Universidad Omega,
N° 9, marzo 2016.

   La edición 2123 del Semanario Universidad buscó quizás atraer lectores con una portada en la que se preguntaba “¿Para qué quiere volver?, titular que remitía a un dibujo del rostro del expresidente Óscar Arias quien, como ha dicho en las últimas semanas, siente que el país no tiene rumbo y que los ciudadanos le hacen llegar su deseo para que asuma por tercera vez el liderazgo conceptual y político desde la presidencia. La pregunta de la portada vuelve a repetirse en las páginas 4 y 5 del Semanario, esta vez con fotos de archivo de Arias, tal vez para no mostrarlo en su actual decadencia anciana. El dibujo de portada lo muestra casi sexi. Aquí el titular se ha ampliado. Reza: “La pregunta ahora es: ¿para qué querría volver Arias?”.

    Sin duda el tema tiene interés periodístico. Pero la nota (dos páginas), firmada por Álvaro Murillo, no avanza en la respuesta. Se limita a reproducir (excepto quizás en párrafos introductorios) lo que otros medios ya habían publicado sobre el asunto y a remarcar lo obvio: Óscar Arias es hoy un anciano en decadencia física y mental y la agitación de un tercer mandato podría conducirlo a la tumba. Pero la crónica del semanario no explora este ángulo. Más bien apunta a que las “nuevas generaciones” (millennials: entre 18 y 34 años) no saben de Óscar y no les importa no saberlo. Conformarían una especie de Tea Party estadounidense a lo bruto, si es que esto último resulta factible. Bueno, un rasgo de las ciudadanías modernas es que pueden comportarse estúpidamente. Donald Trump encabeza con cierta comodidad el voto que designa al candidato republicano a la presidencia de EUA. Los millennials, que se sepa, no están vacunados contra la estupidez ciudadana. Además son un sector limitado y urbano de la ciudadanía.

   Universidad viene configurándose más como revista semanal que como diario. Es buena idea. Pero una revista que publica refritos de lo que los ciudadanos ya conocen por la prensa escrita diaria, los telediarios e Internet, carece de sentido. Una revista/semanario tiene que darle un plus a esa información. Otros criterios y, sobre todo, información que los demás no rozan.

   En el caso de Óscar Arias y su deseo de volver a ser Presidente existen ángulos no tocados. Uno es el sistema económico familiar y social que sostiene a Arias, empezando por sus haberes personales. Los negocios entendemos los maneja su hermano. Pero la fortuna del grupo Arias ha de ser cuantiosa. Y cuando alguien posee una fortuna cuantiosa desea más. Y más. Y más. No es asunto solo de números. Es también de sectores económicos. Energía, por ejemplo ¿interesa a los Arias y asociados? Hoy los negocios pasan por transferir activos públicos a manos privadas. ¿Cuál es el peso del grupo Arias en el sector financiero? Si el periodista escarba (y no lo callan) podría informarnos de los negocios que interesan a los Arias y los que no les interesan. Y si su adversario es el hijo dilecto de la señora Olsen se podrían investigar cuáles expectativas y cuáles realidades enfrentan a los Arias y al Jr. La investigación es difícil y peligrosa. Pero para eso están las revistas independientes y sus periodistas. El punto interesa porque explica por qué y para qué La Nación S.A. apoyará la candidatura del anciano expresidente. Y por qué podría ganar la elección tenga o no (descuiden, lo tendrá) el voto de los millennials.

   Un segundo frente no mencionado en esta posible candidatura es la vanidad, galácticamente reconocida, de Óscar Arias. En Costa Rica su infatuación lo lleva a medirse con José Figueres Ferrer electo por los ciudadanos en algún momento la personalidad política costarricense del Siglo XX. Figueres ejerció la presidencia en tres ocasiones. Óscar solo lleva dos. Y aventajaría a Figueres Ferrer porque sus presidencias resultarían de procesos electorales. Dentro de las anécdotas ingratas (han de existir gratas) ligadas a la vanidad de Óscar está la remoción de una estatua de Figueres emplazada en la Plaza de la Democracia que Arias considera suya. La excusa para apearla fue ubicarla en un sitio donde luciera mejor. Hoy se ignora su paradero. La razón del secuestro es que Óscar desea que su propia estatua sea la que atraiga palomas en esa plaza.

   Una revista en lugar de refreír pudo investigar negocios y vanidad. Y el semanario/revista se habría anotado varios puntos. Desde luego también el cronista correría el riesgo de ser despedido. Pero la práctica de un periodismo independiente e informado tiene siempre esa guillotina presente.

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