OJO Censurado,
N° 22, noviembre 2012.
No logro abrir el tiempo para cumplir con una invitación hecha por estudiantes de Ciencias Sociales que organizan un panel para dialogar sobre la violencia policial contra ciudadanos y trabajadores de la Caja Costarricense de Seguro Social que se manifestaban este ocho de noviembre en una avenida central de San José por una mejor administración de los servicios públicos de salud. La orden de desalojar a palos, o sin contemplaciones de sexo y edad, a los manifestantes, debido a que obstruían el tránsito, fue dada por la presidenta Laura Chinchilla, según confesión del Ministro de Seguridad Mario Zamora (Elpaís.cr [2012/11/09]). Los grupos policiales fueron las Fuerzas Antimotines y del Grupo Contra el Crimen Organizado. Se detuvo a unas 40 personas. La Cruz Roja reportó su atención a varios heridos mientras que el Jefe de la Fuerza Pública, Juan José Andrade, insistió en que su tropa nunca quiso enfrentar a los manifestantes sino solo “desplazarlos”. Los garrotazos, filmados, y los heridos atendidos por la Cruz Roja, al parecer, fueron para turistas españoles que serían apaleados brutalmente en Madrid algunos días después. Caleidoscópico este pequeño y estrecho mundo de la mundialización.
Conviene situar la específica brutalidad policial costarricense, especialmente si los interlocutores son jóvenes. Todavía en la penúltima década del siglo pasado podían salir de labios de políticos locales giros como “hermanitico” y “fraternitico”. Las palabras hacían referencia, entre otros aspectos, a la tendencia a resolver los conflictos mediante el diálogo y la persuasión. Eran términos surgidos de un pasado rural cercano en que se fortalecieron, además, instituciones como la Caja Costarricense de Seguro Social y el Instituto Costarricense de Electricidad que, con diverso desempeño, promovieron a los costarricenses y velaron, no sin fallas, por ellos. La mundialización, la corrupción, venalidad y clientelismos políticos, los mitos tecnocráticos y el derrumbe de la infraestructura, han ido erosionando y borrando este pasado. Por ello, si los ciudadanos lo añoran y protestan por lo que hoy viven y resienten, se les criminaliza o garrotea. “No están en nada” suspira un jerarca, “La salud es para quien puede pagarla”. El eco de estas palabras resuena así: “Y los buenos negocios para quien trepó poder para realizarlos”. El pasado de esos ciudadanos es ya historia muerta. Ahora, si reclaman y dan razones de su reclamo, se les valora irracionales, se les criminaliza y apalea. Son terroristas bombardeando el derecho de circulación de los verdaderos ciudadanos.
La tesis de que el derecho de circulación está por encima de cualquier otro derecho se fortaleció en Costa Rica por el despecho de algunos ante el resultado de la lucha político-social que impidió, a inicios del año 2000, que el Instituto Costarricense de Electricidad fuese privatizado como parte de una estrategia de “modernización”. La ciudadanía, los estudiantes y los sindicalistas volcados en las calles, agitando sus banderas y bloqueando pasos, fueron factor decisivo de la lucha. El negocio de los sinvergüenzas se pospuso para transitarlo por otros caminos. Una derrotada administración Rodríguez Echeverría se despidió con una legislación oscura y urgida que sancionaba discrecionalmente con cárcel a quien bloqueara avenidas, calles o carreteras. La ruindad tenía antecedente: matones cobardes contra quienes defendían salarios y pensiones del magisterio.
Las administraciones posteriores han sido hijas de estos miedos con garrote gestados en el vientre de la globalización neoliberal. Como plantas, se generan vástagos. Los golpes y rencores policiales de este ocho de noviembre son vecinos de una legislación mordaza: prohibido filtrar o buscar información que afecte la reputación de algún funcionario público o instancia administrativa. Publicarla podría valer años de cárcel. Aunque sobre esta legislación se estila un cauto silencio, otra provoca orgasmos en la prensa de los grandes comerciantes: vetado por la Presidenta el derecho de huelga en los servicios públicos. ¡Grande Laura! Palo y gas a la ciudadanía que hace de la calle escenario político porque si no nada se escucha ni a nadie se sanciona. ¡¡Gigante la Doña y hasta bella!! ¡¡No afloje Presidenta!! ¡¡Esta mujer es una santa!!
Quedamos enterados. De cada garrotazo en la cabeza o en el lomo no brotan flores, sino podridos negocios oscuros. Bye bye fraterniticos. Bienvenidos al nuevo mundo clientelas y buenos negocios.
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