1.- Los ‘papeles de Panamá’ fueron determinados por el presidente de Estados Unidos Barak Obama como un indicador del gran problema global de evasión de impuestos. Aceptó que en muchos casos esta evasión es “legal”, pero añadió que en esta legalidad es donde radica el problema. Obama se centró en la evasión fiscal y le restó significación a otros frentes del desafío: lavado de dinero y financiamiento del ‘terrorismo’. Pero insistió en que los evasores “se aprovechaban del sistema”. Al parecer éste potencia delitos y también maquilla como ‘legales’ (no necesariamente lícitos) acciones que benefician a unos y lesionan los intereses de otros y con ello al conjunto de la sociedad.
2.- Las opiniones de Obama se inscriben en un campo temático reseñado en el inicio del siglo XVIII (1705) por un escrito anónimo y que después fue creciendo como argumentación hasta que finalmente tuvo autoría (Bernard Mandeville, 1670-1733). El escrito se llamó primero “La colmena refunfuñona, o los bribones se ponen honrados” y después alcanzó el título por el que se le conoce “La fábula de las abejas: o, vicios privados, beneficios públicos”. Un autor reconocido, Friedrich Hayek (1899-1992), estimó que la fábula es precursora del pensamiento liberal y, en su momento, Rousseau la comentó en su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1754).
3.- La fábula que traduce vicios privados (determinados por el egoísmo) como beneficios públicos básicamente ha sido entendida como un alegato acerca de que las relaciones de una sociedad humana, en especial las económicas, no resultan de la planificación ni tampoco se siguen de consideraciones morales (o éticas) sino que materializan espontáneamente la persecución individual del beneficio propio. El momento ‘vicioso’ del orden de las abejas (todo intercambio en el que los individuos obtienen beneficios propios) sería expresión ‘natural’ y ‘virtuosa’ de un proceso que terminaría beneficiando a todos. Podría llamársele, por ejemplo, mercado (uno en el que actuaría una mano invisible) y respecto del cual no conviene tomar acción alguna basada, por ejemplo, en el razonamiento o en consideraciones no egoístas o sentimientos morales. La potencia del egoísmo, su propiedad, se sigue de ser ‘natural’. En la fábula de Mandeville, un grupo de abejas hipócritas logra que una divinidad elimine las corruptelas de la colmena y el resultado es la miseria.
En texto de Mandeville: “Así pues, cada parte estaba llena de vicios, pero todo el conjunto era un Paraíso; adulados en la paz, temidos en la guerra, eran estimados por los extranjeros y disipaban en su vida y riqueza el equilibrio de los demás panales. Tales eran las bendiciones de aquel Estado: sus pecados colaboraban para hacerle grande; y la virtud, que en la política había aprendido mil astucias, por la feliz influencia de ésta hizo migas con el vicio; y desde entonces aun el peor de la multitud, algo hacía por el bien común”.
4.- Sin embargo, en el período en que Mandeville escribe la fábula, 1705 (y su posterior argumentación), el texto estaba directamente centrado en un tema político-religioso. ¿Determinaba Dios enteramente el carácter de la naturaleza humana o ella había sido dotada para que el ser humano se comportara desde sí mismo y en relación con sus desafíos? Mandeville nació en los Países Bajos y vivió principalmente en Inglaterra. En ese momento y en el mundo calvinista, presbiteriano y anglicano, se debatía fieramente respecto de la distinta antropología contenida en la pregunta anterior, ahora expresada así: ¿Eran los seres humanos libres y por ello podían cuidar de sí y ser virtuosos (buscar con sus acciones la mayor felicidad para el mayor número)? ¿O estaban rígidamente pre-determinados por Dios, algunos para la virtud y la salvación y otros para el pecado y la condena? ¿Estaba el ser humano por entero determinado por Dios o poseía los caracteres para ser libre? Señalaba la Confesión de Westminster (1647): “Por el decreto de Dios, para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y otros preordenados a muerte eterna”. Pero sus críticos sostenían que las verdades de la religión cristiana podían ser objeto de investigación racional. Las obligaciones hacia Dios no las determinaba directamente la Biblia, sino el estudio humano de ella.
5.- Por último, salta asimismo a la vista que Mandeville imagina una sociedad ya estructurada (la colmena) e ignora las condiciones de producción de esa colmena. De esta manera vicios y virtudes aparecen como constantes metafísicas y no como función de determinaciones variables (procesuales) en las cuales se constituyen valores. Siguiendo su argumento hoy podría decirse que es mejor que existan el terrorismo y el terror de Estado, o las migraciones no deseadas y la destrucción de la Naturaleza, porque estimulan mercados y producen empleos. En este sentido, los papeles de Panamá resultarían una exigencia virtuosa destructiva e hipócrita que provoca distorsiones en un sistema derivado propio de la naturaleza humana y, con ello, empobrecimiento y destrucción.
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