1.- Se indicó anteriormente que la concepción liberal del mundo puede ser vista como la más optimista que ha generado Occidente. Un individuo racional (sujeto) que produce las condiciones de su felicidad y la va encontrando en un proceso en la que constituye instituciones: Mercado, Estado, ciencias, régimen democrático de gobierno, tecnologías, una cultura masiva y de todos centrada en la constante y libre, aunque comercial, expresividad de las facultades humanas (G. Lipovetsky). Si comparamos estas determinaciones con la concepción cristiano-católica del mundo (otra weltanschauung que incide en Costa Rica), se pueden apreciar significativas distancias: el ser humano, para la concepción liberal, resulta de su autoproducción. Para el cristianismo-católico es una creatura y criatura de Dios. Él la ha dotado de una naturaleza que resulta vinculante. La dependencia le viene al ser humano tanto de su carácter (creatura, criatura) como de una ley moral (natural) derivada de la voluntad divina. No seguir esta normativa de comportamiento es pecado. El pecado confirma la separación entre la criatura humana y su Creador. De esta desvinculación solo pueden seguirse males: divorcio, guerras, esclavitudes, vacío espiritual, etcétera. En fin, se vive en parte   en un “valle de lágrimas” como una “cruz que se debe cargar”. El poder sobre el ser humano Dios lo ha transferido a su Iglesia; de aquí que la existencia moral de los individuos, y su integración personal, quede supeditada a ella. No seguir sus preceptivas abre las puertas del Infierno, o sea de una eterna condena.

   1.1.- Sobre el Infierno existe hoy día cierta confusión: Juan Pablo II (1920-2005) parece haberlo suprimido como lugar y lo redujo a un sufrimiento del alma alejada de Dios (“El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría” [Audiencia, 28/07/1999]). Pero Benedicto XVI, al parecer también, lo retornó a su status de sitio de eterno castigo o total destrucción para quienes odian a Dios (los pecadores odian a Dios): “Cuando no se conoce el juicio de Dios, cuando no se conoce la posibilidad del infierno, del fracaso radical y definitivo de la vida, no se conoce la posibilidad y la necesidad de la purificación. Entonces el hombre no trabaja bien para la tierra” (https://www.aciprensa.com/noticias/lo-que-verdaderamente-dijo-el-papa-sobre-el-infierno/.). La encíclica en que Benedicto XVI toca el punto es Spe salvi. Tomada por sí misma, para la concepción liberal del mundo no existe infierno. Los seres humanos cometen delitos, no pecados. Por sus delitos, reciben sanciones legales que pueden llegar hasta la pena de muerte. La diferencia se sigue del peso que en la cosmovisión liberal posee un Estado distanciado e independiente de las iglesias y credos religiosos. Para la visión liberal, el Estado funciona como dios para sus ciudadanos. Y, a la vez, este Estado, sanciona (en el sentido de ratificar y reproducir) al Mercado. Se trata de divinidades institucionales que poseen su propia trascendencia inmanente en la socio-historia. No resultan incompatibles con el Cielo católico. De hecho un católico, Michel Camdessus, ex Director-Gerente del FMI, reclamó en su momento (1992) un inevitable matrimonio entre el Mercado y el Reino de Dios. Camdessus apreciaba al Mercado como una maquinaria de solidaridades. Reconocimiento del otro y solidaridad con él se podían practicar, pero sin estorbar al Mercado.

   2.- En América Latina las principales cosmovisiones vigentes son la cristiana-católica y la liberal (esta última o en versiones tradicionales, propietaristas, o renovadas y neo-liberales). Ya vimos que ellas no calzan exactamente una con otra. Existen distancias y ellas generan tensiones. En su práctica, las personas no necesariamente resienten estas tensiones. Una familia determinada, por ejemplo, puede darse una lógica interna autoritaria (adultocentrada y de inspiración cristiano-católica) y, a la vez, individualista (liberal) sin resentir o advertir eventuales conflictos.
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F-0010 Antecedentes... de la concepción liberal del mundo