F-4023 Seminario Modernidad e identidad en América Latina

ROSTROS DE LA MENTALIDAD MODERNA EN AMÉRICA LATINA

1.- En su apartado acerca de concepciones alternativas de la identidad cultural, Larraín insiste en que “… la identidad no consiste solo en el proceso de ser situado por las ‘narrativas del pasado’, sino también en el proceso según el cual (debió escribir por el cual) las personas se sitúan a ellas mismas en relación con esas narrativas mediante sus prácticas y modos de vida” (pág. 219; Concepciones alternativas de la identidad cultural, cap. 6). El texto contiene dos posibilidades inmediatas de utilización de la noción de ‘sujeto’. En una, el sujeto sería principalmente portador de tradición y en la otra principalmente creador/inspirador de prácticas (agente). El vínculo entre portador y creador/inspirador puede resultar complejo y diverso; para algunos estará por completo separado: se tendrá sentimiento religioso porque la familia siempre lo ha tenido pero se actuará como creyente religioso dentro del templo y no fuera del templo. El ejemplo supone escisiones personales, subjetivas, con la tradición y con uno mismo, y tiene alcances prácticos. Para otros, la tradición/memoria será patrón o modelo que orienta, o sea que permite discernir realidades cambiantes. Sin embargo en ambos casos la acción tendrá siempre un fuerte componente político (la forma precisa del orden/violencia establecido) por el cual el individuo deberá resolver si hace lo que su discernimiento le señala o le que le resulte menos inconveniente. El sujeto activo (creador/inspirador individual) muestra así una limitación subjetiva determinada, aunque no por completo, por sus condiciones inmediatas de existencia (el orden/violencia vigente y también su memoria). En principio esta limitación subjetiva podría ser superada parcial o totalmente por la comunicación-articulación constructiva en un grupo o comunidad (partido político, círculo de estudio/análisis, comunidad eclesial o artística, un sector económico, un movimiento social, etcétera). La articulación constructiva en un grupo supone siempre transacciones y formas particulares de transferencias de poder. Para el sujeto pasivo (una figura de pensamiento, no real, porque ningún individuo humano resulta enteramente pasivo; siempre significa algo para sí o para otros; esta significación proviene de acciones) el componente político aparecerá principalmente como un requerimiento de adaptación que puede resultar grato o ingrato. Se trata del individuo-en-masa. La articulación/integración será resuelta entonces individualmente o en pseudocolectivos sobredeterminados por los requerimientos de la adaptación.

2.- La esquemática presentación anterior de identidades creativas e identificaciones menos creativas no incluye sectores cuya ‘tradición’ contiene o rupturas (político-culturales e incluso económico-sociales) violentas o expulsiones sistemático/persistentes. A estas últimas, por ejemplo, respondió en América Latina la Teoría (sociológico-político-cultural) de la marginalidad (Roger Vekemans, 1921-2007). Para esta propuesta los ‘marginales’ eran poblaciones urbanas o rurales latinoamericanas asentadas relativamente fuera (en el margen) de los circuitos del desarrollo moderno. Su desafío podía ser descrito como el haber internalizado una cultura de pobreza-miseria-inferioridad que no les permitía ingresar por sí solos a la racionalidad, desarrollo y progreso modernos. No se asumían como agentes de esta modernidad porque carecían de razón instrumental, es decir no estaban suficientemente desencantados. Su sensibilidad cultural les impedía representarse y desear ser modernos y actuar como tales. Por ello se requería de programas públicos de Promoción Popular planeados y dirigidos por funcionarios modernos que facilitasen una reconversión a los ‘marginales’ (además de ayudarles subsidiariamente a mejorar por sí mismos sus condiciones materiales de existencia: darse una casa/habitación, por ejemplo). La idea no prosperó. La realidad social, epidérmica o profunda, no se dejaba representar por estos conceptos.

2.1.- Una situación distinta a los marginales presentan sectores indígenas originales cuyas comunidades se intentó romper con la Invasión y la Colonia. Los procesos invasores y colonizadores padecidos califican perfectamente de genocidio y etnocidio y ello enturbia tanto la memoria como la acción ‘actual’ de esos grupos. La propuesta de salvación para estos pueblos originarios (‘marginales’ desde el siglo XVI) tuvo la forma histórica de la guerra, la imposición cultural, el exterminio e instituciones de esclavitud larvada. Se castigó sus subjetividades y  sus procedimientos de autoestima mediante procesos de integración falsa (indigenismo). Se trató, además, de políticas públicas. La sociedad moderna significaba para ellos la presencia del acoso y la muerte (extinción biológica o cultural). En cualquier caso la modernidad no hablaba a sus colectivos (nominados ‘indios’) sino a individuos ‘otros’. Y estos individuos se sabían, al mismo tiempo, parte no desagregable de colectivos (etnias).

2.2.- Paulo Freire (1921-1997) no habla específicamente a marginales ni a pueblos indígenas. Interpela en un mismo movimiento a sectores modernos alfabetizados y a analfabetos adultos. Dice: los analfabetos adultos resultan de una producción social que no los transforma en inválidos. Porque ellos saben, de muchas maneras, leer su mundo. Si no lo supieran no podrían transitar por las calles o subirse a andamios. Así, pueden aprender a leer y escribir y ser partícipes libres y creadores (sujetos críticos) de un desarrollo nacional (es decir de algún modo comunitario) y hemisférico.

 

II

3.- La mención anterior a los pueblos originarios de América Latina y a Paulo Freire nos pone en relación con la coexistencia en la región (y en todo el planeta) no solo de grupos e individuos diversos y encontrados sino que distanciados por sus identidades y racionalidades. Ilustrado/alfabeto e ignorante analfabeto son cotidianamente escindidos en América Latina y fuera de ella por murallas de status. Algo semejante ocurre con indígenas, individuos singularmente no-modernos, allí donde ellos se hacen presentes desde sí mismos. La racionalidad moderna no se predica de una naturaleza (esencia) humana, aunque pretenda hacerlo. Los grupos expresan sensibilidades/racionalidades diversas. El colonialista Robinson (eficiente, instrumental) puede simpatizar con su criado Viernes (a quien da nombre y religión), pero no sentirse semejante a él. Viernes acepta su sumisión (Robinson le ha salvado la vida) pero no pierde su ingenio ni vitalidad mágicas. O sea, Robinson y Viernes, amo y criado, disciernen el mundo desde marcos categoriales distintos y desean, para sí y otros, desde marcos imaginarios muchas veces incompatibles. Más ampliamente que en esa novela (1719), una religiosidad natural que ve en la Naturaleza una Madre, tiende a chocar con las religiosidades que la tratan como si fuese un campo para infinitas operaciones, la mayor parte o su parte más densa, productivo-comerciales. También choca con una religiosidad del Padre inescrutable cuya inserción en el mundo significa tanto desolación como consuelo. Se trata de tener fe en que Dios sabe lo que hace. Se torna imprescindible orar mucho. Quien ora, espera. No resulta proactivo. En otro frente clerical, prolongación de la reforma europea, el presidente Trump adhiere al presbiterianismo y su fe religiosa le dice que haga lo que haga está predestinado desde siempre a condenarse o salvarse. Sin embargo el haber conseguido mucho dinero podría ser un signo de su eventual salvación, cualquiera sea la forma en que lo haya conseguido. Su Dios todopoderoso domina toda la historia y no existen alternativas para una Voluntad que prefiere ensalzar a algunos y destruir a otros. Para el latinoamericano lanzado al sitio de los miserables/vulnerables se está en distintos caminos de sensibilidad religiosa que lo llevan a un mismo final: no habrá piedad ni oportunidad para él, como sector social, en este mundo. Y del otro, en realidad nadie puede dar noticia cierta. El camino de la desesperación y la furia tiene la misma raíz que la del envilecimiento en la desesperanza.

3.1.- El escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) no se sentía latinoamericano porque se experimentaba indo-afro-iberoamericano. Y además nacionalmente mexicano, chileno y  argentino (vivió y creció probablemente en las capitales de esos países), pero también deudor de Estados Unidos, Suiza, Francia y España (América Latina. Marca registrada, pág. 37). Su entrevistador se siente obligado a preguntarle: “De acuerdo a lo que usted dice, se confirmaría que el latinoamericano tiene un sentido de otredad, un sentido de no estar donde debe y de querer estar siempre en otra parte…” Pero Fuentes lo interrumpe: “Yo me siento muy contento en muchas partes del mundo y las añoro a todas; en ese sentido tengo esa otredad porque quisiera a la vez estar en Buenos Aires o en Santiago o en Caracas y no estoy; estoy en otra parte. En ese sentido, sí” (Ídem). Fuentes se describe como un indo-afro-ibérico agradecido de estar/ser en todas partes porque puede encontrarse a sí mismo (física o espiritualmente) en todas esas otras partes. Renacerá cada vez en el lugar distinto pero seguirá siendo él mismo. ¿Será su indo-afro-iberoamericanidad semejante a la de una de mujer prostituta de 28 años (pero que aparenta 57) en las cercanías del Mercado Borbón? ¿O a la de un emigrante haitiano triplemente no deseado? América Latina es un nombre cómodo que contiene muchos mundos conflictivos (en el sentido de que unos engendran a otros como su negación) y paralelos (porque puede fingirse el que no se encuentren).

4.- Los actuales procesos de mundialización contienen el espejismo (que Fuentes experimentaba antes de que esta mundialización se materializara) de un mundo siempre presente y disponible para todos. Es el mundo a la vez de la Internet, de las redes sociales, de la omnipresencia del espectáculo. El mundo de un permanente Mundial de Fútbol. Un mundo que no compromete porque en él todo puede cambiar y seguir siendo igual. Sea que la satisfacción/gratificación se obtenga de A, B, o C hoy, y mañana de Y, X, Z. Por supuesto, están los emigrantes triplemente no-deseados, los terroristas, las malas razas, los “indignados”, el narco. También los llamados ‘resurgimientos fascistas’. Y el calentamiento global. Pero prevalece el sentimiento de que estos eventos se desvanecerán y el mundo seguirá siendo como ha llegado a ser. Para muchos latinoamericanos es cosa de saberse endeudar. El mundo apabullante por inexorable y sin cortes (Netflix) de los mercados de todo tipo y nivel avisa que todo-será-siempre-más-de lo-mismo aunque renovado-diversificado. Este  mundo confiere identificaciones para todos. Antes, un  imprescindible Viernes pagaba a Robinson con sus servicios. Hoy, ‘todos’ se imaginan ser servidos.
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La referencia a Carlos Fuentes fue tomada de Sergio Marras, “América Latina. Marca Registrada” (Andrés Bello, Santiago de Chile, 1992).