F-7144 Seminario Marxismo y teoría política

 SOBRE LA TEORÍA POLÍTICA MARXISTA

1.- En su trabajo “Los dos marxismos”, Alvin Gouldner (1920-1980) señala que “Marx pensó que el surgimiento del socialismo  depende de la previa maduración de ciertas condiciones <objetivas>, especialmente las estructuras de un capitalismo avanzado, y también pensó que el capitalismo crea estas condiciones por la acción de sus propias leyes ciegas, impersonales y necesarias. Así considerado, el capitalismo es una etapa de la evolución social destinado a dar origen a otra sociedad superior: el socialismo” (pág.44).

1.1.- Aislado como está en esa cita, el texto de Gouldner contiene varias imprecisiones que pueden transformarse en estereotipos respecto de una comprensión conceptual del marxismo como ‘teoría política’.

2.- Una primera cuestión es que el párrafo de Gouldner inscribe la sensibilidad de Marx en una Filosofía de la Historia. Existiría un curso necesario de las civilizaciones (evolución social) que se decantaría en el siglo XIX como capitalismo que contendría en su seno otro paso ‘superior’, el socialismo. El ‘sentido’ del paso siguiente (socialismo) estaría dado por su paso antecedente. En El capital, Marx escribe que la organización capitalista de la existencia “… solo desarrolla la técnica y la combinación del proceso social al mismo tiempo que agota las dos fuentes de las cuales brota toda riqueza: la tierra y el trabajador” (T. I, Cap. XV, Maquinaria y gran industria). De modo que la historia de cierta Europa en el siglo XIX, que hoy se expresa como mundialización, puede conducir al colapso de la especie, y no al socialismo, vía un combinación del agotamiento del planeta para sostener la vida compleja en él y la ceguera del trabajo (una producción) que no se asume como praxis (acción humana con autoconstitución de sujeto humano). Existen así al menos dos ‘telos’ (sentidos ‘propios’ no necesariamente conscientes) en la dinámica capitalista: un determinado socialismo eventual revolucionario, y una autoaniquilación de la especie. Esta última se seguiría de la tendencia a mundializarse propia de la acumulación de capital. El punto se da un corolario: una alternativa político- cultural al capitalismo resulta obligatoria, excepto que se desee el suicidio.

3.- Una segunda cuestión es que lo debido (leyes), que se articula con lo prohibido (ideológicamente considerado ‘imposible’), del capitalismo no resulta ciego e impersonal. Las sociedades capitalistas generan una visión que Marx considera ‘fetichizada’ (El capital, t. I, Cap. I,  IV, Carácter fetichista de la mercancía y su secreto). Es una manera de sentir, discernir e imaginar asociado con el suicidio mencionado anteriormente. Solo en este sentido resulta ‘ciego’. Permite en cambio “ver” y alabar desarrollo, crecimiento sostenido, paz, régimen democrático de gobierno en el proceso de suicidio, e incluso argumentar que el daño ambiental es un infundio de los chinos (Donald Trump). O, como escribe un ‘liberal’ latinoamericano: “La respuesta económica es el mercado. Los consumidores eligen con sus preferencias los bienes y servicios que desean adquirir. Esta selección hace ricos a unos, destruye a otros y aumenta las diferencias sociales. Es imperfecta, pero mejor que la escogencia arbitraria de “ganadores” y “perdedores” a cargo de funcionarios y burócratas generalmente en busca de coimas o comisiones ilegales” (C. A. Montaner, La Nación, 24/06, 2017. Itálicas no están en el original). El autor estimaba, antes de este artículo, que del capitalismo se seguía progreso para todos (no existían ‘perdedores’ o que la mayoría está ahora “mejor” que en el pasado).  

3.1.- Las sociedades capitalistas no resultan tampoco ‘impersonales’. La estructuración del modo de producción capitalista y la estructura de las sociedades capitalistas se muestra ‘impersonal’ porque las estructuras sistémicas modernas no admiten sujetos agentes (por eso la filosofía moderna habla tanto de ellos) sino portadores de relaciones. Pero existen grupos que se benefician singularmente de tendencias y lógicas sistémicas. Son personificaciones del trabajo muerto (propietarios, rentistas, categorías sociales tecnócratas, artistas, trabajadores intelectuales, etcétera. [En América Latina oligarquías y neo-oligarquías, militares, curas y trabajadores intelectuales]). Personifican directa o indirectamente el trabajo muerto y su triunfo ante el trabajo vivo (que que es uno reconoce su vínculo con la Naturaleza). Estos sectores son negativamente dogmáticos respecto de experiencias de contraste. Así el mundo deviene configurado de poblaciones e individuos que experimentan sistémicamente experiencias de contraste y sectores que las bloquean declarándolas ilusorias. La teoría política marxista aparece ligada con experiencias de contraste. Este tipo de experiencia, en el marxismo original, está ligada al movimiento obrero. Él resulta, en cuanto proceso, el lugar epistémico-político-cultural de la nueva sociedad y del nuevo ser humano exigido por el despliegue capitalista. Se ha de distinguir, sin embargo, entre clase obrera y movimiento obrero.
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