Mesa redonda, VIII Semana

de Ciencias Sociales, Universidad

Nacional, octubre 24, 2012.

 

    

 

        1.- Se nos invita a conversar [*] acerca de la Ciencia Social, con mayúsculas: específicamente cómo hacerla, para quién, y para qué.

    Dos observaciones sobre la invitación, además de agradecerla y de agradecer la presencia de ustedes esta mañana, aunque para algunos sea forzada:

    a) Antes del cómo hacerla, para quien y para qué, conviene preguntarse al menos quién la hace (donde “quien” está más por las instituciones que por las personas, aunque incluye lo que las instituciones hacen con las personas que investigan a su amparo). Por ejemplo, si la producción de conocimiento social la realiza el gobierno, según la original tesis epistemológica de Rodrigo Arias, la harán sus amigos y personalidades de confianza. Si la hace un Instituto de una universidad autónoma (¿existen todavía?) la harán cientistas, aunque las posibilidades de una argolla, sin o con características mafiosas, también forma parte del escenario. Fin de la primera observación.

    b) La Ciencia Social con mayúscula supone un chantaje, cuando no una liquidación sobre la ciencia social con minúsculas. Esta última nombra el conocimiento social de diversos niveles y con referente de totalidad que producen y del que se apropian las gentes, también de diversas maneras y con distintos alcances, por el hecho de existir social e individualmente. El punto tiene importancia porque la Ciencia Social con mayúscula suele ver a estas gentes, y sus acciones y relaciones, instituciones e institucionalizaciones, como objetos de sus diversas disciplinas. Aquí la Ciencia Social con mayúsculas resulta de la acción de un sujeto, privilegiado por su posicionamiento, que ‘conoce’ objetos. La ciencia social con minúsculas, en cambio, comprende solo actores/sujetos efectivos o virtuales, o sea personas y sus historias o genealogías sociales. Podemos agregar algún detalle: la Ciencia Social con mayúscula puede hacerse para tener material para un libro. O para justificar un ingreso proveniente del Banco Centroamericano de Integración Económica. O varios. La ciencia social con minúscula tiene un carácter práctico-existencial-personal-social. Sirve para tomar café, conseguir novia o novio o despacharlo, tomar el bus o suicidarse o decidirse por el candidato presidencial menos malo. La cuestión de quien hace “ciencia social” acostumbra resolverse a favor de las mayúsculas. Es cosa de status. Se sigue del sistema de orden/desorden reinante. Y esto quiere decir que una minoría, en buena medida autoseleccionada, impone su criterio, incluyendo el del rango del conocimiento, a las mayorías (que pueden comportarse como múltiples y a veces encontradas minorías).

   2.- Para hacer Ciencia Social con mayúscula usualmente se requieren títulos académicos, financiamiento, elaboración formal de proyectos, supervisiones, y un imaginario que abstrae, particulariza y a la vez generaliza las condiciones efectivas en que se gestan y adquieren sentido los fenómenos sociales. En ocasiones se trabaja en equipo (muchas veces un eufemismo porque este ‘equipo’ puede consistir en un agregado de individuos especialistas), en otras individualmente. El conocimiento que resulta puede ser altamente estéril por trivial, pero siempre es utilizable (bajo su forma de informe de investigación) para ganar puntos en carrera académica. Cada vez con más frecuencia la investigación y la información que ella provee ha sido contratada directa o indirectamente por una corporación que deviene propietaria jurídica de sus alcances. Mantiene su capacidad para ganar puntos en carrera académica, pero cualquiera sea su valor de conocimiento él ya no pertenece a quien la produjo y puede ser incluso utilizado contra su autor. O contra aquellos que él, en su existencia no ‘científica’, ama.

   3.- Obviamente nos referimos en el apartado anterior a la Ciencia Social hecha en alguna institución universitaria (o Instituto equivalente). En América Latina, y quizás en el mundo, las instituciones universitarias, en especial las públicas, forman parte del establishment. Las lógicas dominantes en éste, y su expresión/reproducción en la institución universitaria, afectan al cómo hacer Ciencia Social. Las universidades se constituyen mediante minorías, algunas burocráticas, otras menos, que, en América Latina, sociedades desagregadas o fracturadas, suelen tener intereses opuestos (distintos y conflictivos) a los de las también existentes mayorías fragmentarias. El punto guarda relación tanto con la estratificación como con el sistema social determinado por imperios, es decir por lógicas que producen orden/desorden. O dominación/subordinación, que es un lenguaje más clásico. En sociedades que no se han constituido como naciones, también situación latinoamericana, los intereses de minorías dotadas de prestigio/poder suelen ser distintos y conflictivos respecto a los de quienes podrían aspirar, en su existencia organizada o en sus sueños, a un emprendimiento nacional. El asunto tiene alcances económico-sociales y políticos, político-culturales y geopolíticos. En cualquier caso, la Ciencia Social con mayúscula no se hace escuchando a Pedro Azofeifa ni a Valenciana Ñalquiro ni a sus historias. Tampoco para su provecho en la medida que este provecho no coincida con el oficial/sistémico.

   3.1.- Es factible sintetizar un corolario del punto anterior mediante una pregunta: ¿Puede la Ciencia Social académica enfrentar seriamente al establishment? La respuesta es no. Si pudiera, nos habríamos dado cuenta. También la gente y sus existencias lo habrían advertido. Pero esta Ciencia Social tiene la opción de hacerlo aunque quizás por poco tiempo más, artificialmente, si se mantiene hacia adentro, entre cuatro paredes. Digamos, si no se comunica. Entre los seres humanos algo que no se comunica, en este caso un conocimiento, y que tiende a carecer de incidencia efectiva carece de seriedad. En Costa Rica se publica periódicamente un informe del Programa Estado de la nación. Van por el número 17. Pero ningún gobierno parece haberse enterado de lo que se dice en ellos. La situación no es seria ni de parte de los gobiernos ni tampoco de parte de quienes dirigen el programa. Deberían reclamar al menos una atención elemental.

 

   4.- Pero, entonces, podría preguntarse alguien ¿cómo es que surgió el análisis social de la dependencia? Y esto en América Latina. Bueno, este análisis, a veces llamada Teoría de la Dependencia, en su forma más madura corre paralelo a la Alianza para el Progreso, que firmaron en 1961 todos los gobernantes latinoamericanos, excepto Cuba. ‘Todos los gobiernos de América Latina, más el de Estados Unidos’ (que fue el propuso la Alianza) pueden ser considerados, en ese momento, el establishment. El programa contenía, en términos desarrollistas, la propuesta de cambio estructural más amplia y compleja anunciada en el subcontinente. Partía con reforma agraria. Se prolongaba a reforma educativa, reforma tributaria y gobernabilidad democrática, por referir cuatro de sus iniciativas. La llamada ‘teoría de la dependencia’, ese posicionamiento para el análisis social y sus productos, emergió e intentó comunicar en el seno de otra sensibilidad. Una sensibilidad que hoy no existe. La actual y dominante, desde la que hablamos esta mañana, no tolera una teoría de la dependencia, sea en su versión cepalina de desarrollo hacia adentro (centro/periferia, intercambio desigual, Prebisch) o en su versión de cambio estructural derivado de una revolución social (dos Santos, Marini). Nada de esto es hoy día serio ni científico. La preferencia la tienen actualmente las teorías de rango intermedio o los estudios de casos, por su cercanía con los sucesos empíricos. En el extremo y para el gran público, las Ciencias Sociales están hoy representadas por las sondeadoras de opinión. Por ejemplo, los grandes desafíos sociales de Costa Rica serían la seguridad personal, en su momento, y la gobernabilidad (algunos, sin demasiado seso, la llaman ingobernabilidad). Se afirman ambos puntos porque el gobierno no logra poner de su lado ni a la Asamblea Legislativa ni a la Sala IV para aprobar un proyecto tributario o porque cada familia tiene alguien que ha sufrido alguna agresión delictiva. Cuáles son los procesos, locales e internacionales, que conducen a desafíos de gobernabilidad o al aumento de cierto tipo de delitos,  carece de importancia. Lo que importa son los hechos. Como afirmará con entusiasmo cualquier abogado litigante: “En este asunto, me remito a los hechos”. Los ‘hechos’ sociales no existen como puros datos objetivos. Son producidos por los seres humanos en el marco de unas relaciones determinadas.

   4.1.- Obviamente, ni la percepción/representación empírica, y sin conflicto, abstracta por indeterminada, de los sucesos sociales, ni su presentación bajo la apariencia de “información”, dicen demasiado acerca de la realidad social. Para que dijesen algo tendría que ser discutidas, en el sentido de criticadas y debatidas. Y al debate deberían concurrir quienes realizaron la investigación y quienes fueron sus ‘objetos’. ¿Qué se ganaría con el debate? Es probable que en él aparezcan las historias de las gentes y sus existencias, sin mayor reserva las de los ‘objetos’ de estudio y con más cautela o prevención las de los investigadores. Y si aparecen estas historias, asomarán asimismo las relaciones que las han constituido y sus basamentos, normalmente conflictivos. Si esto, aunque trabajosamente, ocurre,  es posible que se avance en conocimiento social, con sus sentidos de cuidado de sí individual y grupal para actuar y alcanzar metas valoradas. El conocimiento alcanzará significado existencial y, con ello, político/utópico. Incluí este último término para involucrar a la imaginación.

   5.- ¿Para quién y para qué se quiere producir este asunto complejo al que llamamos conocimiento social? Para producir la Torre de Babel. Imagino ustedes algo han escuchado del mito hebreo de la Torre de Babel. Se trata de un cuento sobre la identidad de ese pueblo. Más o menos dice que los seres humanos quisieron hacer una torre que llegara hasta el cielo, pero que un atento Jehová los descubrió, se enojó y les mandó los idiomas diversos, de modo que no pudieron entenderse y fracasaron en su empeño. La Torre de Babel está por un emprendimiento humano que produce humanidad. Un emprendimiento colectivo. Esto quiere decir de diversos (que sienten, disciernen, imaginan, colaboran) orientados por una empresa compleja y común. El relato original, el hebreo, quizás hace referencia a que no puede darse con éxito (es imposible, en el lenguaje de la dominación) este emprendimiento común. En mi referencia se ha invertido su sentido. El emprendimiento común entre diversos, no la igualdad, resulta hoy obligatoria, se oponga quien se oponga. Por supuesto, crear las condiciones para que este emprendimiento común sea factible y asumido como necesario por todos o por casi todos es parte del proceso en el que se construye la Torre de Babel. La Torre de Babel alude a una necesaria producción de humanidad universal y ella pasa tanto por una edificación interior como por producciones “exteriores”. La torre de Babel se hace hacia adentro del corazón y los riñones (subjetividad, imaginario cultural) y también, abriéndose a otros, relacionándose con otros, trabajando, comunicándose, hacia el Cielo. Ojalá Franklin Chang, entendiera sus cohetes movidos por motores de plasma como Torres de Babel. Tal vez así lo hace. Si fuera este el caso, habría que considerar a este ingeniero/empresario un extraordinario cientista social.

   6.- Como se advierte, entiendo la producción de conocimiento social como algo que se hace para transformarse a uno mismo y a las sociedades de las que deberíamos hacernos responsables. Qué y cómo se contribuye con esto es un punto que excede con mucho esta media hora de alocución solitaria aunque en buena compañía.

    Puedo remarcar aquello de lo que me distancio. No creo que hoy las instituciones universitarias públicas se interesen significativamente por producir y compartir conocimiento social. Pueden existir en ellas centros o regiones o individuos excepcionales, y esta semana de debates es un ejemplo de esta existencia, pero ellos no determinan el carácter básico de una institución universitaria orientada a servir al establishment y a su reproducción y a intereses de grupos minoritarios y privilegiados. No se trata por tanto de cuestiones de método o técnicas, sino de posicionamientos políticos básicos. Arduo y complejo entenderse en este campo.

   Quizás habría que reinventar las Organizaciones No Gubernamentales y sus fuentes de financiamiento de modo que quisieran y se dieran las condiciones para acompañar procesos y movimientos sociales populares. En este diálogo y marcha de los inicialmente diversos se producirían quizás los conocimientos sociales y los temples culturales que requerimos. Desde ellos se facilitaría crear coordinaciones efectivas de procesos más amplios que ayudarían a sentir, discutir, discernir y proyectar/imaginar lo que las gentes, entendida como sectores populares, requieren como el indispensable cuidado de sí exigido para transformar este mundo.

   Pero, claro, siempre resulta más cómodo ocupar un puesto en una universidad y disfrutar hasta donde se puede de un orden/desorden brutal al que estrictamente no se quiere sentir ni conocer porque de hacerlo, habría que rechazarlo.
____________________ 

 

     Conversación

 

     1.- De lo que usted dice parece desprenderse que para tener conocimiento social bastaría con las opiniones de la gente de la calle. Me parece absurdo su punto de vista.

    HG.- Lo que he dicho es que los conocimientos sociales con minúscula son propios de actores/sujetos, o que se consideran como tales, por el hecho de tener que comportarse (existir) en sociedad. El énfasis está puesto aquí en que no son 'objetos' para un conocimiento privilegiado, el de la sociología, por ejemplo. He avanzado más adelante indicando que la producción de conocimiento se sigue de un diálogo o debate y que en él es bueno que confluyan diversas historias: las de la gente común que ha sido objeto de investigación y las de quienes las han "investigado". Ambos sectores 'aprenderán' en ese diálogo. He agregado asimismo que en ese diálogo seguramente aparecerán procesos productivos y sus lógicas (ellos configuran las instituciones) y habrá que ocuparse entonces de los niveles contenidos en la 'realidad' social: el sistémico, por ejemplo, y el presencial, y las tensiones que puedan darse entre ellos tanto para los investigados como para los investigadores.No considero absurdo este punto de vista. Sí resultaría más moroso el procedimiento y demandaría una inversión económica mayor. Pero los resultados (tornar experiencia de vida el conocimiento social) compensarían con creces esas facturas.

 

   2.- Me ha quedado una impresión de desaliento al escuchar las exposiciones de ustedes. Como si el partido estuviera definido con una derrota y no hubiese nada más que hacer. Se ha desahuciado todo y ya no hay esperanza.

     HG.- Si he escuchado bien, lo único que aquí se ha planteado son críticas, desde distintos ángulos, a la pretensión de verdad y exclusividad de un conocimiento social disciplinario producido en  universidades e institutos que asumen como 'natural' una determinada división social del trabajo centrada en dominaciones (y exclusiones) económicas y culturales, también geopolíticas. Serían fenómenos sociales 'naturales, por ejemplo, la relación salarial o el imperio de sexo-género. Así esta investigación, además de su formalismo, carece de sentido humano (en el sentido de contribuir o no a la producción colectiva y universal de humanidad) por su carácter abstracto, por sus protocolos, porque transforma los procesos sociales en meros hechos, y a sus personificaciones en 'objetos', y, en términos básicos, porque se constituye mediante generalizaciones indeterminadas que pueden resultar útiles al establishment (debido a que determina a las personas como masas o individuos o públicos) que no facilitan ni el cuidado de sí de las gentes (académicos incluidos) ni apoderan el cambio social que las sociedades latinoamericanas exigen desde hace mucho. Desde este diagnóstico, todos los expositores hemos planteado o al menos sugerido alternativas. Hemos indicado incluso qué y quiénes darían carácter a esas alternativas.


    Y, desde luego, el juego involucrado en la existencia social no puede ser equipararse a un juego de fútbol. Como dicen entrenadores y jugadores, en el fúbol se gana, pierde o empata. En la existencia social todos deberían ganar porque se trata de producir humanidad desde experiencias situadas. Es el desafío de la particularidad inevitable y universalidad deseada/presentida de la experiencia humana. Quienes son 'derrotados' en este último juego, las mujeres, por ejemplo, o los trabajadores asalariados o los tratados como 'cosas' (objetos), pueden darse condiciones y realizar acciones para evitar ser derrotados. Pero si ganan, es el triunfo de todos. Por supuesto, pueden perder. Pero lo importante es que den sus luchas. Que resistan, se organicen y combatan para resolver favorablemente y para todos la tensión entre particularidad de la experiencia y pretensión humana de universalidad. Ahora, estos combates pueden adoptar muchas formas, pero todas pasan por la crítica de las condiciones básicas y situaciones actualmente existentes. De aquí la necesidad de producir conocimiento social. Admitir que se puede perder en estas luchas no contiene derrotismo ninguno. Los adversarios pueden ser brutales e imbéciles blindados y no advertir que su "victoria" es un tipo de suicidio al menos para la especie tal como ha existido y la hemos conocido hasta ahora. No percibo pesimismo en estos puntos de vista. Y disculpen todos lo extendido de esta intervención. 

 

     3.- Usted mencionó una relación directa entre la Sociología de la dependencia y la Alianza para el Progreso. ¿Es eso correcto? ¿No es una manera simplista de caracterizar a la primera?

    HG.- El tema de fondo era si las ciencias sociales académicas pueden enfrentar significativamente al establishment. Algunas de las versiones de la Teoría de la dependencia latinoamericana lo hicieron. Incluso lo hizo la corriente de pensamiento cepalino porque intentó sentir y pensar contracorriente de la línea dominante acerca del comercio internacional. Y otra versión, más radical, pensó el cambio estructural desde una revolución social popular que tuviese como horizonte el socialismo. En lo que coinciden estas formas de pensamiento y acción con la Alianza para el Progreso es en la necesidad de cambiar la realidad latinoamericana atacando algunos de sus factores estructuradores: la gran propiedad agraria y la debilidad del ingreso fiscal, por ejemplo. Pero no existe entre ellas un vínculo de causa/efecto. Ni tampoco se orientan hacian mismo objetivo. La Alianza... busca generar capitalismo sostenible en el área. La Teoría de la dependencia crear economías nacionales sólidas o darse una organización no capitalista. Se dan metas distintas, pero se presentan en un mismo período. Tampoco existe esta relación de causa efecto con otros discernimientos surgidos en la década de los sesenta: la educación de adultos de Paulo Freire, la Teología latinoamericana de la liberación, la Sociología de la liberación, por ejemplo.Y es que en la década de los sesentas amplios sectores de las sociedades latinoamericanos estimaban que se podía transformar a América Latina. Un gobierno chileno, de la democraciacristiana, se llamó a sí mismo "Revolución en libertad". En el seno de esta sensibilidad básica se dio crítica de la economía política, sociología, politología y planificación que combinaron sentimientos, discernimientos y acción revolucionaria. La editorial Siglo XXI, principalmente, distribuyó por todo el subcontinente estos materiales. A veces la investigación y docencia de nuevo tipo se hizo hizo desde las universidades públicas, otras veces fundando Institutos especializados. Desde luego la pregunta es si esos cientistas sociales del período militaban o no en los movimientos populares y con qué caracter.

    El otro aspecto que quiso recordar esta mención por la que usted se inquieta, es que ese tiempo, el del desarrollismo, que afectó incluso a Flacso, ya no existe. El crecimiento económico y los 'buenos negocios compartidos' han desplazado al desarrollo. Ahora se indica sin tapujos que algunos, muchos quizás, perderán. Y no podrán culpar a nadie porque ellos han elegido perder al no interpretar adecuadamente la lógica del mercado y sus requerimientos. En estas condiciones se torna cuesta arriba que las ciencias sociales académicas, en cuanto sector, enfrenten al establishment. Desde luego influyen también otros elementos, como la fábula que asocia la destrucción del Muro de Berlín con la liquidación de la capacidad analítica de la concepción materialista de los modos de producción (marxismo). Pero éste es asimismo otro tema.

 

       4.- No me queda claro su planteamiento epistemológico respecto de la producción de conocimiento social. ¿Podría resumirlo, si es que lo tiene?

    HG.- Sí, este expositor ni siquiera ha utilizado el término "epistemología" y sus derivados.No es un problema de aversión personal. En la producción de conocimiento algunos términos son portadores de lo que se ha llamado aquí"chantaje cientificista". 'Epistemología' y 'metodología', por ejemplo. Forman parte del frente tecnocrático de la razón instrumental dominante y que se propone como la más alta racionalizadad posible. Son términos poderosos porque para chantajear se debe tener poder material e inmaterial. Prestigio, digamos. Entonces no he propuesto nada que se acerque a un conocimiento que contenga por sí mismo su metro o canon de falsabilidad y 'verdad. Me inclino por hablar de posicionamientos básicos en relación con los fenómenos sociales. Remito a dos: se les considera o como como algo puesto al frente de quien los observa, o se les considera como un aspecto de las producciones humanas. Me inclino por lo segundo. El asunto comprende instituciones e institucionalizaciones y por supuesto las gentes y sus espiritualidades. También las relaciones vinculadas con un sistema social. "Conocer socialmente" significa aquí una capacidad/actitud para vincular los fenómenos sociales con las condiciones de su producción/sentido/apropiación. Y conocer tiene el alcance de ser capaz de "comunicarlo" en términos de emprendimiento colectivo. Llegaría hasta aquí.

    Pero puedo añadir una sugerencia: para producir conocimiento social se hace necesario aprender a escuchar. Escuchar no es exactamente un dato de la cultura latinoamericana. Algo que se haga corrientemente. Escuchamos poco o  nada. No basta solo sentir que es necesario escuchar. Hay que interpretar lo que se dice, se calla o se actúa (todo esto puede escucharse o leerse) tratando de reconocer en esas expresividades la tensión entre lo particular situado con su complejidad sistémica y el horizonte de universalidad deseable (la producción de humanidad). Es un horizonte abierto, cuyos sentidos sólo pueden asumirse y comunicarse en el proceso sociohistórico de intentar construirlo. Como se advierte, más política y arte que epistemología. Contingente y al mismo tiempo imprescindible si se lo piensa en términos de emprendimiento colectivo que nos enseña cuál es nuestro carácter y donde ha de ubicarse eso que otros llaman "la luz en la colina".

 _________________________
 
   [*] Participan en la mesa redonda Randall Blanco e Ignacio Dobles.