ALTHUSSER EL A-HUMANISMO O ANTI-HUMANISMO DE MARX (I)
1.- Nos resulta útil utilizar dos ingresos en relación con la propuesta de Althusser (1918-1990). Uno de ellos lo examínanos sumariamente en el inicio del seminario. Es la Tesis 6 sobre Feuerbach: “Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales”. El núcleo del comentario de Althusser sobre el significado de esta propuesta es: “Sólo se puede conocer algo acerca de los hombres a condición de reducir a cenizas el mito filosófico ('teórico') de el hombre”. Inicialmente, su comentario se lee: “el hombre” hace parte de un discurso ideológico, las “relaciones sociales” (insertas en una totalidad) se posicionan en cambio en un discurso teórico-científico: el de una concepción materialista de la historia (modos de producción) y de sus formaciones sociales. Nuestro segundo ingreso resulta elemental: el término “humanismo” contiene alcances muy variados. Inicialmente (siglo XVI) remitía en Europa a los estudios humanísticos universitarios (muy ligados a la investigación de los clásicos griegos y grecorromanos), pero también comenzó a señalar, con el Renacimiento (ss. XV y XVI) y Reforma (s. XVI) una distancia con el teocentrismo medieval al que se opone un antropocentrismo (desde su capacidad intelectual el individuo humano puede darse un lugar propio en el mundo sin recurrir a Dios ni a las religiones) hasta el uso más difuso de hoy día en que el término designa un interés multiforme por los valores humanos y éstos pueden inscribirse en teísmos, deísmos, laicismos o secularismos en cuanto “humanismo” devino un eulogismo, o sea el término porta una carga semántica que lo asocia con elogiable o digno, meritorio. Criticar los molestos ruidos que producen los vecinos, por ejemplo, permite a quien hace el rezongo calificarse de “humanista” (qué aquí quiere decir 'apropiadamente civilizado' hostilizado por bárbaros). ‘Humanismo’ se relaciona así con individualismo, racionalismo, antropocentrismo, alta cultura y civilidad, secularidad y secularismo). Esta segunda aproximación complementaria nos pone de lleno en la consideración de los “humanismos” como enunciaciones ideológicas, es decir existenciarias y necesarias por prácticas e inevitables, pero también sin valor de conocimiento efectivo. Esto, en el posicionamiento althusseriano.
2.- De lo anterior se sigue la necesidad de introducir el concepto de ‘ideología’ en la propuesta de Althusser. La noción de ‘ideología’ en el pensamiento de Marx/Engels ha sido comúnmente asociada con la idea de conciencia falsa en la que ‘falsa’ se vincula no con la verdad de la gnoseología, sino con su incapacidad para alcanzar finalidades políticas propias. El punto se liga con las condiciones de existencia de todo individuo o grupo. Los seres humanos median sus condiciones de existencia al pasarlas por su sensibilidad (a la vez personal y social), o sea por sus sentidos y espíritu o ‘mente’ ya sea que se les considere o se consideren sujetos ‘agentes’ o sujetos ‘portadores’ (pasivos). Todos los actores sociales de una formación social son inducidos a sentir-discernir-imaginar desde una sensibilidad de clase dominante y sus discursos (morales, estéticos, religiosos, políticos, de sentido común, etcétera) de modo que toda ideología, articulando sus dos alcances, conciencia falsa e ideología dominante proporciona a sus sujetos (dominantes o dominados, agentes o portadores) identificaciones sociales inerciales desde las cuales, o mediante las cuales, se vinculan con su mundo. Por medio de ellas, los individuos y grupos socio-política y culturalmente dominantes se experimentan legítimos dominadores y los individuos y sectores dominados experimentan ‘normal’ e incluso apropiada su sujeción. Consideremos América Latina: el arrogante evangelizador estima introducir al Cielo y a la salvación a quien evangeliza. Cumple con un mandato divino y por ello se experimenta a sí mismo salvo y, en el mismo movimiento, salvando almas. Por ello resulta no factible discutir con un obispo católico e disentir del cura de aldea. En los conflictos agudos suele pensarse en la Conferencia Episcopal para que medie entre las partes. Las identidades-identificaciones de los miembros de esta Conferencia están por encima de la sociedad que las produce (de hecho los jerarcas católicos (diocesanos, obispos) reciben su identificación directamente de Dios. Por ello el mundo se comporta o de acuerdo con Dios (mundo bueno) o con el Demonio (mundo malo). Por definición los servidores de Dios se reconocen en el primero de estos mundos. De aquí su satisfacción y arrogancia. De aquí asimismo que latifundistas y empresarios requieran de su bendición para confirmar su condición/naturaleza de opulentos y destinados a la salvación. En el otro frente, los vulnerables, producidos por el sistema como tales, aceptan la muerte de sus pequeños hijos azotados por enfermedades hoy curables con un resignado “Dios lo ha querido así” o “Es la voluntad de Dios”. Todas las identificaciones sociales inerciales, sin embargo, están abiertas a experiencias radicales de contraste. Estas experiencias de contraste pueden llevar a intentar generar identidades efectivas, o sea de sujetos socio-históricos. Para Althusser estas identidades también resultarían afectadas por las mediaciones ideológicas. Esto porque su valor sería práctico existencial, no teórico/científico.
3.- Que en principio y para Althusser ninguna producción social de conciencia (excepto la del artista y la del teórico marxista o la del científico físico-matemático, por ejemplo) escape de la mediación ideológica se sigue de una distinción (en la que sigue a Engels) en la sociedad (una totalidad) de tres instancias inevitables que coexisten y se penetran mutuamente: la economía, la política y la ideología. “. En toda sociedad se observa,, en consecuencia, bajo formas a veces muy paradójicas, la existencia de una actividad económica de base, de una organización política y de formas “ideológicas” (religión, moral, filosofía, etc.). Por lo tanto, la ideología forma parte orgánicamente, como tal, de toda totalidad social. “…podemos decir que la ideología como sistema de representaciones se distingue de la ciencia en que la función práctico-social (existencial) es más importante que la función teórica (o de conocimiento)”. Los seres humanos pueden habitar sociedades sin conocerlas, adaptándose mejor o peor a ellas. Las ideologías permiten a los seres humanos instalarse como sujetos (agentes o pasivos) en lo que les parece su mundo. Ahora, para el marxismo, “Los “sujetos” de la historia son las sociedades humanas dadas”. El hombre y el movimiento obrero pueden sentirse sujetos prácticos, pero no lo son- La totalidad social les hace sentirse tales por medio de ideologías como el humanismo o la referencia a un proceso revolucionario.