. Veo, por ejemplo, pobres en la calle, en los suburbios semirurales, etcétera. Pasan por mi casa, solicitan ayuda o quieren realizar alguna faena a cambio de un pago o de comida. Pero no son enteramente como yo los veo, porque no advierto en ellos el ser signo de procesos que empobrecen, señal de un sistema que produce empobrecidos. Solo veo un individuo pobre o necesitado, no su historia social. Para verlo en realidad debo asumirlo como pobre situacional, producido por el sistema. Empobrecido que podría no serlo si cambio el sistema que lo produce. Ubicarse en este posicionamiento facilita valorar que, para un determinado sistema, ‘empobrecidos’ podemos ser todos, porque el sistema social genera todo tipo de empobrecidos: produce, por ejemplo, a los empobrecidos “sin voz” y a los empobrecidos que desean ser “voz de quienes no tienen voz”. Se puede aspirar al Premio Nobel protagonizándose como ‘voz’ de quienes carecen de ella. Pero los enmudecidos, aun sin decir palabra, hablan. No existen personas que carezcan de habla, sino que la sociedad genera oídos que no escuchan o escuchan mal.
2.2.- Tocamos así un malentendido generado en parte por una Teología latinoamericana de liberación: querer ser la voz de quienes no tienen voz. Tal vez esa voz también sea producida por el sistema que produce a gentes “sin voz”. Y avanzamos también en la comprensión de algo que no es un error sino señalamiento de una corrección (y por ello emanación de una autoridad): la anulación de una opción radical por los empobrecidos y su reemplazo por una opción preferencial por los pobres. La última ya sabemos fórmula vaticana, o sea universalista, es decir falsa. Se opta preferentemente por los pobres (no por lo empobrecidos), pero también es legítimo optar por los opulentos. Esto porque la opulencia no produce empobrecidos. Y añadimos asimismo a los jóvenes, “porque son el mañana”, la continuidad de la historia y de la iglesia. Para el Vaticano optar por los opulentos implica optar por los poderosos. Y optar por los jóvenes implica optar por un futuro con Vaticano y opulentos (con o sin misericordia). Son avances de por qué el Vaticano, tarde o temprano, tenía que prohibir la TLL Lo hace en 1984, bajo el reinado de Juan Pablo II y el Cardenal Ratzinger. La TLL tenía inspiración marxista. Vade retro (¡apártate!) Satanás.
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