Agradezco a los organizadores que me han invitado a compartir estas jornadas y la presencia de ustedes en esta tarde de domingo. Ha sido un buen día. Esperemos no malograrlo. Gracias por escuchar. Pero quiero decirles sinceramente que lo importante no es lo que yo diga, sino lo que ustedes producen, desde sus experiencias, desde sus historias de vida, cuando escuchan. Lo importante es lo que viene con ustedes. Eso vivido que ustedes traen, en especial sus experiencias de emprendimientos colectivos, es lo que nos hará ganar la tarde.
Dos imágenes
De las muchas cosas interesantes o llamativas que han surgido en estos dos días de encuentro y trabajo he debido seleccionar, para hablarles, entre dos imágenes. El tiempo nos permite trabajar solo una. La primera remite a la fortaleza indestructible de la roca de que nos habló en la inauguración Raúl Suárez. Es la fortaleza indestructible en la que se apoya el pueblo de Cuba para perseverar en su proceso socialista. Ustedes aplaudieron mucho esa imagen que hace relación con las tramas sociales fundamentales que se ha dado este pueblo, con su cubanía y con su vínculo con el socialismo. Gran imagen para explorar y avanzar en conceptualizaciones y también en desafíos como, por ejemplo, cómo se administra la fuerza de esa roca y quién lo hace.
La otra imagen es la resistencia perseverante y testimonial del mosquito de Claudia Korol, esta argentina educadora popular y feminista. Ayer nos la refirió al contarnos de ese mosquito que la fastidiaba y que creyó atrapar en una de sus manos, una mano liquidadora. Cuando la entreabrió para solazarse con el cadáver del mosquito, éste voló, libre, atontado quizás, pero vivo. Opté por esta segunda imagen, la del mosquito de Claudia Korol. La del testimonio e identidad de resistencia perseverante. Y voy a aprovechar para saludar en la persona de Claudia y en su trabajo las luchas de mujeres populares con teoría de género en toda América Latina. Sus luchas, las luchas de Claudia, nos animan y nos obligan a reflexionar, por ejemplo, sobre la autoestima. De hecho voy hablarles sobre lucha social popular, identidad y autoestima y para eso voy a utilizar la imagen del mosquito de Claudia Korol. Yo sé que ella no me lo toma a mal. Y espero que ustedes puedan construir pensamiento popular y liberador desde este mosquito.
Necesidades y capacidades
El mosquito (el que asediaba a Claudia es en realidad hembra, pero a lo que parece hemos extendido también a ellos la dominación patriarcal. Los mosquitos machos son casi líricos, se alimentan de néctar y agua. No son agresivos y no pican), como cualquier ser vivo, tiene necesidades y para satisfacerlas se da capacidades. Si usted bloquea la satisfacción de sus necesidades, y sobre todo la necesidad del mosquito de darse capacidades en relación con sus necesidades, entonces el mosquito se irrita: esta irritación es el motor de la necesidad que tiene el mosquito de darse capacidades. Es el motor de sus acciones o prácticas.
El mosquito sabe, porque lee la prensa humana y escucha radio (la masiva comercial, la oficial y la alternativa), que él tiene, es decir que se le asigna, los seres humanos le asignamos, una identificación inercial. Si imaginamos un sistema en que coexisten solo seres humanos y mosquitos, entonces encontramos una relación de dominación, una jerarquía inmutable. Si se lo quiere, un orden político ‘natural’. Este orden, imaginamos nosotros, esta construido desde las producciones humanas y debe ser funcional a ellas. Y en este orden el mosquito ocupa el lugar ‘natural’, el sitio, que nosotros le asignamos. ¿Cuál es este sitio?
Pues el de un pequeño insecto alado, agresivo/molesto, nombrado masculino-genérico, es decir invisibilizado en su sexo-género e individualidad, porque ya sabemos que el mosquito es femenina y que cada uno de ellos no constituye la universalidad de la especie. Bueno, esto último no lo sabemos, pero hoy queremos revelar que cada mosquito tiene su individualidad, su familia mosquito, su personalidad propia, su proceso de existencia personal. Y entre ellos se llaman por sus nombres. No se hablan “Tú, mosquito”. -¿Qué, mosquito?”, sino que se dicen, “Buenos días, Ernesta”, y el otro contesta “Buenas noche, Lucía, ¿y tus hijos?”. Pero en el lugar social de este sistema a que hacíamos referencia cada mosquito es identificado por nosotros, los humanos, como idéntico a la especie (y son de variados linajes, algunos muy diferenciados entre sí). Les aplicamos una universalidad falsa a los mosquitos. Una universalidad que esfuma sus peculiaridades. Y con ello los ignoramos en su realidad, la que surge de ellos mismos. Lo mismo cuando los acusamos, indistintamente, de portar enfermedades y plagas, como la malaria y el dengue, por ejemplo, y cuando consideramos “zumbido” agresivo y molesto lo que ellos estiman un suave y tierno canto para acompañar su vuelo.
En fin, en este sistema de vida y coexistencia con imperio humano al que hago referencia no se reconoce la cultura mosquito, su trabajo esforzado, su habilidad para sobrevivir, su sexualidad, el cuidado que ponen en la reproducción de su especie, su aporte al sistema. En suma, el mosquito es valorado por nuestra mirada como un paria, un comunista, un terrorista global o un mal absoluto. A él se le aplica el dicho atribuido a los colonos estadounidenses en relación con los pueblos indígenas de las tierras que ellos querían ocupar y cultivar o llenar de ganado: “El único mosquito bueno es el mosquito muerto”.
Bueno, al mosquito los seres humanos lo tratamos por la identificación inercial que le atribuimos. Se trata de una identificación unilateral, hecha desde una práctica de poder que no reconoce al mosquito por sí mismo, o desde sí mismo, sino por lo que creemos significa para nosotros y para nuestras instituciones.
Entonces no resulta para nada extraño que este mosquito, que comparte el sistema pero no su poder y su capacidad para significar, se irrite porque no se le reconozca por él mismo, desde sí mismo y que sólo se le entienda como complemento hostil de la existencia humana o como parte negativa de su entorno. En breve, el mosquito se irrita porque el otro componente del sistema invisibiliza que él lo que hace es buscar acceso a su fuente de vida que es la sangre de Claudia, la sangre de quien es, para él, desde él, solo un animal de sangre caliente. Y en esta búsqueda de alimento en un animal de sangre caliente al mosquito le va o se juega su existencia personal, sus amores, su familia, su prestigio entre los otros mosquitos y la vida de la especie. No se trata de algo menor, casual o efímero para el mosquito, sino de un compromiso radical. Un compromiso en el que él siente y piensa se lo juega todo.
Identidad autoproducida y sistemas de poder
El mosquito se irrita porque el sistema de dominación (tramas sociales, instituciones, lógicas) le asigna una identificación inercial y él desea o quiere que se le reconozca, y si es del caso acompañe, por su identidad autoproducida, no por cómo lo miran desde la dominación, sino como él se produce desde sus prácticas de sobrevivencia y de bien vivir. Porque el mosquito se ha producido a sí mismo en entornos ambiguos y desfavorables (que incluyen a la especie humana, un tipo de animal de sangre caliente con gran destreza en sus manos y que, además, inventa insecticidas y repelentes y mosquiteros) con esfuerzo, con lucha, con perseverancia… con aciertos y éxitos y con errores y fracasos, aprendiendo de sus errores y aprendiendo también de los aciertos, en una existencia dolorosa pero también gratificante. El mosquito quiere que se le reconozca y valore por este su gigantesco esfuerzo que es la forma en que él se ha querido a sí mismo, ha cuidado de sí mismo y se ha ofrecido a otros, para acompañarlos en un sistema compartido de vida o, si lo prefieren, en un emprendimiento colectivo. El mosquito desea se le reconozca y asuma desde su identidad autoproducida que es una forma de ser de la que el mosquito se siente, justificadamente, orgulloso. El mosquito quiere que se reconozca y se admire su historia.
Identidad autoproducida e irradiación de autoestima
La identidad autoproducida del mosquito, que enfrenta, resiste y combate las identidades inerciales que le confiere el sistema para aislarlo y destruirlo material y simbólicamente, comprende su autonomía y autoestima: esta última consiste en aprender a quererse a sí mismo para ofrecerse a otros. La autoestima no se liga con narcisismo ni con egoísmo. Pasa por cuidar de sí, integrarse, quererse a uno mismo, aprender a asumirse como parte de un emprendimiento colectivo (de la familia, de la especie, del sistema de vida)… y se sabe que uno la posee porque se la testimonia en la existencia cotidiana, o sea en la vida de todos los días, en cada acto, todo el tiempo. Es factor decisivo de la identidad autoproducida. Y puede ser muy complicado y riesgoso testimoniar esta autoestima, irradiarla, porque, ya hemos visto, puede darse en un sistema de poder que no la admite, que la invisibiliza, la persigue y acosa para destruirla. ¿Cuándo los mosquitos dejarían de resistir y de luchar, o sea de vivir desde su autoestima? Cuando el sistema les introyectara la identificación inercial con que los provee, cuando ellos se la creyeran, cuando en sus escuelas e iglesias y medios masivos, y sobre todo en sus corazones y espiritualidad, ellos repitieran que los mosquitos son (somos) una plaga. Un mal metafísico. Un error de la Naturaleza. Un proyecto imposible. Si esto ocurriera, entonces los mosquitos se abandonarían a la tristeza y languidez, se suicidarían en masa, se autodestruirían bebiendo agua o cerveza, se aniquilarían entre sí destruyéndose unos a otros, mutilando las alas que les sirven para mantener el equilibrio y abandonando su sexualidad, tanto la reproductiva como la eróticamente gratificante, condenarían a la especie a su extinción y a la infelicidad.
La autoestima es una equilibro interno que se irradia como seguridad y confianza de poder contribuir al emprendimiento colectivo. Y el mosquito ha producido o construido este equilibrio. Y quiere, por ello, contribuir con el proyecto colectivo, cósmico, de vida para todos. No le basta con ser ‘sí mismo’ mosquito para los mosquitos. Desea ser ‘sí mismo’ mosquito para los humanos.
Pero no podrá ser ‘si mismo’ para los humanos si no se autotransfiere poder (capacidad) en el sistema que lo irrita y lo obliga a luchar como parte de su proceso abierto para llegar a ser el mosquito que él quiere, con el que su familia sueña, con el que disfruta al conversar con otros mosquitos sobre el lugar social que entre todos y desde su empeño heredarán a sus hijos mosquitos.
Pareciera obvia la tarea que emprende el mosquito: su autoestima sería falsa, un simulacro, si no se autotransfiriera capacidades, poder, y al hacerlo, no transformara, en el mismo proceso, el carácter de ese poder (de relaciones institucionalizadas como hostilidad a instituciones institucionalizadas como cooperación y solidaridad). El mosquito no desea reinar sobre la invisibilización y el menosprecio de los animales de sangre caliente y de sus necesidades de vida (que incluyen evitar y erradicar la malaria, por ejemplo), no desea que “la tortilla se vuelva”, o sea que los mosquitos coman pan y los seres humanos coman mierda, según reza la canción popular española. No busca reinar sobre un cementerio de animales de sangre caliente. Lo que los mosquitos desean es que la cooperación entre mosquitos y seres humanos produzca un orden que potencie o apodere la vida para todos. Sin discriminaciones y sin sujeciones. Para que el sistema sea efectivamente una matriz de vida y de vida digna, con autoestima, para todos. Algo como lo que quieren los mosquitos es lo que dijeron los zapatistas mexicanos en 1994: “Un México donde tengan cabida todos los mexicanos”.
Y sin duda tendrán que cambiar radicalmente mosquitos y seres humanos para que en el sistema convivan sin guerra mosquitos y seres humanos. Y este cambio radical no podrá darse, como proceso, como muchas tentativas, si ambos no aprenden a reconocerse y aceptarse como diversos y encontrados procesos sociales de existencia en un sistema único de vida que los contiene a ambos y en la que ambos aportan algo. Pero, para el mosquito, que resulta el invisibilizado, el oprimido, el despreciado, el odiado en la relación… el reconocimiento y el acompañamiento no pueden darse sin resistencia y lucha. Cuando “zumba” en la oscuridad de los cuartos humanos, el mosquito está realizando una acción política propia de un proceso de aliento largo pero del que se siente orgulloso y que ofrece como testimonio a otros mosquitos, en particular a sus hijos, para que perseveren en la lucha. El mosquito se está haciendo sentir, se hace sentir porque quiere significar desde sí mismo. Los mosquitos podrían disfrazarse de seres humanos, pero no lo hacen. Y tampoco los mosquitos temen a los golpes y a la derrota, por eso perseveran, aunque mueran. Temen en cambio a la desesperanza, a la pérdida o extravío de horizonte de esperanza porque ello conduce a no dar testimonio de existencia mosquita. Y el cambio debe activarse desde la acción radical de los mosquitos. Sin lucha de mosquitos no habrá cambios.
El grito preferido de los mosquitos, no van ustedes a creerlo, es “Hasta la victoria siempre”.
Movimientos sociales populares
Interesan aquí, esta tarde, solo los movimientos sociales populares, donde ‘popular’ es una categoría de un discurso analítico. Existen movimientos sociales no populares y antipopulares, como los protagonizados por las personificaciones de la lógica del capital, pero aquí solo importan los movimientos sociales populares, es decir aquellos que se integran radicalmente mediante prácticas y procesos de emancipación y liberación para que todos sean desde sí mismos. Como el mosquito.
Los movimientos sociales populares tienen entre sus antecedentes al mosquito. El sistema, por ejemplo, los provee o los ha provisto, de identificaciones sociales inerciales. “Tú ocuparás el lugar de mujer o hembra, tú el de niño, tú el de anciano, tú el de obrero, tú el de indígena, tú el de desplazado o migrante no deseado…” y con ello los ha tornado vulnerables. Todo lugar social popular, determinado por el sistema de dominaciones, atrae la violencia, los castigos, las discriminaciones, la explotación… tal como el mosquito atrae la mano que golpea, el ingenio o discernimiento que elabora un insecticida, el temor que levanta mosquiteros, muros, patrullas fronterizas,
El sistema de dominaciones provee a los sectores populares de identificaciones inerciales, que se constituyen como tramas de sujeciones e imperios, y estos sectores sociales populares se irritan, disciernen, se organizan, resisten, luchan sobreviven o pasan a la ofensiva irradiando autoestima, que es un proceso, y sosteniendo la esperanza. Enfaticemos un aspecto: como el mosquito, crean desde sus sentimientos y lucha, conocimiento, discernimiento.
Y en ese proceso desde los sentimientos que crean conocimiento y desde los discernimientos que refuerzan sentimientos, y desde su testimonio particular de lucha, convocan a otros sectores populares y a otras luchas particulares. El testimonio de lucha convoca luchas que irradian autoestima y en ese proceso de emulación, una desafío para otros sectores sociales populares, cada lucha contribuye a gestar una cultura de resistencia y lucha perseverante, perseverante y tenaz, radical, hasta la victoria final que ya está siendo avisada aquí en su autoestima y en el cariño tierno con que cuidan de sí mismos. En la calidez con que construyen el emprendimiento colectivo. Sufrirán derrotas y retrocesos, porque no está escrito en ninguna parte que conseguirán la victoria, no está escrito en ninguna parte, por ejemplo, que el Movimiento Campesino de los Sin Tierra brasileño conseguirá la victoria, pero no se logrará borrar su testimonio de resistencia y lucha. No estarán quizá en la calle con sus banderas, pero serán sentimiento y memoria popular del emprendimiento colectivo para que todos sean desde sí mismos.
Los mosquitos, perdón, los seres humanos, tienen esta necesidad capacidad de articularse (esto quiere decir sin perder o ceder identidad particular autoproducida) en sus emprendimientos colectivos (que no son exactamente el Bien Común, como se ha dicho desde esta mesa en algún momento). Que a la articulación de diversos y autónomos es que convoca la lucha popular.
Los emprendimientos colectivos… damas, señores: qué voy a decirles a ustedes de los emprendimientos colectivos. Termino:
- Vivan los mosquitos
- Vivan los movimientos sociales populares
- Vivan ustedes y la gente que aman cuando, para quererse a si mismos, luchan en la relación de pareja, en la familia, en el barrio, en el pueblo, en la nación, en el continente, en el mundo.
Hay tantos espacios populares para construir e irradiar autoestima liberadora, convocadora, socialmente humanizadora, como existen hay dolores sociales en formaciones sociales con principios de imperio. Tantos espacios materiales para luchar y perseverar y articular. Ustedes son personificaciones de ello.
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Tal vez algunos de ustedes, o muchos, hubiesen preferido que yo me refiriera a cosas más “sólidas”, como la lucha de clases, por ejemplo. Pero recuerden la advertencia inicial. No es lo que yo digo, sino las experiencia que ustedes traen como memoria de fuego en su corazón y en todo su cuerpo. Para esas experiencias, que son ustedes, se crearon estas palabras. Gracias.
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Minuto de descanso
Recuerdo un texto en este minuto de descanso. Dice:
“Desde los albores de la independencia sus destinos han sido los mismos: indios, gauchos, mestizos, zambos, cuarterones, blancos sin bienes ni rentas, toda esa masa humana que se formó en las filas de ‘patria’ que nunca disfrutó, que cayó por millones, que fue despedazada, que ganó la independencia de sus metrópolis para la burguesía, esa que fue desterrada de los repartos, siguió ocupando el último escalón de los beneficios sociales, siguió muriendo de hambre, de enfermedades curables, de desatención, para ella nunca alcanzaron los bienes salvadores: el simple pan, la cama de un hospital, la medicina que salva, la mano que ayuda…”
Agrego: las mujeres, los ancianos, los niños socialmente populares, y también los no socialmente populares, discriminados y rebajados en su autoestima por la dominación patriarcal machista y adultocéntrica.
Sigue el texto:
“… ahora, por los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o en el tráfico de las ciudades o en las cosas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y otros. Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia”.
Parafraseo y corrijo: Producir y conquistar sus derechos. Y un mundo lleno de razones, no de Razón. Sectores populares que han decidido escribir ellos mismos su historia en entornos sociales que no dominan o controlan enteramente y, por ello, adversos.
Termino la referencia:
“Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, en un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando sus garfios en la tierra que les pertenece y defendiéndolo con su vida; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas, haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esta ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado, que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase”.
Sí, como dice el compañero, es la Segunda Declaración de La Habana (1962), su parte final. Enfatizo: esas movilizaciones y movimientos populares producen y traen sus símbolos, la necesidad y capacidad de construir una nueva cultura centrada en la autonomía y responsabilidad para consigo mismos, para con sus emprendimientos colectivos, para con el proceso de constituir y ofrecer humanidad. Y traen todo esto y lo entregan como una amorosa ola de estremecido rencor.
Ha finalizado ya el minuto de descanso. Vamos a ver si conquistamos la segunda parte.
Preguntas del primer día
La relatoría del primer día de encuentro y trabajo reseñó las preguntas que surgieron de los testimonios que ustedes presentaron. Son las siguientes:
1.- ¿Cómo lograr que las experiencias de base tengan expresión real en lo regional, continental, global?
2.- ¿Cómo establecer una agenda de relación con los gobiernos nacionales sin perder autonomía, sin convertirse en correa de transmisión?
3.- ¿Cómo articular una agenda multisectorial de diversos que incluye no sólo a movimientos sociales, sino a pueblos, agrupaciones políticas, iglesias, grupos sectoriales y otros?
4.- ¿Cómo contribuir a la creación de sujetos políticos desde los sujetos críticos? ¿Qué papel le corresponde en esta tarea a la educación? ¿Qué educación?
5.- ¿Cómo hacer el tránsito de las luchas concretas, que son específicas de cada lugar, comunidad, grupo, a la lucha contra el sistema en cuyo seno se desenvuelven?
6.- ¿Cómo pasar de la crítica al diseño y planteamiento de alternativas?
7.- ¿Cómo hacer que la izquierda que somos entienda las realidades de nuestros hermanos y hermanas indígenas y no les exija individualizarse y “cristianizarse”, sino que construya con ellas, y a partir de la acción conjunta, establezca un puente de doble vía y un diálogo intercultural?
8.- ¿Cómo evitamos la reproducción al interior de nuestros movimientos de las relaciones tradicionales entre Norte-Sur, intelectuales y luchadores de barricada?
9.- ¿Cómo conciliamos en cada caso los programas máximos con las reivindicaciones, con las realidades angustiosas de los sectores populares?
10.- ¿Cómo enfrentamos la cooptación de nuestros movimientos?
Vamos a proponernos una acción atrevida con estas preguntas. Intentaremos asociarlas todas y cada una con esta voluntad de tornar práctica, u operativa, la sensibilidad popular: producir identidad e irradiar autoestima desde la lucha social. No vamos a intentar contestarlas, no resulta factible en el tiempo con que contamos. Pero vamos a asociar cada pregunta con referentes temáticos de una cultura popular de resistencia y lucha, de ese “estremecido rencor” que es la forma del amor por la humanidad de los movimientos sociales populares.
1.- ¿Cómo lograr que las experiencias de base tengan expresión real en lo regional, continental, global?
La fórmula “expresión real” debe traducirse como incidencia, capacidad de incidencia. La pregunta dice entonces: ¿cómo lograr incidir? En castellano, ‘incidencia’ contiene la idea de ‘causar efecto’ o, mejor de ‘significar’. ¿Cómo significar políticamente? Se trata de incidir en la política. Podemos asumir la política como configurada por fuerzas sociales, el ámbito político se constituiría mediante una determinada trama (articulación) de fuerzas sociales. ¿Cómo se ‘significa’ o incide en una correlación de fuerzas? Pues solo si también se tiene fuerza, capacidad, para incidir. Esta fuerza puede ser subjetiva (identidad y testimonio), material (ser factor económico o libidinal central), organizativa (cantidad, calidad, articulación), informativa y de conocimiento, militar, geopolítica, cultural, sujetiva (capacidad de actuar como sujeto), o todas ellas juntas. Pero nosotros hemos contestado antes esto: se necesita emocionarse popularmente para querer darse la capacidad de incidir en las correlaciones de fuerza existentes de modo de ponerse en condiciones de proponer objetivos propios y alcanzarlos con los medios que autónomamente se consideren adecuados. Ahora este proceso de crecer en capacidad requiere de los movimientos populares una permanente lectura de raíces sociales.
2.- ¿Cómo establecer una agenda de relación con los gobiernos nacionales sin perder autonomía, sin convertirse en correa de transmisión?
Para los movimientos sociales populares los puntos de referencia decisivos son su autonomía, la autoproducción de identidad efectiva, el testimonio, la irradiación de autoestima. Si estos procesos existen, da igual con quien se converse: el gobierno, un sindicato, el partido de vanguardia, otros sectores sociales populares. Se habla con legitimidad ganada en la organización y lucha, desde sí mismo y con responsabilidad. Si un gobierno popular desea o busca hacer de los movimientos sociales una correa de transmisión, ha equivocado el camino y está procurando su propio debilitamiento y una eventual desgracia. Si un partido o candidatura quiere utilizar a las mujeres como “tonto útil”, como apoyo de camino, ha equivocado también el camino. Sin autoestima, ninguna aproximación social o humana resulta positiva. Esto vale tanto para las relaciones de pareja como para el movimiento campesino o para un movimiento ciudadano por instituciones democráticas Con autoestima, cualquier propuesta o acción, venga de amigos, de adversarios o de enemigos, será juzgada como conveniente o inconveniente por la competencia y eficacia que el actor social popular ha ido ganando, es decir autotrasfiriéndose, mediante su lucha.
3.- ¿Cómo articular una agenda multisectorial de diversos que incluye no sólo a movimientos sociales, sino a pueblos, agrupaciones políticas, iglesias, grupos sectoriales y otros?
Bueno, en América Latina existe al menos una realidad popular conocida y que puede condensarse mediante una sentencia negativa: Nunca articule (coordine) agendas que comprendan sectores que no hayan realizado un trabajo material (luchas organización, ideas, etc.) efectivo. En sencillo, nunca coordine desde arriba lo que socialmente, o sea popularmente, no existe o es muy magro. Articule, coordine solo trabajos materiales efectivos, o sea articule solo fuerzas (capacidades) que crecen desde sí mismas, desde abajo. Coordinar desde arriba solo sirve a los funcionarios de ONGs y a ‘líderes’ que pasan el año de un encuentro internacional a otro encuentro internacional en el que pronuncian las mismas generalidades ‘progresistas’ y dan los mismos informes positivos que se orientan a conseguir financiamientos para sus nuevos viajes. Por supuesto, esto último es una caricatura pero se da y debe evitarse como una peste que debilita y mata.
Ahora, si usted articula desde abajo, desde lo que efectivamente existe, incluyendo los liderazgos legítimos que se han decantado en el emprendimiento colectivo, entonces usted está en control de una agenda social que puede combinar o articular tareas efectivas y tareas virtuales (de crecimiento deseado). Y la agenda se encuentra en condiciones de conmover y generar sensibilidad popular, vía la denuncia, la agitación, la marcha, la convocatoria, la red, etc.
Entonces, evite la burocracia y las agendas ‘fantasmas’ por su amplitud o ausencia de trabajo efectivo. No confunda los deseos con la realidad o la ‘claridad’ de sus ideas con lo que la gente siente. Articule lo que existe para acumular y ampliar capacidades y, a la vez, para avanzar. Y testimonie intensamente su agenda para conmover y obligar a pensar desde una cultura de lucha popular. Sin subjetividad popular no existe avance real.
4.- ¿Cómo contribuir a la creación de sujetos políticos desde los sujetos críticos? ¿Qué papel le corresponde en esta tarea a la educación? ¿Qué educación?
Comienzo casi desde el final: ¿Qué papel le corresponde en esta tarea a la educación (generada desde una autoridad formal)? Ningún papel para la educación (información-formación) con autoridad formal. Ninguno. Los movimientos sociales populares hacen de su lucha, de sus espacios de encuentro y discusión, de sus movilizaciones, situaciones de aprendizaje. En un deseo: todas las situaciones sociales deben ser transformadas por los movimientos o destacamentos populares en situaciones de aprendizaje popular. Y esto porque están en la tarea de crear un nuevo mundo. Y existen además otras razones que no se darán aquí.
Y yendo al inicio de la pregunta. En las formaciones sociales latinoamericanas y desde el punto de vista o criterio de los movimientos sociales populares un sujeto crítico (o sea superador) es ya un sujeto político. O, en tanto proceso, es ambas cosas. Un sujeto ‘crítico’ desde el punto de vista popular no es alguien que sabe cosas, piensa agudamente o habla bonito. Es alguien que irradia autoestima popular en un emprendimiento colectivo que asume como su matriz de existencia. Entonces, entendido, así, no existe distancia entre sujeto crítico y sujeto político. Y por aquí estamos en diálogo con Paulo Freire, pero no lo estamos repitiendo mecánicamente. Digamos: nada de enseñanza. Solo creación de experiencias de aprendizaje en la que todos, incluyendo a los dirigentes, aprenden. Y esto quiere decir, crecen e irradian identidad y autoestima popular legítima.
5.- ¿Cómo hacer el tránsito de las luchas concretas, que son específicas de cada lugar, comunidad, grupo, a la lucha contra el sistema en cuyo seno se desenvuelven?
Bueno, las luchas “concretas” no lo son por ser específicas, sino por estar bien determinadas sociohistóricamente. Lavarse los dientes es una acción específica, y puede entenderse como una lucha, pero no es una acción concreta si, por ejemplo, quien se los lava no inscribe el refregado de sus dientes en el concepto de salud bucal, cuidado oral y cuidado de sí, por decir algo. Todas las luchas populares son específicas, por tanto, pero no todas son concretas. Cuando son puramente reivindicativas, les falta concreción. Su concreción la encuentran cuando se inscriben en procesos de transformación radical, o sea revolucionaria. Esto no dice que las luchas específicas centralmente reivindicativas sean algo perverso o antipopular. Solo afirma que no están adecuadamente determinadas, que son insuficientes. Pero también son signo de un estadio positivo en un proceso de madurez.
De lo anterior se desprende que “concreto” se utiliza en el habla corriente, para designar algo material, empírico y utilitario. Pero se emplea asimismo en el lenguaje de izquierda (en el más extendido) y popular para señalar algo bien determinado. Y algo está bien determinado (en el nivel humano) cuando condensa lo empírico o lo situacional y lo sistémico o estructural, o sea cuando articula práctica y teoría. Esto quiere decir que una acción popular adquiere concreción cuando se la pone en relación con una lógica estructuradora, central para la reproducción de un sistema que esa acción popular desea cambiar o transformar revolucionariamente. Lógicas que animan procesos estructuradores son, por ejemplo, la de acumulación de capital centrado en propiedad/apropiación privada excluyente (no universalizable) y la de administración libidinal con dominio de sexo-género patriarcal o machista.
Esta referencia a las lógicas o ‘espiritualidades’ centrales para la reproducción de un sistema de dominación son las que exigen de los procesos de conformación de los movimientos populares una producción analítica o teórica: la producción de teoría social particular y también básica, como la que proporciona el materialismo histórico. Los planos analíticos o teóricos forman parte de la autoestima popular y de su necesidad de darse capacidades, no provienen del “olimpo” de intelectuales que, sin compromiso social efectivo, elaboran “ideas”. Pueden hacerlo, están en su derecho, pero estas ‘ideas’ deben ser traducidas por el sentimiento, compromiso y responsabilidad sociohistórica de los movimientos sociales.
6.- ¿Cómo pasar de la crítica al diseño y planteamiento de alternativas?
No se autoexija cosas para las que no tiene la suficiente fuerza. ¿Tiene Naciones Unidas, su Asamblea, una alternativa para la guerra global contra el terrorismo que ha destruido el paradigma de relaciones internacionales que imperó desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la administración Bush? Lo anterior no era maravilloso, pero lo actual es pésimo. ¿Tiene Cepal una respuesta para la conflictividad inherente a un modelo que combina la competitividad eficiente con la regresión de la distribución de la riqueza, lo que conspira contra la competitividad? La Asamblea General de Naciones Unidas tiene centenares de profesionales y expertos a su servicio y millones de dólares. La Cepal no tiene tantos recursos, pero comparados con los de los sectores populares, es opulenta. Y por qué no tienen respuestas o alternativas. Porque carecen de fuerza política. No se la han ganado. Y nadie va a regalársela.
Y a veces exigimos propuestas y alternativas a los sectores populares que hacen bastante con resistir y denunciar organizadamente. Y que muchas veces pagan con la muerte o la cárcel su denuncia y protesta. Y, a diferencia de Naciones Unidas y Cepal, los sectores populares van contracorriente, son grupos emergentes, antisistema o al menos contestatarios.
Cuando se tiene fuerza, o sea capacidad para incidir, incluso la crítica y la protesta son parte de una propuesta. Crítica y protesta populares son parte de su propuesta. Y la propuesta con diagnósticos, desafíos y respuestas y aislamiento determinado de obstáculos y enemigos ya aparecerá. Si se va ganando fuerza la propuesta formará parte del proceso. No adelantemos propuestas cuando carecemos de fuerzas para realizarlas y, a veces, incluso para monitorearlas. No le regalemos a enemigos poderosos la fábula de la lechera. No inventemos respuestas que, estrictamente, se constituyen como desafíos en procesos, como muchos intentos.
Y ya se nos está yendo el tiempo.
7.- ¿Cómo hacer que la izquierda que somos entienda las realidades de nuestros hermanos y hermanas indígenas y no les exija individualizarse y “cristianizarse”, sino que construya con ellas, y a partir de la acción conjunta, establezca un puente de doble vía y un diálogo intercultural?
Los destacamentos de izquierda en América Latina no han sido exactamente perfectos. Y entre sus defectos ha estado su iluminismo mesiánico. En este encuentro sobre paradigmas alguien dijo con mucha seguridad (altanería sería el calificativo más apropiado) que teníamos que modernizarnos y agregó, incluso los pueblos indígenas u originarios. Tal vez sea cierto que tengamos que modernizarnos (con carácter popular, cosa que el ‘experto’ no mencionó), pero serán esos pueblos indígenas, que tienen nombre y apellido y su tradición de lucha, que ha ido ganando su autonomía y su autoestima, los que deberán decidir su ritmo y espacios. No es buena idea llevar a otros destacamentos sociales, que son objetivamente populares, de la nariz. Entre otras cosas porque hoy ya no se dejan. Y al no dejarse, de repente pasan a luchar del lado del enemigo que es lo suficientemente poderoso y cruel como para les regalemos fuerzas.
El iluminismo mesiánico se afirma en una Filosofía de la Historia que indica que es progreso y cuál su carácter. A los movimientos sociales populares no les vienen bien las filosofías de la historia. Sí les aprovecha, en cambio, la analítica sociohistórica, la comprensión de su lugar y de su debilidad/fuerza y posibilidades liberadoras o emancipadoras en formaciones sociales con principios de dominación y sujeción.
La observación dice: respetemos la autonomía y autoestima de los diversos movimientos populares tanto como valoramos la nuestra. Se trata de su carácter de sujetos. Y esta carácter, construido desde cada cual y con horizonte de humanización es decisivo para la conformación de una sensibilidad revolucionaria y popular que torne material el lema de “otro mundo es posible”, bajo la forma de “otro mundo sin nuevos dueños discriminadores es posible y deseable”. Y por supuesto que este otro mundo es arduo de construir. Pero nadie dijo nunca que apostar a la lucha popular sea algo sencillo o cómodo.
Ah, y el ‘diálogo intercultural’, si invisibiliza las relaciones de dominación entre culturas y al interior de cada cultura, si es que tales entelequias existen, es o una farsa o un truco ideológico para que todo siga igual.
8.- ¿Cómo evitamos la reproducción al interior de nuestros movimientos de las relaciones tradicionales entre Norte-Sur, intelectuales y luchadores de barricada?
Breve: los ‘intelectuales’ no constituyen el Norte de los movimientos sociales, ni los luchadores de a pie (los efectivos objetores de conciencia, por ejemplo, los que son golpeados y van a la cárcel) son su base o solo ‘luchadores de barricada’. La inteligencia popular, se ha señalado, es una función del movimiento social. El capital, de Marx, se escribió desde el movimiento obrero y para la lucha obrera que él y Engels concebían como un movimiento social particular/universal en las formaciones sociales del capitalismo.
Entonces, conjure el imaginario que construye figuras tipo estereotipadas (provienen de la cultura dominante) y construya instituciones abiertas cuya espiritualidad o lógica empodere o apodere sujetos (principio de agencia universal) y bloquee dominaciones o sujeciones estructurales (las direcciones en-situación pueden, y deben, ser funcionales).
Y ya se nos ha ido el tiempo de esta fase. Les he quedado debiendo 40 segundos según este reloj. No cerramos la tarea, pero de todas maneras hicimos otra parte de un proceso en el que los protagonistas efectivos son ustedes. Y hemos enunciado suficientes indicaciones que ustedes pueden combatir y debatir.
Criterios emancipatorios
En el siguiente espacio ustedes van a trabajar sobre autonomía, autoestima e identidad en los movimientos sociales populares con voluntad liberadora. Conviene antes quizás sintetizar y ampliar algunos de los criterios de ingreso y configuración que parecen animar la espiritualidad o racionalidad o lógica popular:
a) lo real-social es producido, procesual y complejo; no es natural, estático ni fragmentario ni puramente empírico. Esta referencia contiene la noción de sistema y sus lógicas (de dominación/resistencia/liberación) y la apuesta/valor que el sistema contiene estructuralmente las posibilidades de su transformación liberadora. Las acciones sociales (incidencia popular) pueden materializar estas posibilidades. Los sectores políticamente populares, por tanto, proponen algo nuevo, no una recuperación, restauración o refuncionalización del sistema;
b) la historia, o sea el desempeño de las formaciones sociales, es sociohistoria; ello significa lugares sociales conflictivos en tanto están determinados por diversas lógicas de imperio o sujeción cuya trama determina al pueblo social (sectores que soportan las asimetrías y convocan la violencia antipopular) y la posibilidad de emergencia y conformación de un pueblo político (sectores diferenciados que luchan articuladamente por transformar liberadoramente las asimetrías que soportan para producir su humanidad social en el mismo movimiento que proyectan humanidad genérica);
c) la producción de humanidad es producción sociohistórica de humanidad, producción socialmente determinada de humanidad. Por ello, se centra en la comprensión (sentimiento/analítica/utopía) de las tramas sociales (relaciones sociales) que niegan humanidad y en las posibilidades que ellas ofrecen para una incidencia política popular (denuncia, resistencia, transformación radical) liberadora o emancipadora. Así, desde los ámbitos de lucha popular (autotransferencias de poder y constitución de poder local) se desprende o sigue un humanismo material. El ser humano, bajo su forma campesina, femenina, mapuche o de hijo, es una producción procesual inclusiva y abierta, al igual que la humanidad. Ninguno de estos procesos puede ser fijado o congelado por una idea o concepto cerrado (naturaleza);
d) la lucha popular es sociohistórica y contiene criterios de trascendencia no religiosa: una cultura de sujetos: emancipación, autonomía, gratificadora producción de humanidad libre y creadora: autoestima. Esta cultura liberadora no es incompatible con sentimientos religiosos y luchas de creyentes religiosos antiidolátricos que busquen articularse con emprendimientos colectivos que empoderen o potencien sujetos;
e) la historia de las emancipaciones tiene como protagonistas emprendimientos colectivos populares articulados en sus luchas específicas y particulares condicionadas por factores y situaciones en las que nunca se consigue un control absoluto. Los procesos y proyectos de subjetividad, sujetividad y objetividad popular se relacionan así con apuesta, compromiso, responsabilidad y utopía. También con autoestima y autocrítica (capacidad de dar significado constructivo a los errores y cambiar) orientados a la producción de mundos alternativos a aquellos en los que imperan la sujeción, la discriminación y la insolidaridad hacia y entre diversos. Los liderazgos populares legítimos deben surgir en el despliegue de estos emprendimientos colectivos de lucha. Y también deben construirse desde ellos los valores y racionalidad populares.
Una referencia, para pensar: alguien afirmó desde esta mesa que los sectores populares requieren de una teoría de la justicia. Pues no la requieren: la metafísica ‘justicia’ en el seno de la lucha popular se llama práctica productiva de una autoestima legítima, por liberadora.
f) la prioridad de los procesos populares es la liberación particular y universal, no la ley o las instituciones (la autoridad, el Gobierno, el Estado). La liberación es tanto liberación subjetiva (integración personal), como liberación sujetiva (autonomía) y liberación socio-política y cultural (irradiación de autoestima en emprendimientos colectivos con efectos de humanización), o sea contra toda discriminación y sujeción.
g) la autoproducción de identidad personal y social liberadora es raíz y motor de los movimientos sociales populares. No se trata de una cuestión étnica, sino de aprender a testimoniar desde uno mismo en los emprendimientos colectivos. La autoproducción de identidad (proceso) resiente, identifica y destruye las identificaciones inerciales provistas por el sistema de sujeciones sociales. La autoproducción de identidad social (aprender a quererse con otros, para otros, desde uno mismo) se testimonia como irradiación de autoestima;
h) las movilizaciones del pueblo político contienen una trascendencia inmanente (enraizadas) a sus luchas;
i) para los sectores populares en formaciones sociales con principios de dominación o imperio (sujeción) no existe una única Razón, sino conflictos entre racionalidades opresoras y racionalidades liberadoras.
Y ha llegado el momento de que ustedes trabajen desde lo que traen como memoria en sus corazones.
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10 de mayo, 2007.
La Habana, Cuba, 27-30 de abril del 2007.