Medellín, julio
2014
Medellín 7 y 8 de julio
1.- Les agradezco la presencia en estos espacios de trabajo convocados por Desde Abajo. Ellos han puesto el campo temático. Tal vez convenga darle a este campo una respuesta inicial rápida y tajante. ¿Resulta factible en Colombia y América Latina una alternativa a los actuales regímenes democráticos de gobierno? Una alternativa democrática, desde luego. Hay que aclarar algunos puntos antes de dar la respuesta. No hablo de ‘la’ democracia’ como hace la prensa dominante, y también sus políticos, sino de regímenes sociohistóricos de gobierno democrático. Son cosas muy distintas. Colombia tiene un régimen democrático de gobierno que los ha llevado a tener que elegir como presidente entre un candidato de derecha, Juan Manuel Santos, y un candidato todavía más de derecha, Oscar Iván Zuluaga, que representaba al uribismo. Aunque Uribe es desde todo punto de vista un impresentable, Zuluaga logró una votación significativa: 45% de los votos finales. Y logró superar a Santos en la primera vuelta. En la ronda final la abstención llegó a un 60%. El punto clave de la derrota y del triunfo lo dieron los posicionamientos de los candidatos respecto de las FARC. Todos estos elementos, uribismo, abstención, sistema electoral, FARC, etcétera, son factores del régimen democrático de gobierno colombiano. No constituyen “la” democracia, ni son extrapolables al régimen democrático chileno o costarricense o venezolano. En la segunda ronda, sectores de izquierda votaron por Santos. Era el menos siniestro.
Entonces una primera cosa es que ustedes ciudadanos colombianos tienen un régimen democrático de gobierno, no “la democracia”. ‘La’ democracia es un concepto-valor, propio de discursos de autor o corrientes de pensamiento. Lo que se vive, en cambio, son regímenes democráticos de gobierno, lo que supone ciertas instituciones y sus lógicas, y estos regímenes expresan o condensan procesos de democratización.
Un segundo aspecto de la cuestión que propone la gente de Desde Abajo tiene que ver con la noción de “alternativa”. ¿Resulta factible una alternativa al actual régimen democrático de gobierno en Colombia? ‘Alternativa’ tiene una versión suave. Si usted le hubiese preguntado en Medellín a alguien a quien el fútbol no le apasionase quién prefería ganara en el juego entre Brasil y Colombia (Mundial de Fútbol de Brasil, 2014), tal vez esa persona hubiera contestado: “El equipo que juegue mejor”. Es decir, podía ir con los dos. Es como si en una fiesta les preguntaran: “¿Qué vas a beber? ¿Ginebra o whisky?” Y ustedes contestan, “de los dos”. Pero en el caso del fútbol ustedes podrían haber preguntado: “¿A cuál equipo le vas? ¿O al de tu país o al de esos pata ‘e fierro’ y petulantes brasileños? Aquí ‘alternativa’ alcanza su sentido fuerte (disyuntivo, se llama). O uno o el otro. O whisky o ginebra. No los dos.
Hay que entender la pregunta de la gente de Desde Abajo, en el alcance fuerte del término “alternativa”. Aquí la pregunta se ordena así: “A este tipo de régimen democrático ya ni la ciudadanía ni el pueblo de Colombia lo aguantan”. ¿Cómo darnos otro tipo de régimen democrático? Uno, universalmente inclusivo, por ejemplo. O sea que no discrimine sistémicamente a nadie. La gente de Desde Abajo no quiere “mejorar” este régimen democrático para que sea menos peor, sino que aspira a un régimen de gobierno democrático que sea bueno porque potencia lo mejor del pueblo colombiano.
Entonces ahora podemos dar la respuesta “inmediata” a la pregunta: “¿Es factible otro régimen democrático en Colombia?”. Solo que ahora la leemos: ¿Cuáles son las condiciones que requiere un régimen democrático de gobierno entre nosotros?, porque las condiciones actuales de este régimen de gobierno al que se llama “democrático” no nos hacen sentir estar viviendo en un régimen democrático. Resulta así obligatorio crear otras condiciones. Este espacio de diálogo busca introducir a la comprensión de estas condiciones.
Una última cosa: los regímenes democráticos de gobierno, con sus instituciones, no caen del cielo ni resultan de ninguna naturaleza humana. Son sociohistóricamente producidos, o sea resultado de un trabajo político y de una ingeniería política. La famosa Atenas democrática fue el resultado de un proyecto político popular encabezado por Clístenes en el siglo VI antes de Cristo. Los valores del programa de Clístenes remitían a lograr la igualdad de los ciudadanos (varones libres) ante la ley, la igualdad para participar en las decisiones públicas (participación política) y la igualdad económica (igual división de la tierra). La universalidad de este programa, por supuesto, no incluía a mujeres ni esclavos. Clístenes fracasó en el punto de la igualdad económica. Pero fracasó porque su programa creaba opositores y enemigos y ellos tuvieron más fuerza que él. Pueden consultar sobre Clístenes en Internet. Ahí comprobarán que los regímenes democráticos con sus características específicas son una producción humana, no derivan de ningún sentido de la Historia ni de una naturaleza humana.
2.- En sus manos tienen ustedes un esquema:
ESTADO
régimen democrático de gobierno política
activa, pasiva
CIUDADANÍA nacional
étnica
social
SOCIO-HISTORIA CONFLICTIVA
[dominación/sujeción]
El esquema comienza a leerse desde el ángulo superior izquierdo, por “Estado”. Ese Estado de derecho es condición necesaria para el régimen democrático de gobierno y, al mismo tiempo, este Estado crea la ciudadanía que son las personas, o sea ustedes, pero vistas desde el Estado. Sin Estado de derecho (nadie está por encima de la ley, por ejemplo) no puede darse régimen democrático de gobierno. Y sin ciudadanía efectiva, tampoco puede darse régimen democrático de gobierno.