Seminario Hinkelammert

ECONOMÍA Y TEOLOGÍA: LAS LEYES DEL MERCADOY LA FE

1.- “Economía y teología: las leyes del mercado y la fe” es un texto de Hinkelammert aparecido en 1989 en la revista Pasos [http://coleccion.uca.edu.sv/franz-hinkelammert/items/show/2011]. Esta versión comienza con el siguiente párrafo: “En la tradición de la ortodoxia cristiana, la relación entre cristianismo y judaísmo se ha visto desde el ángulo de la relación entre economía y teología, o entre el significado del mundo concreto y corporal de la satisfacción de necesidades y el mundo de Dios, como la teología lo describe. Por lo menos desde la Edad Media, la teología ortodoxa ha visto el conflicto del cristianismo con el judaísmo en esta perspectiva. Por eso, judaísmo y liberación se han visto como íntimamente conectados. La ortodoxia cristiana, por tanto, persiguió a la liberación junto con el judaísmo, identificando los dos” (itálicas no están en el original). La expresión “ortodoxia cristiana” ha de leerse como la institucionalización del cristianismo principal, aunque no exclusivamente, por el catolicismo (también toca al calvinismo y al luteranismo). Esta ‘ortodoxia’, a la que Hinkelammert califica de ‘sacrificial’ aparece enfrentada al judaísmo. En lo que respecta al seminario en curso, ella tampoco estaría positivamente ligada con la crítica de Pablo de Tarso a la injusticia que pesa sobre la ley cuando ésta no se sostiene en la espiritualidad de una locura de un Dios que opta por los empobrecidos de este mundo (víctimas, en el texto de “Economía y teología…”).

1.1.- La toma de partido por el judaísmo de Hinkelammert se sostiene centralmente en su lectura del sentido que atribuye a la narración del mito bíblico sobre el sacrificio de su hijo Isaac que Dios exige a Abraham (Génesis, 22). Hinkelammert ha analizado en relacion con él la tradición (más ortodoxa, la llama) sacrificial del cristianismo. Su iniciador habría sido Anselmo de Aosta (1033-1109). El autor de La maldición que pesa sobre la ley… la condensa así: “Una larga tradición sacrificial se ha apoderado del cristianismo, especialmente a partir de la teología de Anselmo de Canterbury, cuya esencia es: el hombre es sacrificado, y con Cristo acepta ser sacrificado. Su perfección está en aceptar que haya víctimas. Como tal, el cristianismo se ha integrado al ejercicio del poder” (Economía y teología…, p. 7). Abraham no sacrifica a Isaac. Hinkelammert ofrece dos lecturas de este mito. En la perspectiva teológica de Anselmo, “…Dios es este padre Abraham, que, siendo más perfecto que Abraham, mata realmente a su hijo en el altar del sacrificio. En la tradición cristiana se ha leído siempre el cuento de Abraham en estos términos. Sin embargo, no puede haber la más mínima duda de que esta lectura no corresponde de ninguna manera al texto, tal como aparece en la Biblia. Bien leído el texto, en la Biblia la fe de Abraham es lo contrario de lo que esta lectura sostiene” (Ídem). En la lectura que Hinkelammert sostiene como correcta, Abraham sube a la montaña con su hijo para sacrificarlo, Pero “… al acercarse a su víctima, Isaac resiste; Abraham se da cuenta que esta exigencia no puede venir de Dios, y dice: No. En vez de sacrificarlo, lo salvo para Dios. No obstante, este su orgullo, de ponerse por encima de la ley y ajustaría a la vida del hombre, Dios lo reconoce como fe y lo recompensa con la renovación de la promesa (…) En su forma más fiel, el mito de Abraham es un grito de libertad, una afirmación del hombre frente a la ley, que mata; es la exigencia de someter la ley a las necesidades de la vida humana. En esta forma, se devuelve a Abraham lo que hace su grandeza. Pero se devuelve su grandeza también a Dios, que no es el Dios de los sumisos, sino el Dios del hombre que se hace señor de su propia historia. También el Dios de aquellos que se levantan en contra de las leyes metafísicas de la historia, en nombre de las cuales se sacrifica a los seres humanos” (Ibíd, p. 8, itálicas no están en el original). Hinkelammert remata: “Ni Grecia, ni Roma, descubrieron esta libertad humana originada en la fe de Abraham. Jesús vivía esta fe, y la vivió hasta la muerte, en identificación con todas las víctimas de la historia, con todos los Isaacs que hay y que habrá” (Ibíd., p. 9).

2.- En el párrafo anterior se utilizó el giro ‘las leyes metafísicas de la historia’ en nombre de las cuales se sacrifica a los seres humanos. Para la teología de Anselmo, Dios ofrece en sacrificio a Jesús y con ello resulta exigible que los seres humanos no rechacen el asesinato y la inmolación (cristianismo de sometimiento) perpetrados desde los poderes que el mismo Dios ha dispuesto. Aquí no corre la máxima “asesinato es suicidio”. La generación de víctimas resulta deseo de Dios. La economía contemporánea resulta expresión de esta misma teología. Por ello Hinkelammert le demanda: “… la tarea hoy es, precisamente, preguntar por un ordenamiento económico tal que permita la vida de todos los seres humanos y de la naturaleza” (…).Sin embargo, las ideologías del mercado que actualmente están en vigencia siguen prometiendo un cielo, que sólo encubre el infierno que las leyes del mercado están produciendo. Se trata de un cielo, detrás del cual se esconde el surgimiento de una nueva ley histórica completamente metafísica-esta vez en nombre del mercado- que amenaza a la humanidad de la misma manera como otras leyes de la historia la han amenazado en este siglo” (Ibíd., p 10). ‘En este siglo’ remite al recién pasado siglo XX. Hinkelammert vivió en él la materialización de leyes metafísicas de la historia tanto en el nazismo (con su exterminio de ‘razas inferiores’) como en el establecimiento del mercado total neoliberal inaugurado en Chile (los Chicago Boys) tras el golpe militar-empresarial de 1973 en ese país.

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