1.- Se acostumbra designar como Revolución Científica al período gestado en Europa en los siglos XVI y XVII (finales del Renacimiento) en que se decanta una renovada forma de producir conocimientos y dar razón de ellos y que se asocia especialmente con la figura (o evento) de Nicolás Copérnico (1473-1543) quien expuso una versión heliocéntrica del sistema solar. Esta concepción había sido ya planteada en el siglo III a.C. por Aristarco de Samos (m. 230 a.C.), pero no tuvo la recepción cultural que la habría enfrentado con la visión geocéntrica (planeta-Tierra quieto) planteada por Aristóteles (384-322 a. C) y Ptolomeo (100-170). Las propuestas de Copérnico fueron avaladas y extendidas por personalidades como G. Galileo (1564-1642), T. Brahe (1571-1630) y J. Kepler (1571-1630) y contribuyeron al planteamiento de la teoría de la gravitación universal de Isaac Newton (1643-1732).
2.- La ‘revolución copernicana’ cuyos caracteres fueron: heliocentrismo, utilización de las matemáticas para describir cielo y tierra integrados, unidad del cosmos, economía y elegancia de la explicación, determinación elíptica del movimiento de los planetas y no circular, la ciencia como medio para elevar el espíritu (de aquí su método: observación, matematización e inserción de su lectura en un orden perfecto dispuesto por un Arquitecto) surgía sin embargo de una extendida experiencia cultural. La última observación nos indica que quienes la protagonizaban, Kepler, por ejemplo, mantenían factores religiosos del mundo medieval que los antecedía. Escribe Kepler en carta a Hans G. Herwart en 1598: “Ya que los astrónomos somos sacerdotes del más alto Dios con respecto al libro de la Naturaleza, es necesario que nosotros no pensemos en elogios a nuestras capacidades, sino ante todo en la gloria divina Dios. . . . Suficiente para mí es el honor de custodiar, con mi descubrimiento, la puerta del templo de Dios, en el que Copérnico sirve ante el altar mayor”. Un mundo humano nuevo, en este caso el Occidental, no rompe culturalmente de un tajo con sus antecedentes. El ya mencionado Kepler, por ejemplo, revive a Platón y a su desconfianza, o rechazo, del mundo de la experiencia sensorial (doxa=conjetura o adivinanza; doxa=fe o creencia). Para Platón el conocimiento se sigue de un ejercicio exclusivo de la razón o espíritu racional (Teeteto, o de la ciencia).
3.- Tampoco el nuevo ethos cultural surge exclusivamente desde sí mismo. El mundo árabe había trasladado sus avances en matemáticas al mundo medieval europeo y estas matemáticas y sus despliegues fueron aprovechados por los cientistas emergentes para leer (interpretar) el mundo natural sin requerir más hipótesis que su juicio de que ese mundo fue escrito en lenguaje matemático y que lo importante era avanzar instrumentos de esta ciencia formal para decir lo que ocurría en la Naturaleza, no lo que ésta era. Existe aquí un desplazamiento del conocimiento metafísico por una comprensión operativa que puede o no utilizarse inmediatamente para acciones prácticas. El mundo natural aparece así como un campo de operaciones (primero mentales, luego político-culturales) susceptible de ser leído, descrito y anticipado con rigor. El imaginario matemático también opta por lo extraño que funciona en lugar de seguir el sentido común. Es el caso de los números irracionales y de los números imaginarios.
4.- Precisamente un autor que abre la etapa del pensamiento filosófico moderno, René Descartes (1596-1650), vincula álgebra con geometría de modo que las figuras pueden ser representadas mediante funciones y ecuaciones (números). Crea así la geometría analítica que permite asociar posicionamientos con ecuaciones. O sea, ciertos figuras encuentran expresión matemática. Suele llamarse hoy a esta geometría ‘cartesiana’ para diferenciarla de sus desarrollos posteriores: geometría diferencial (Leonhard Euler [1707-1783]), topología (August Möebius [1790-1868]).
5.- La figura más emblemática de la Revolución científica es Isaac Newton (1643-1727) de quien se ha dicho fue el genio más afortunado que puede existir “… dado que solo se puede encontrar una vez el sistema que rige el mundo” (J. L. Lagrange). Newton es determinado como físico, filósofo, teólogo, inventor, alquimista y matemático. Propuso la ley de gravitación universal (cuya idea original parece pertenecer a Robert Hooke [1635-1703) y coincidió con otro filósofo, Leibniz (1646-1716) en la creación del cálculo integral y diferencial. Como se advierte, Newton sospechó de la mera mecánica y se interesó asimismo en la tecnología (cañón orbital, telescopios) y las técnicas (puertas para animales).
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