F-0039 Sem. Hinkelammert

UN FUNDAMENTO PARA EL PENSAMIENTO CRÍTICO

1.- Hinkelammert estima que el paradigma que Marx utiliza para criticar la religión es también el modelo del  humanismo (de la praxis o de todo humanismo). Opina que asimismo es la pauta o guía del pensamiento crítico (pág. 184). Añade en este punto de su texto una reflexión que puede parecer curiosa: “Eso es la crítica de la religión del joven Marx. El hecho de que con ello la religión de ninguna manera ha muerto, es un hecho completamente secundario”. Nos referiremos a esta alusión en un numeral final.

2.- Combinando dos citas del pensamiento inicial de Marx (su tesis doctoral y la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, Hinkelammert propone dos sentencias que constituirían un resumen del pensamiento crítico: “i. El pensamiento crítico <hace su propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra>, que no reconocen que <el ser humano es el ser supremo para el ser humano>”.ii. El pensamiento crítico hace <su propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra>, en cuyo nombre <el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable> o tratado como tal” (pág. 183). Se trataría de un criterio de discernimiento respeto a la religión, criterio de discernimiento que se apoya en y prolonga la propuesta de Feuerbach (1808-1872): ‘el ser humano hace la religión, la religión no hace al ser humano’. Constatamos que esa propuesta contiene ya un humanismo ‘del hombre’ (con su doble apertura abstracta al individuo o a La Humanidad). Por el contrario, cualquiera de los ‘humanismos’ de Marx (Manuscritos económico-filosóficos de 1844 u otro posterior) no se apoya en el hombre ni en la humanidad sino a) en una crítica de la economía política que lleva a Marx a identificar un referente económico-político-cultural (la clase obrera, el movimiento obrero) que, en cuanto productores de la riqueza en la sociedad burguesa, le interpela y al que él desea interpelar. El obrero no es el hombre ni la humanidad. Es un cierto tipo de ser humano y también de sector social ‘condenado’ por determinadas relaciones sociales de producción a ser “humillado, sojuzgado, abandonado” y despreciable. Este individuo-sector se inscribe en una totalidad a la que él no puede conferirle su carácter de productor directo: la sociedad capitalista y el modo capitalista de producción. Es este individuo y este sector social el que debe asumir la necesidad de pensar-se y asumirse en la totalidad: su carácter, su función, su rebajamiento. A ellos corresponde la tarea socio-histórica propuesta por Marx para la crítica: “… la crítica ha deshojado las flores imaginarias de la cadena, no para que el hombre arrastre la cadena que no consuela más, que no está embellecida por la fantasía, sino para que arroje de sí esa esclavitud y recoja la flor viviente. La crítica de la religión desengaña al hombre, el cual piensa, obra, compone su ser real como hombre despojado de ilusiones, que ha abierto los ojos de la mente; que se mueve en torno de sí mismo y así en torno de su sol real. La religión es meramente el sol ilusorio que gira alrededor del hombre hasta que éste no gire en torno de sí mismo”. La tarea del movimiento obrero en la historia, “… por lo tanto, es establecer la verdad del acá, después que haya sido disipada la verdad del allá. Ante todo, el deber de la filosofía, que está al servicio de la historia, es el de desenmascarar la aniquilación de la persona humana en su aspecto profano, luego de haber sido desenmascarada la forma sagrada de la negación de la persona humana. La crítica del cielo se cambia así en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política” (Marx: En torno a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel). Pueden darse coincidencias entre la crítica de la religión (que incluso la filosofía y la sociología pueden hacer) y la crítica de la totalidad social desde una perspectiva específica: la del movimiento obrero, en el caso de Marx y Engels. Pero la última es diferente porque la primera anuncia un mundo aparentemente sin opios, pero la segunda intenta deshacer todas las neblinas que no se limitan a los aparatos clericales sino que comprenden el funcionamiento económico local e internacional, las formas de dominación de sexo género, las emancipaciones étnicas, la crítica del régimen democrático burgués, el imperialismo, etcétera. Aquí encontramos, con sus desviaciones y errores factibles el fundamento del pensamiento crítico de inspiración marxista.  Engels lo condensó en una de sus cartas: “Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos, en primer lugar con arreglo a premisas y condiciones muy concretas. Entre ellas, son las económicas las que deciden en última instancia. Pero también desempeñan su papel, aunque no sea decisivo, las condiciones políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres” (Carta a J. Bloch, 21 de septiembre de 1890). El mismo Engels finaliza su “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana“ con un concepto imagen lapidario que no remite al ‘hombre’: “El movimiento obrero de Alemania es el heredero de la filosofía clásica alemana”.  
 
3.- Hinkelammert propone que aunque la crítica de la religión constituye el paradigma del pensamiento crítico, que ella no haya afectado la existencia efectiva de la religión resulta “un hecho completamente secundario”. Un pensamiento crítico que no hace mella en lo que critica no parece ser crítico, al menos no en el sentido marxista de ‘superar lo que se critica’. El punto entonces sí importa porque implica que el ‘pensamiento crítico’ a que se refiere Hinkelammert podría no cambiar del todo el statu quo. La cuestión sin embargo puede explicarse así. La crítica de la religión la realizan en Alemania, porque de Alemania en 1844 se trata, intelectuales que escriben desde sí mismos y para sus pares. Su discurso ilustrado flota por encima de los creyentes o les disgusta pero no los transforma porque no les significa una experiencia de contraste radical. Pueden continuar hasta hoy su experiencia de creyentes religiosos sin problemas, adaptándose a los tiempos que corren. En este sentido esta crítica no constituye pensamiento crítico. Marx y Engels hablan al movimiento obrero y desde el lugar epistémico-político-cultural de esos obreros. Con su discurso desean que en ellos se aliente una experiencia radical de contraste. Se trata de pensamiento crítico. Que los obreros fracasen en su esfuerzo o no hagan el esfuerzo del todo no resulta idéntico a que los fieles religiosos vivan y mueran tranquilos porque desean/esperan salvarse.
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