1.- Uno de los factores que contribuye a la decantación procesual de la sociedad moderna y de la cosmovisión liberal es la destrucción del monopolio católico de la cristiandad europea. Se trata del proceso de Reforma protestante (s. XVI) cuyas personalidades iniciales más notables fueron Martín Lutero (1483-1546) y Juan Calvino (1509-1564). Se debe principalmente a la lectura de Max Weber (1864-1920), en su trabajo, La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo (1904-1905) la fuerza del argumento que liga una consideración del trabajo como maldición divina universal y la predestinación y la salvación por la fe (que Dios concede) con una religiosidad que permite estimar el emprendimiento económico y la ganancia como señales tanto de voluntad divina como de salvación. Se obtiene ganancias porque el trabajo de los predestinados pone a salvo, por el deseo de Dios, de la maldición que supone el trabajo. Así, quienes tienen riquezas con sus trabajos o negocios pueden configurar un grupo (o una nación) que ofrece señas aquí en la tierra del favor divino. Una ética protestante, que se movía a favor de las monarquías absolutas y en contra de poderes feudales que obstruían el comercio, podía transformarse tanto en una individual búsqueda afanosa de ganancias como en la promoción sectorial de una racional planificación económica (que transforma el ahorro en inversión). Esto es, podía derivar en una ética capitalista. El Estado nacional que promoviera y protegiera la propiedad y sus beneficios resultaba así factor indirecto de salvación. El punto contribuyó a estimar a una sociedad económicamente maximizadora como trama de salvación. Y a las alternativas económicas a ella, anteriores o imaginadas, como ‘condenadas’ o no factibles. La salvación ya no se derivaba exclusivamente del poder sacerdotal (catolicismo), sino también de la sociedad civil (en cuanto supone el Estado). Para este imaginario la propiedad capitalista y sus instituciones pueden devenir “sagradas”.

    2.- La lectura anterior de ‘la palabra de Dios’ facilitará, ya en el siglo XX, la aparición en sociedades capitalistas del centro y la periferia de un tipo de ‘iglesias’ carismáticas o neopentecostales que ligan directamente la racionalidad económica del emprendedor (ahorro, capital, ganancia) con la salvación (véase, por ejemplo http://www.iglesiadelcentro.org/flyers/Principios-para-el-exito.pdf). La iglesia puede resultar aquí directamente un negocio del que se benefician sus pastores, vía las donaciones que se supone financian sus tareas evangelizadoras y “milagros”, y los feligreses cuya eventual prosperidad individual (salud, dinero), por invertir en el deseo de Dios, es seña de salvación. Por supuesto existe una gran distancia entre el movimiento de Reforma protestante y su ethos, sentido y leído como factor de las sociedades capitalistas-liberales modernas con su libertad de conciencia religiosa, y las ‘iglesias-negocio’ privado con clientelas de masa (todos pueden salvarse) cuyo “éxito” se sigue primariamente de la inseguridad (precariedad, provisoriedad) personal y de sus experiencias de contraste. El evangelio de la prosperidad actual combina, sin intentar coherencia, elementos católicos (salvarse mediante acciones tuteladas) con ‘protestantes’ (descenso del Espíritu Santo, gracia divina, empoderamiento individual).

   3.- El planteamiento calvinista permite identificar sumariamente las distancias del cristianismo protestante con el cristianismo católico. La propuesta de Calvino se deriva de sus principios básicos: a) total depravación del ser humano (por su pecado) que lo lleva a no poder salvarse a sí mismo; b) la elección incondicional de Dios; c) una redención limitada (predestinación); d) el llamamiento selectivo, y e) la perseverancia (santa) de quien se salvará. Esta perseverancia proviene del apoyo de Dios, no de la persona. Para el catolicismo la salvación es potencialmente universal si toda la población entra a la Iglesia católica y se comporta debidamente (fe y obras). Dios no puede condenar a un católico fiel.

   4.- De las 95 tesis de Lutero (Wittenberg, 1517) se extrae ya un núcleo del pensamiento protestante: ninguna institución humana ha de considerarse absoluta: el justo (individuo), por la fe, vivirá (Pablo, Corintios). Todos los individuos son sacerdotes. No se logra la salvación dando dineros a la iglesia y el tesoro de ésta consiste en el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios. Se debe alentar a los cristianos para que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno. Ten fe y haz lo que quieras, excepto contra la autoridad política. Criterios estos que permiten insertarse en la economía e ideas de un mundo nace y, además, protagonizar sus cambios. Nacen, sin estar planificadas, las iglesias nacionales. Y en relación política con ellas (en el caso de Lutero) sectores populares en los que reside el Demonio. Preferible un príncipe que actúa mal que un pueblo que actúa bien.
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F-0010 Antecedentes... de la concepción liberal del mundo.