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Categoría: Conversaciones
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Costa Rica, junio

del 2009

 

   AMAR A COSTA RICA

 

El editor de Áncora, el dominical anexo ‘culto’ del periódico de mayor circulación del país, señor Víctor Hurtado Oviedo, le confiere a la artista/cantante/actriz mexicana Chavela Vargas los siguientes caracteres (en orden de aparición): voz raspada, ideas peligrosas, odios viejos. Ética racista, asalto criollo a la razón, alucinante egolatría. Pequeñez prejuiciosa, cobardía, siniestro machismo, odio a países y pueblos enteros, tenaz resentimiento en el cauce de un delirio tembloroso (quiere decir “borracha patética”). Delirio fascista. Mente obtusa, violadora de Aristóteles, recetaria de crematorios. Partidaria o militante de la ‘solución final’, o sea hitleriana. Carcelera de Auschwitz, promotora de genocidas, nazi (LN: 17/05/09).

   El artículo de Hurtado es breve. Las señas que asigna a Chavela Vargas aparecen en todos sus párrafos, algunas de ellas reiteradas. Al editor cultural no le simpatiza Vargas. No le tiene paciencia.

   La causa próxima de los sentimientos del señor Hurtado está en una entrevista que se le realizó a la anciana artista y que, publicada en “El País Internacional”, España, fue reproducida en el suplemento Viva del mismo periódico para el que trabaja Hurtado Oviedo. En la entrevista, extensa (35 preguntas), cuatro remitieron a Costa Rica, sitio donde nació La Vargas, y en solo dos la artista se refirió al país. A ese par de respuestas responde la caracterización de Hurtado.

   Lo primero a señalar es que se está ante una entrevista periodística. O sea producida por el entrevistador (Pablo Ordaz) y, en este caso, re-producida como “extracto” por la editora de Viva (Doriam Díaz). Su texto no necesariamente dice las opiniones efectivas de La Vargas, ni da cuenta del ritmo y tonalidad del diálogo. La observación, elemental, no busca excusar a la artista. Por el contrario. Tal vez ella, por ejemplo, nombró a la costarricense que considera “prostituta” (efectiva o simbólica) y a quien se honra en Costa Rica, pero quizás en alguna de las versiones impresas se eliminó el nombre por irrelevante o por razones legales. Por el texto de Viva (fuente de Hurtado) no es posible saberlo. Y es su base para llamar “machista” y “cobarde” a La Vargas.

   Un segundo punto es que Chavela Vargas tiene prestigio como artista, no por sus juicios sobre Costa Rica o por sus análisis sociales. En estas áreas expresa opiniones personales. Ellas pueden irritar o generar discrepancia. Pero de aquí a llamarla “fascista” hay distancia.

   En especial si se adulteran (o falsean) sus dichos. Por ejemplo: Hurtado escribe que Vargas padece de “alucinante egolatría” en tanto afirma que ella no busca a los grandes sino que los grandes la buscan a ella. Autosatisfecho, Hurtado arremete, en despoblado: “Bien: los polos opuestos se atraen”. Pero lo que Vargas dice en el texto es que ella no busca a los “importantes” (la gente con poder, presidentes, etc.) sino que ellos la buscaron cuando sintieron tristeza. Y agrega: “Se acercan a mí (los importantes). Y es la tristeza la que te hace buscar al amigo, que siempre está presente”. Vargas reserva el título de “grandes” a artistas como Pedro Infante o Pedro Vargas. Y dice que al lado de ellos “la luchó”. Hurtado o no quiso leer o quiso inventarle la egolatría para quedar como “ingenioso”.

   La Vargas nació en la particular Costa Rica que le correspondió socialmente y su impresión fue la de ese su entorno inserto en la Costa Rica oficial, dominante. De ella resintió su catolicismo hipócrita, su conservadurismo machista, su mezquindad. Tampoco desea sepultar a los costarricenses. Dice sería un buen negocio instalar aquí una tienda de ataúdes e invitar a los suicidas de todo el mundo a residir en Costa Rica. Opinión semejante a la de Carlos Cortés en “Cruz de olvido”. Seguro La Vargas no lo ha leído porque está algo ciega. Ambos hacen referencia a la mediocridad de la cultura ‘oficial’. Es su criterio. Desde él se filtra humana desazón y amor por Costa Rica. Nada de fascismo.

   Es fácil ilustrar el final de esta historia. Con su poder vesánico, La Vargas hace llegar a su entrevistador el texto de Hurtado antes de que éste lo escriba. Asombrado, Ordaz lo presenta a Chavela. La anciana, ciega tras sus gafas oscuras, simula leerlo. Con una sonrisa se lo retorna: “¿Ve?”, apunta, “Se lo dije”.

 

CHAVELA VARGAS Y EL ECO DE SU VOZ

José León Sánchez , escritor.

 

Semanario Universidad,

Nº 1807


   Las palabras de Chavela Vargas expresadas al periodista del diario El País (10 de mayo) han dejando una huella en el alma del costarricense. “Costa Rica es una funeraria”, “Costa Rica es patria de suicidas”.

   Decía D. Emilio Castelar que todo va en una concordancia con el cristal con que se mira.

   La funeraria es el lugar a donde vamos a llorar, repasar los recuerdos, uncir el alma por los que se han ido. Funeraria es el lugar al que vamos de visita para despedir al ser amado.

   ¿Lo dijo así Chavela Vargas?

   La Ministra de Transportes y los periodistas citan con números de espanto el juego de los suicidas en nuestras carreteras.

   ¿Así lo expresa Chavela Vargas?

   O será que, como habla una mujer (una gran mujer) se cita nada más el lado oscuro de su pensamiento.

   Nuestra historia es rara. Y como la historia es eso: según el cristal para mirar, nos es posible citar ejemplos. 

   Don José Figueres repetía que Costa Rica es una finca donde habitan seres domesticados… como los perros.

   El expresidente Ricardo Jiménez, ante la invitación para sacar de la casa presidencial a la mujer que acusaban de puta, se le recomendó ubicar una valla alrededor de la casa del gobierno. Don Ricardo respondió que se tendría que hacer una cerca para aislar toda la ciudad de San José, dado el puterío –según él—anotado en números desde todos lo sitios de la ciudad.

   Las cartas de Yolanda Oreamuno a Lilia Ramos se hinchan de lo que algunos llaman insultos a la patria.

   Esas personas son recordadas hoy con bellos monumentos.

   Y el testamento de Lilia Ramos, ya agonizando en el Hospital de los Ancianos, dicen –y lo dicen los que nos enseñan a saber—que Costa Rica aparece en sus palabras como una tierra desértica donde los artistas fastidian y estorban.

   Y ni qué repetir las palabras de Eunice Odio expresadas al autor quince días antes de su muerte: es la radiografía del resentimiento.

   En una Asamblea del Partido Liberación Nacional el Sr. Óscar Arias, Premio Nobel de la Paz, solicitó dar una voz a sus ideas. Me fue necesario responder a nombre de los artistas de Costa Rica que nuestra voz… no tenía ningún valor.

   Chavela Vargas dice y repite lo que le ha logrado la palabra “Patria”.

   Chavela Vargas es mexicana y solicitó esa ciudadanía para trabajar. Su esposo era mexicano y ella se acogió a ese beneficio en la Constitución de México.

   En Costa Rica alguien responde.
   -“Esa lesbiana…!”

   La inconcebible fama de Chavela Vargas no le ha llegado hasta sus brazos por ser lesbiana. Me confieso lesbiano al igual que Chavela y en mi corazón siento la admiración por las mujeres que a veces siento que ya no me caben en el alma. Creo contar con gente que aplaude mis libros, no por mi lesbianismo, es por el rumor del arte que vibra en mi corazón.

   Gracias a Chavela Vargas y a su sobrino Lenín Vargas, pronto ha de ver la luz mi obra sobre esta gran artista.

   Alrededor del sol que alumbra el alma de los grandes artistas, no se ha dado el caso de Chavela Vargas.

   Siguiendo la cadencia que emiten los dedos del gran Maestro don Antonio Bribriseca, la voz de Chavela se ha elevado a una fuente inagotable desde donde emerge la poesía a chorros.

   Años han pasado estudiando su vida, hablando con genios de la música en México, para entender a la Maestra Vargas. En México se murmura que la patria azteca ha otorgado al mundo dos voces: Lucía Reyes y Chavela Vargas.

   Repiten que Chavela ha ofendido a la tierra que la vio nacer. ¡Qué tontería! La Patria, nuestra Patria, nadie la puede ofender. Es la llama de una candela que titila al final de una oración.

 

 

                APARENTES DISPUTAS SOBRE CHAVELA VARGAS



   Varias personas me escriben al sitio web indicándome que el editor de Áncora, señor Víctor Hurtado Oviedo no es costarricense, sino peruano. Otra me dice que no debía defender a Chavela porque soy chileno. En realidad mi artículo nunca intentó “defender” a la artista porque ella, en tanto artista, se afirma en una larga exposición a admiradores y detractores. Sus juicios personales, los imagino efectivamente sentidos por ella. Los sentimientos efectivamente vividos por alguien, La Vargas o cualquier otra persona, forman parte de su subjetividad radical (personalidad) y, por ello, no son “defendibles” por otros, aunque se los pueda intentar comprender e incluso acompañar (o rechazar/despreciar).

   Mi reacción a los agravios y mofas del señor Hurtado resultó de lo que estimé (puedo estar equivocado) una triple impropiedad: el sistema de insultos se incluyó en Áncora, un suplemento ‘cultural’. En esta sección no se debería insultar sino convocar al discernimiento, diálogo y debate. El mismo artículo en las páginas usuales de opinión  no habría tenido igual significado. Casi todos los días ellas incluyen las más desmedidas invectivas contra políticos de otros países (en especial Bolivia, Venezuela, Cuba, Irán, Corea) y grupos y personalidades locales. La segunda impropiedad se deriva de que el señor Hurtado es editor de Áncora. No parece adecuado usar el cargo para incluir un comentario impropio. La tercera es que la entrevista a Vargas apareció en un suplemento (Viva) del mismo periódico, sección que vende “productos culturales de masas”, y en él se destacó los juicios de la artista sobre Costa Rica. Se recordará que la entrevista se editó inicialmente en España. De allí fue ‘elegida’ y producida por el diario costarricense. Se quiso agitar el cotorro. Y de paso se le tendió al señor Hurtado lo que él tradujo como camino de oro para gritarle a Vargas “¡Fascista!” Sigue resultándome impropio.

   Que una persona de origen peruano asuma la defensa de “toda” Costa Rica es menos pintoresco de lo que parece, si es que de alguna manera lo es. Conceptualmente se trata de un dato irrelevante. Hurtado Oviedo (cuya nacionalidad efectiva desconozco) se valora a sí mismo portador de una cultura ‘oficial’, semejante, aunque no idéntica, para todos los países latinoamericanos. Sus insultos resultan así “políticamente correctos” porque hablan por una “cultura” que no es la de todos pero que presume serlo.

   La Vargas, en cambio, resulta reconocida y aplaudida por homosexuales masculinos y femeninos, adictos, borrachos, comecuras… que Quico, en “El Chavo del Ocho”, resume  como “¡chusma, chusma!”. Se entiende la agresiva reacción de Hurtado y la ‘naturalidad’ con que cree defender a todos los costarricenses “bien nacidos” contra esa “chusma”. En su espejismo, esa ‘chusma’ no es gente.

   Tampoco tiene peso significativo que quien escriba esto sea chileno o persa. Existen muchos Chiles (y variadas Costa Ricas), algunos de ellos incompatibles entre sí. Lo que La Vargas dice de Costa Rica seguro sería suscrito, en relación con Chile, por un buen número de artistas, profesionales y víctimas, por ejemplo, de la dictadura chilena de Seguridad Nacional. O por obreros trashumantes cuyas difíciles existencias han transcurrido siempre en ‘otro’ Chile. Imagino a todos ellos les hubiera gustado estar agradecidos del lugar donde nacieron. Pero serían infieles a sí mismos y a sus identidades (de luchadores) si admiraran al Chile ‘oficial’.

   Entre artistas, el punto de la identidad frustrada puede ser particularmente fuerte. Por ello mencioné “Cruz de olvido” una novela que fue Premio Nacional  y donde a Costa Rica se la llama “Costa Risa”. En el artículo que antecede a éste, del escritor José León Sánchez, varios costarricenses, expresándose desde una determinada Costa Rica (que es “su” Costa Rica), “hablan mal” de su tierra porque no la “sienten” suya. Habría que advertir que a la que sienten “su” tierra (puede radicar en sus hijos, México, sueños u otra galaxia) sí la aman. Juan Rulfo no habría escrito su “Llano en llamas” si no hubiera amado dramáticamente a su México y, por ello, no hubiese resentido con parecida fuerza a otros méxicos.

   Por el momento los seres humanos no podemos ser de otra manera.


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