Seminario Antropología de Marx
EL HUMANISMO DE LA PRAXIS
1.- Franz Hinkelammert estima factible hablar de un humanismo de la praxis que existiría en el marxismo original, específicamente en Marx. Se seguiría de su crítica de la religión, que es una crítica socio-histórica de los dioses terrestres. En este sentido, que aquí resulta positivo, es profano (no sagrado, enteramente secular) y se trata de una crítica de los fetiches o de una crítica de la religión de los dioses terrestres en cuanto ellos no facilitan alcanzar una estatura humana desde todos los lugares sociales. Estos ‘dioses terrestres’ cuya voluntad han de cumplir universalmente los seres humanos resultan de efectos no-intencionales de la propia acción humana intencional que se imponen a ella con el velo de lo sagrado, para el caso de la religión. Una primera aproximación al punto se daría en un texto temprano de Marx (“Introducción para la crítica de la filosofía del derecho de Hegel", 1844). Podemos recoger de esos textos varios fragmentos: a) “Para Alemania, en resumen, la crítica de la religión está terminada y la crítica de la religión es la premisa de toda crítica”; b) “El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace la religión, y no ya, la religión hace al hombre. Y verdaderamente la religión es la conciencia y el sentimiento que de sí posee el hombre, el cual aún no alcanzó el dominio de sí mismo o ya ha vuelto a perderse. Pero el hombre no es algo abstracto, un ser alejado del mundo. Quien dice: "el hombre", dice el mundo de los hombres: el Estado, la sociedad. Este Estado, esta sociedad produce la religión, una conciencia del mundo invertida, porque ellos son un mundo invertido. La religión es la interpretación (“teoría”) general de este mundo, su resumen enciclopédico, su lógica en forma popular, su point d'honneur espiritualista (‘falso’ sentimiento que impulsa a superarse porque se tiene esperanza), su exaltación, su sanción moral, su solemne complemento, su consuelo y justificación universal. Es la realización fantástica de la esencia humana, porque la esencia humana carece de verdadera realidad. La guerra contra la religión es, entonces, indirectamente, la lucha contra aquel mundo, que tiene en la religión su aroma espiritual”; c) “La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el sollozo de la criatura oprimida, el estado ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo” (no todas las itálicas están en el original: el paréntesis no figura en el original).
2.- En los segmentos anteriores estaría avisado un humanismo de la praxis. Se entenderá aquí ‘praxis’ como acción humana con autoconstitución de sujeto en condiciones que los seres humanos nunca controlan enteramente. Así, la praxis se materializa en procesos (despliegues) referidos a horizontes de sentido a la vez factibles y probables, ciertos y a la vez intuidos desde determinaciones específicas. La praxis puede contener referentes científicos y no-científicos. Inmediatez y medios-fines articulados de manera aproximada o incluso azarosos, sorpresivos. Para Hinkelammert, “…si se parte del humanismo de la praxis, esa praxis ahora se transforma en el criterio de discernimiento de las religiones. De esta manera, el criterio de la crítica de las religiones no es religioso. Ninguna religión puede ser la medida para juzgar sobre las religiones. En vez de eso el criterio es el significado que tiene una religión determinada sobra la praxis humana. La pregunta es entonces, ¿Se puede vivir humanamente con esta religión, o imposibilita esta religión vivir humanamente?” (“La religión neoliberal del mercado y los derechos humanos”, pág. 63). Lo que está en cuestión, obviamente, son todas las instituciones sociales no solo las iglesias y sus doctrinas. ¿Pueden todos y cada uno vivir humanamente con estas instituciones y las lógicas que las determinan o no pueden? ¿Potencian praxis las sociedades actuales y, en ellas, las latinoamericanas? ¿Da respuesta a estas preguntas un humanismo de la praxis?
3.- La crítica de las religiones desde un humanismo de la praxis ha sido descrita con algún detalle por F. J. Hinkelammert en su libro “La maldición que pesa sobre la ley…”. Lo vincula, como se ha dicho, con la crítica sociohistórica de las instituciones religiosas. Respecto de ellas señala dos puntos clave: “El pensamiento crítico hace <su propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra> que no reconocen que <el ser humano es el ser supremo para el ser humano>”, planteamiento que puede ligarse con la sentencia antigua “el hombre es la medida de todas las cosas” (Protágoras), que podría entenderse o como la humanidad (“el hombre”) o cada individuo humano (el hombre). Ambas determinaciones son abstractas, es decir sin contenido histórico-social preciso. El segundo punto es “El pensamiento crítico hace <su propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra> en cuyo nombre <el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable> o tratado como tal” (pág. 183). La idea es que la acción humana se decanta en instituciones cuyas lógicas, insertas en una totalidad, directa o indirectamente (alcances o efectos no deseados) rebajan la experiencia humana impidiendo su actuar práxico o tornando esta praxis algo en propio solo de una experiencia radical de contraste cuyo referente es enteramente socio-histórico. Ésta parece ser la posición de Marx. Pero no contiene un humanismo de la praxis, sino, en el mejor de los casos, un horizonte humano al que se podría marchar sin poder asegurar nunca que se va hacia él.
3.1.- Hinkelammert cierra su análisis con una observación que parece confirmar el análisis anterior: “Marx dice algo que para nuestras ideas sobre Marx es completamente extraño: Dios se hizo ser humano. No lo dice en un sentido religioso, pero sí en un sentido antropológico. También dice lo que hace un ser humano cuando llega a ser el ser supremo –si se quiere un Dios—para el ser humano (…) El ser humano ahora echa por tierra todas las relaciones en las cuales <el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable>” (p. 183). Posee un referente ético, evangélico: “El sábado ha sido hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado” (Marcos, 2,27). Pero esto no ha existido nunca en sociedad humana alguna. Quizás porque nunca se ha dado una revolución humanista.
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