F-4023 Modernidad e identidad en América Latina


PRESENTACIÓN


1.- En su Introducción a “Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad” (1982), Marshall Berman escribe:  “La vorágine de la vida moderna ha sido alimentada por muchas fuentes: los grandes descubrimiento en las ciencias físicas, que han cambiado nuestras imágenes del universo y nuestro lugar en él; la industrialización de la producción, que transforma el conocimiento científico en tecnología, crea nuevos entornos humanos y destruye los antiguos, acelera el ritmo general de la vida, genera nuevas formas de poder colectivo y de lucha de clases; las inmensas alteraciones demográficas, que han separado a millones de personas de su hábitat ancestral, lanzándolas a nuevas vidas a través de medio mundo; el crecimiento urbano, rápido y a menudo caótico; los sistemas de comunicación de masas, de desarrollo dinámico, que envuelven y unen a los a los pueblos y sociedades más diversos, los Estados cada vez más poderosos, estructurados y dirigidos burocráticamente que se esfuerzan constantemente por ampliar sus poderes; los movimientos sociales masivos de personas y pueblos, que desafían a sus dirigentes políticos y económicos y se esfuerzan por conseguir cierto control sobre sus vidas; y, finalmente, conduciendo y manteniendo a todas estas personas e instituciones, un mercado capitalista siempre en expansión y drásticamente fluctuante” (págs. 1-2).

    Berman llama al fundamento social de este perpetuo devenir “modernización”. Y a la inclinación a asumir culturalmente, mejor o peor lograda, su vorágine, “modernismo”. Su libro versa sobre la tensión existente entre modernización y modernismo.

2.- En la descripción que Berman hace no se singularizan dos aspectos especiales de la dialéctica entre modernización y modernismo. El primero es el vínculo entre la colectiva experiencia humana y el mundo sobrenatural, al cual puede entenderse bajo el concepto de religiosidad. El modernismo podría coexistir con una reafirmación teísta de Dios, con el deísmo, con la asunción de la muerte de Dios y las divinidades, con la divinización de la experiencia humana y su idolatría. Con la indiferencia religiosa Más específicamente, con la tensión entre comunidades religiosas, iglesias institucionalizadas y aparatos clericales. Esta dimensión: el complejo vínculo subjetivo entre el mundo terrenal y el mundo sobrenatural, no puede ignorarse desde la experiencia histórica de los latinoamericanos. Nuestros ‘modernismo’ y modernizaciones’ coexisten de distintas formas con el culto mariano. Cualquiera sea la manera como se entienda la identidad latinoamericana no resulta factible aislarla del imaginario religioso de sus poblaciones. Menos cuando se es testigo del fenómeno inédito de la escogencia de un Papa ‘latinoamericano’.

   El segundo aspecto, aunque parezca contenido en giros como "crea nuevos entornos humanos y destruye los antiguos", "inmensas alteraciones demográficas, que han separado a millones de personas de su hábitat ancestral" o "los sistemas de comunicación de masas, de desarrollo dinámico, que envuelven y unen a los a los pueblos y sociedades más diversos", por ejemplo, es que la pareja modernización/modernismo, vista como tensión, supone o contiene formas variadas de imperio (dominación) que se expresan bajo las formas más antiguas de dominación político-cultural tales como propio/ajeno, adentro/afuera (extrañación) y centro/periferia lo que supone interiorizaciones (subjetividades) complejas que incluso pueden ser determinadas o como paralelas ('cultura de la pobreza', por ejemplo), o, sin conflicto como universalismos abstractos, o sea universalidades falsas. En la biblia del neoliberalismo latinoamericano, por ejemplo, se escribe: "Vivimos en mundo de desencanto, es un mundo sin excusas, sin culpa, sin yanquis. 'Imperialismo', 'soberanía', 'la deuda' --susurros que ya no sirven para proclamarse como víctimas. América Latina (sus poblamientos diferenciados) es su propio agente de acción, será responsable de sus éxitos o fracasos" (Barry B. Levine: "Un manifiesto liberal para América Latina en una era de desencanto", pág. 65. El paréntesis no figura en el original). Entre los latinoamericanos las desagregaciones sobredeterminadas por sexo-género, propiedad o ausencia de ella, edad, referencia étnica, opulencia/miseria,etcétera), se dan determinaciones específicas que no resultan idénticas a las que se expresan en el Reino Unido o Nueva York o Somalia. Se trata de la tensión obvia entre singularidad o situacionalidad y universalidad de la especie, usualmente resuelta desde los centros de poder (locales, nacionales, internacionales...) mediante universalismos abstractos. En este seminario no resulta factible prescindir de su crítica.
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