El discurso y la práctica mercantilista no eran ya feudales ni tampoco plenamente modernos o liberales. Ponían de manifiesto transformaciones en la circulación mercantil y sus alcances para el campo de la producción económica. Suscitaron en Europa, sin embargo, experiencias de contraste que entraron en la historia de las sensibilidades y propuestas como literatura utópica. El año 1516 fue editado un texto “Libro de oro, tan útil como festivo, sobre la mejor organización del Estado y sobre la nueva isla Utopía”, del inglés Tomás Moro (1473-1535). ‘Utopía’ puede significar “buen lugar” (eutopía) o “no lugar” (outopía), esto último en el sentido de lugar que no existe en parte alguna. Tomás Campanella (1568-1639), italiano y dominico, escribió, el año 1602 “La ciudad del sol”.

   Moro y Campanella coinciden en rechazar los usos en curso de la propiedad privada que favorece a pocos y lesiona a muchos. Moro advierte que los deseos e intereses de los ricos, propietarios y poderosos, devienen leyes. Campanella estima que toda propiedad ha de ser comunitaria, pero que su administración ha de quedar en manos de sabios y sacerdotes. Mientras la isla de Moro se organiza políticamente mediante un régimen democrático, el reino de Campanella resulta más autoritario ya que un hombre sabio, aunque electo, gobierna de manera vitalicia. En ambos autores aparece la imagen de una existencia social centrada en la comunidad, la ausencia de explotación y de violencia guerrera. Se existe humanamente para un trabajo que permite satisfacer las necesidades de todos y para el disfrute en el conocimiento, las artes (técnicas) y la amistad creadora.

   Campanella pasó 27 años de su existencia en la cárcel, acusado inquisitorialmente de conspirar (sus ideas lo acercaban al naturalismo y al deísmo), y Moro, católico, fue decapitado por negarse a aceptar la autoridad espiritual del rey (Enrique VIII). Ambos autores expresan, cada uno a su manera, una sensibilidad post-reforma protestante (s. XVI, desde 1517 en adelante), reforma que desempeñará un papel significativo en la erosión de una sensibilidad determinada por deberes y obligaciones y por propiciar en cambio una de derechos subjetivos en las sociedades liberales posteriores.

     En 1626 apareció asimismo “La nueva Atlántida”, un trabajo de Francis Bacon (1561-1626) que pone de manifiesto otra sensibilidad de contraste que ya no refería centralmente a una distinta organización social (aunque remitía a ella también) sino a la necesidad de reconocer y superar los estereotipos heredados (a los que llama “ídolos”) y fomentar la búsqueda de conocimientos mediante una observación controlada de las experiencias (método inductivo, experimentos) y la propuesta de generalizaciones cautelosas (hipótesis de trabajo). No se trataba solo de avanzar en el conocimiento del mundo, sino también de alcanzar las destrezas y generar herramientas para aplicar este conocimiento (tecnologías) en la existencia cotidiana y lograr así comunidades (gobernadas por sabios: Bacon llama a su institución la Casa de Salomón) orientadas a una existencia sin violencias, sin discriminaciones y generosas.

   La crítica de los “ídolos” de Bacon se presentan en su trabajo “Novum organon” y expresan la parte destructiva de un falso conocimiento orientado a la discusión nominal y que no busca un conocimiento empírico aplicable a la comprensión, y con ello al dominio, de lo que ocurre en el mundo. Estos ídolos se expresan como prejuicios derivados de la tradición cultural (ídolos de la tribu), personales (determinados por la educación y contextos sociales: ídolos de la caverna) e ídolos del foro o plaza pública (determinados por el lenguaje) y constituyen una primera aproximación sistemática, desde el empirismo, a una crítica de la sensibilidad cotidiana: no percibimos (vemos/interpretamos) el mundo como es, sino como hemos sido producidos para verlo/interpretarlo. Aunque no es la intención de Bacon, su posicionamiento crítico se abre inevitablemente tanto al reconocimiento del encuentro con desiguales culturales como a la posibilidad de construir una razón humana práctica universal.

   En otro plano, a finales del siglo XVI se consolidará en Inglaterra la leyenda de un Robin Hood (que existía desde el siglo XIV) que presenta románticamente el imaginario de la lucha social y política de los oprimidos (dirigidos por un noble) contra los señores y el rey, luchas campesinas y de clérigos pobres que hacen también parte de este complejo mundo que nace.
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F-0010 Antecedentes... de la concepción liberal del mundo.