F-4023 Seminario Modernidad e identidad en América Latina

OTRO ITINERARIO PARA MODERNIDAD, RAZÓN E IDENTIDAD EN AMÉRICA LATINA

1.- J. Larraín ha indicado que el otro factor que lo llevó a pensar su trabajo sobre “Modernidad, razón e identidad…” fue el aniversario de la Invasión ibérica de lo que hoy es América Latina y el Caribe. Ese aniversario se presentó primero como “celebración” del Descubrimiento (un nombre que, entre otros desdenes, ‘naturalizaba’ a las civilizaciones y culturas de esta parte del mundo) y, después, como una fiesta por el Encuentro de Culturas. Por mucho tiempo se conoció al 12 de octubre entre los latinoamericanos como el ‘Día de la Raza’. Como se advierte, los latinoamericanos constituiríamos una “raza”. Con otros, José Vasconcelos la llamó “Raza cósmica”. Para él esta ‘raza’ concretaría la universalidad de la especie. Larraín llama a la irrupción ibérica “conquista” y “colonia”. Los pueblos originarios de América, o sus dirigentes, la valoran Invasión.

2.- Un texto de 1993 (Fenomenología del mestizo) muestra otro camino para entender ‘nuestra’ (la latinoamericana, escasamente nuestra) identidad: “Entre los giros expresivos que han surgido para referirse a o caracterizar con propiedad lo que algunos gobiernos y jerarquías han querido celebrar como los 500 años del Descubrimiento de América, está el de la Conquista Interminable (cf. "1492-1992. La interminable Conquista; Emancipación e identidad de América Latina", H. Dieterich, editor). No se trata aquí de disputar el acierto de otras formulaciones (Encubrimiento, Invasión, p. e.), sino de resaltar que la expresión "conquista interminable", que hace directa referencia al proceso mediante el que se ha venido configurando lo que es hoy América Latina, enfatiza su carácter histórico complejo y conflictivo y, con él, las responsabilidades que competen a los diversos grupos humanos en su producción. La fórmula dice inicialmente: "Cinco siglos no han sido suficientes para hacer de América Latina y de sus poblaciones una conquista".

Desde luego, el sentido anterior de "conquista interminable" puede ser de inmediato asociado con resistencia. De hecho, muchos grupos determinan, con justicia, el Quinto Centenario como una conmemoración de sus 500 años de Resistencia. No hemos podido ser conquistados, es decir adquiridos mediante la fuerza, señalan con orgullo, etnias y naciones, gentes, que conforman los pueblos profundos de nuestro subcontinente. No han podido ser conquistados (otomíes en México, pipiles en Guatemala, apiakas en Brasil, quechuas en Bolivia, Perú, Ecuador y Argentina, chulupis en Paraguay y Argentina, mapuches en Chile y Argentina, por indicar algunos grupos étnicos), porque han tenido la fuerza material y espiritual (en la pobreza extrema en que los ha dejado el despojo y la persecución y la agresión sistemática que se ha ejercido durante 500 años contra lo que son) para insistir en seguir siendo ellos mismos o para buscar cambiar, desde su propia temporalidad, sin extraviar raíces. "Indio porfiado", dijeron españoles y portugueses conquistadores hace 500 años. "Indio porfiado" sigue repitiendo el ladino (blanco, mestizo, anti-indio, en la versión guatemalteca) religioso o laico 500 años después, quizás sin advertir que no es sólo tozudo quien resiste sino también y sobre todo quien insiste. Por eso la Invasión/Conquista Interminable dice asimismo y mucho de la odiosa espiritualidad de quienes han persistido durante cinco siglos en querer atropellar y conquistar.

“Conquistar", es claro, admite al menos dos intenciones: conseguir por medio de las armas y, también, buscar y ganar la voluntad de alguien. Ahora, cuando se habla en América Latina de adquirir por medio de las armas uno no puede pensar exclusivamente en los pueblos profundos con los que coexistimos aun cuando muchas veces los tomemos invisibles. Fueron conseguidos por medio de las armas y el dinero los esclavos africanos que están en el origen de nuestra negritud aún más invisible que la indianidad para nuestras sociedades mestizas. Esos seres humanos constituyen entre nosotros una seña dolorosa de que en la raíz de la propiedad y de la riqueza está  el despojo por medio de la violencia armada. Por eso tampoco puede extrañar que durante 500 años hayan sido reprimidos y asesinados campesinos y obreros y estudiantes y pobladores y, en general, los humildes en todo el subcontinente y sus islas. En América Latina y el Caribe la propiedad y sus privilegios se defienden todavía como se constituyeron, con independencia de cualquier formalidad normativa. Una Conquista (Invasión) Interminable nos muestra también que "ladino mata a ladino", si éste es pobre y se interpone y se insolenta o interfiere en la distribución "natural" de la riqueza. Como las etnias indias, los empobrecidos tampoco han podido (o querido) ser "conquistados" en América Latina. Nuestras sociedades de violencia y exclusión y despojo continúan produciéndolos y persiguiéndolos como hace 500 años, sólo que ahora son más. Y los humildes de nuestro subcontinente siguen resistiéndose a ser excluidos, a ser victimizados, a que se les niegue la dignidad y la humanidad. 500 años de sobrevivencia de los humildes y, en muchas regiones, de guerra contra ellos. Un militar chileno acostumbraba a decir que lo que más le sorprendía y repugnaba de los pobres era que se resistían a desaparecer (como siempre, el general mentía: lo que realmente lo intranquilizaba era que algunos pobres luchaban). 500 años en los que las oligarquías no han podido o querido conquistar su lujuria y su egoísmo y su crueldad. Conquista (Invasión) Interminable contra los indios. Conquista (Invasión) Interminable contra los pobres. 500 años de interminable guerra en la que no se ha escatimado nada: iglesias, modernizaciones, genocidios, etnocidios, seguridades hemisféricas y nacionales, “democracias”; de todo, excepto humanidad. Quizás nadie puede dar lo que no ha producido para sí mismo.
 
Occidente en realidad se ha movilizado, ‘espiritual’ y materialmente, para conquistar (expoliar, discriminar, arrasar, humillar. vencer, degradar, escarnecer, fetichizar) América Latina. 500 años después no ha rematado su tarea perversa. Y, sin embargo, sus dirigencias se preparan para celebrar (¿su persistencia en su violencia destructiva, su espiritualidad fetichizada y hoy cínica, su impudor?) una conquista/invasión que no pueden consumar porque en estas nuestras sociedades latinoamericanas Occidente no ha logrado ni vencer ni seducir. 500 años de guerra en los que Occidente no se muestra capaz de entender que, para triunfar, debe conquistarse (purgar, expiar) a sí mismo.” (H. Gallardo: Fenomenología del ladino, DEI).
___________________________________