F-0039 Hinkelammmert Emancipación y redención

HINKELAMMERT: PROPUESTA ANTROPOLÓGICA


1.- En el penúltimo apartado de su libro “La maldición que pesa…” Hinkelammert despliega una antropología que difiere de la que atribuye a Marx, aunque parte de ella. Para Marx, el ser humano surge de la Naturaleza que es su cuerpo inorgánico y con el que se relaciona mediante un trabajo social cuyas determinaciones (cálculo de energía, medios de producción o útiles/instrumentos, productividad, repartición, etcétera) y una sexualidad [trabajo y sexualidad constituyen factores constitutivos de la experiencia de la especie] han de pasar por su conciencia: “Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero, es decir un resultado que tenía ya existencia ideal” (p. 315). Trabajo y sexualidad (praxis) en el marco de la Matriz Natural resultan así orientadas por diseños y fines. La racionalidad de estos fines es enteramente sociohistórica. Hinkelammert aprecia que esta caracterización de la especie (trabajo/sexualidad) contiene una universalidad: “Este circuito implica la relación con los otros seres humanos y con la naturaleza circundante en el contexto de la vida humana de todos los seres humanos”. ‘Todos los seres humanos’ puede significar o la comunidad específica (trabajo y sexualidad son sociales), en cuyo caso tiene sentido inmediato, o toda la especie. En este segundo alcance la ‘universalidad’ del trabajo/sexualidad humano no es un dato que pueda seguirse de la experiencia humana. Ésta es siempre comunitaria (después social) y, al mismo tiempo singular, o sea situada. El imaginario de ‘otros’ humanos no es propuesto sino ideológicamente entre los siglos XVIII y XX. Y entró en crisis en el siglo XXI. No está en Pablo de Tarso quien no sostiene una universalidad política y culturalmente gestada sino un universalismo determinado por una común adscripción de fe religiosa. Los llamados por su Cristo-Jesús, mujeres y varones, son radicalmente distintos a los otros, los no llamados o que no se dejan llamar. Su espíritu, del que no carecen, no atiende el discurso de Pablo. El evangelio de Mateo ilustra el mismo punto “Entonces, llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?  Y él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no es concedido. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden”. En este texto existen vosotros y ellos  y otros. Y quienes ni ven ni escuchan, ellos/otros, aliens serán echados “… en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes”. Nada de universalidad. Unos y otros, bien separaditos.

2.- Independientemente de lo anterior (la cuestión de una falsa universalidad en la especie, es decir de un universalismo ideológico que se disfraza de universalidad)  Hinkelammert distingue al ser humano de otras especies ‘por no ser’ “un ser natural con necesidades específicas, sino un ser natural necesitado” (p. 316). Ello, porque no es un ser especificado sino procesual-cultural. “Por eso no puede producir para las necesidades sino solamente a partir de un proceso histórico que especifica en necesidades la necesidad fundamental de la integración en el circuito natural de la vida” (itálicas no están en el original). Un ser natural necesitado pareciera describir tanto a una planta silvestre que requiere integrarse en el circuito natural de la vida para existir horas o días como a una especie en la que algunos de sus miembros toman conciencia de su adscripción a un circuito natural de la vida que no se limita al planeta e inventa vehículos que lo transporten fuera de él cuando el planeta parece tornarse inhóspito para la vida humana. Como en el evangelista Mateo, algunos resultarán benditos y otros malditos. Lo que desea Hinkelammert es determinar una naturaleza humana: la de articularse para existir al circuito natural de la vida. Pero ésta es una abstracción. Los distintos segmentos de la especie pueden hacer esto constructiva o destructivamente en relación con el planeta y con otros seres humanos. Sectores humanos pueden imaginarse viviendo fuera del planeta porque su producción/reproducción contiene tanto tecnologías que requieren/suponen el planeta como tecnologías que no lo requieren. Por ello la conclusión de Hinkelammert,, de la que puede seguirse un humanismo ideológico, resulta discutible: “Una teoría económica no se puede hacer a partir de las necesidades, sino solamente a partir de la necesidad de estar integrado en el circuito natural de la vida (p. 317, itálicas no están en el original). El  punto es que esta integración humana puede ser política y culturalmente parcial (criterio de desagregación y violencia) o político-culturalmente integradora (cultura universal de diversos articulados constructivamente. Es decir que no determina ni ‘otros’ ni aliens). La distancia entre ambas líneas contiene opciones conflictivas y disyuntivas. Una de ellas no lleva a la especie como tal a parte alguna. Es o selectiva o suicida. La otra es una apuesta nunca emprendida y por fuerza tampoco realizada excepto ideológicamente por medio de dioses que exigen la sumisión para ganar el cielo o ídolos que siendo humanamente producidos hacen del ser humano (de todos ellos, incluso de los “ganadores”) un ‘ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable’ (p. 183).

3.- En el inicio de esta sección (Capítulo 10: Sobre la reconstitución del pensamiento crítico), Hinkelammert habla, algo confusamente, de la necesidad de recomponer el pensamiento crítico Resulta confuso porque reclama que la “… reconstitución solo es posible en continuidad” pero también de romper “… con elementos de este pensamiento crítico, que han sido considerados como centrales o esenciales” (pág. 271). Elementos centrales del pensamiento crítico son que la sociedad (el sujeto efectivo) siempre está presente, con su conflictividad, en la subjetividad de quien piensa. Y que en sociedades de clases la subjetividad que se desea práxica ha de elegir un sujeto social que sea lugar epistémico-político-cultural de transformación efectiva del mundo existente. De lo contrario, se hace filosofía o arte, por ejemplo. Conviene revisar el Capítulo 10 para verificar el tratamiento que se da a estos elementos centrales del pensamiento crítico.
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