Red de Desarrollo Integral

del Bajío,  Guanajuato, México,

agosto 2208..

 

 

       La noción de ‘estrategia’ remite a un proceso en curso en el que intentamos ser actores. Indica las metas que, en ese momento, cuando nos imaginamos el referente estratégico, querríamos alcanzar. Esas metas pueden ser subjetivas (integración personal o de un equipo), objetivas (lograr que se apruebe una legislación o que culturalmente desaparezca la violencia contra sectores vulnerables de la población, como las mujeres e indígenas) y organizacionales (darse las condiciones como colectivo para alcanzar una altísima efectividad).

    Los procesos tienen momentos (particularizados en el espacio y tiempo, en la dotación de recursos, etc.). En cada momento se debe tener presente lo que él, ese momento, significa (su logro o frustración) para el proceso estratégico. Por ejemplo, si quiero crear una cooperativa de tejedoras, habrá un momento que es el de inscripción jurídica o legal, que debo llenar con éxito. O si quiero gestar una movilización contra el precio de los alimentos de primera necesidad, habrá un momento de convocatoria social, otro de organización y también uno de planificación y uno de seguimiento. El resultado de esos momentos, en los que soy actor o protagonista, facilitará o impedirá el logro de metas estratégicas. Para las cooperadas, por ejemplo, la cooperativa puede significar la resolución de sus desafíos de trabajo y de ingreso (y con ello avanzar en autoestima e identidad propia) abriendo así la posibilidad de educar a los hijos. La marcha contra el precio de los frijoles puede tener como objetivo o que la autoridad controle su precio y distribución o mostrar el carácter antipopular del Gobierno o, más allá, del orden capitalista a que se somete México.

    La perspectiva estratégica, en el caso de la movilización, podría combinar las tres metas u objetivos señalados.

    Como se advierte, la noción de estrategia remite a un mejor discernimiento o comprensión del sentido de sus acciones para un actor popular o político. Cuando los actores populares tienen una comprensión estratégica de lo que significan sus acciones puntuales o parciales (momentos), entonces son actores sociopolíticos. Esto quiere decir que aspiran, y se dan medios, no solo para alcanzar metas de mejoramiento, sino también para alterar o cambiar el 'orden' o sentido del sistema que produce (o en el que se generan) sus desafíos o conflictos (estos conflictos se siguen de no tener empleo e ingreso o de no poder pagar los precios de los alimentos, en el caso de uno de nuestros ejemplos).

    Sectores de mujeres, en otro ejemplo, podrían organizarse para no ser agredidas (acosadas sexualmente, discriminadas o postergadas socialmente, asesinadas, etc.) por los varones. Podrían considerar que una manera de lograrlo es meterlos a todos a la cárcel o enviarlos a otro planeta. Esa meta estratégica, de alcanzarse, cambiaría enormemente el alcance de las agresiones, pero no las eliminaría porque algunos sectores de féminas (mujeres) comenzarían a comportarse como varones: dominarían, explotarían, vejarían, se darían una ‘espiritualidad patriarcal. Esto porque el patriarcado o machismo es un factor cultural (una lógica o ‘racionalidad’) del sistema y afecta o compromete no solo a los varones, sino también a las féminas (y a las relaciones de los seres humanos con las cosas y otros seres humanos) y penetra las instituciones como la propiedad, las familias, la escuela, la iglesia, el prestigio, los medios masivos.

    Por ello la lucha estratégica de esas mujeres tendría que orientarse contra la lógica o ‘racionalidad’ patriarcal, o machista o sexista. Es decir que tendría que orientarse contra el sistema. O al menos contra uno de sus factores (factor sistémico).

    En esa lucha pueden existir muchos momentos: por ejemplo, algunas (y algunos) buscarán, con éxito, transformar su relación de pareja. Otras, revertir la lógica patriarcal de su familia. Más allá, habrá quienes se organizarán por un lenguaje inclusivo, no sexista, en la vida diaria y en los medios masivos. Otras/otros buscarán que en el Estado de Guanajuato la legislación contemple, proteja y potencie a las mujeres. Pero todos ellos serán momentos legítimos, de diverso alcance o incidencia, de una lucha estratégica antisistema.

    Pero también todos esos momentos, los más pequeños y los más amplios, operacionalizados en acciones específicas, constituirán una práctica política o sociopolítica.

    La práctica política no es privilegio o monopolio del Gobierno, los partidos o los Estados. Toda acción que busque alterar (liberadoramente) las tramas sociales básicas (relaciones de sexo-género, o las formas de propiedad (universalizar las cooperativas, por ejemplo) tiene carácter político, aunque sus actores o sujetos no lo sepan o no lo crean. Ahora, las acciones antisistema son, por definición, políticas. Por eso demandan una comprensión estratégica del sistema. Esta comprensión puede contener, sin problemas, un componente pasional.

II


   Un sistema es la forma en que se presenta una estructura (o complejo de estructuras). Las formaciones sociales modernas se configuran mediante la articulación de estructuras que son animadas por principios de dominación. Los principios de dominación generan prácticas e instituciones de imperio unilateral (como el dominio del capital sobre las personas, el dominio de los varones sobre las mujeres, el dominio de los obispos y curas sobre los laicos, el de los adultos sobre los niños, jóvenes y ancianos, el de los ‘intelectuales’ y científicos sobre los conocimientos y apreciaciones de la gente de a pie , o el de la burocracia estatal y privada o corporativa sobre las necesidades humanas de la población).

    Un sistema de dominación, o modo de dominación, busca, mediante sus prácticas e instituciones, dominar y, a la vez, reproducir las condiciones que permiten su imperio. Por ello las prácticas políticas populares liberadoras pueden orientarse contra los ‘efectos’ del sistema o contra su (s) lógica (s) o contra ambos. ‘Tocar’ (mediante el sentimiento, la imaginación, el pensamiento y la acción organizada) el sistema o la estructura de dominación para buscar transformarlos (reposicionarlos, reconstituirlos) liberadoramente resulta imprescindible para acabar con las dominaciones sistémicas, las vejaciones, las discriminaciones o las ‘injusticias’.

    Los principios básicos de dominación sistémica o estructural en las formaciones sociales latinoamericanas son:


-    La propiedad económica excluyente y monopólica (de clase y sector) oligárquica y extranjerizante
-    La administración libidinal sexista con imperio masculino, genitalmente focalizada, ‘adulta’, clericalmente acosada (pecado, culpa)
-    La jerarquización social naturalizada (oligárquica)
-    La jerarquización político-gubernamental naturalizada (dirigentes y dirigidos)
-    El monopolio oligárquico, neoligárquico, clerical y dependiente de la producción simbólica
-    Las formas del capitalismo oligárquico dependiente.

    Las formas de resistencia (emocionales, imaginarias, práctico-organizativas, etc.) populares de liberación tienen como referente estratégico estos principios (algunos de ellos o todos) de dominación y las instituciones y sectores sociales que los materializan (personifican).

    Esos principios de dominación pueden funcionar como criterios articuladores de las luchas populares ‘en apariencia’ (o sea fenoménicamente) muy distintas.

    Por ejemplo, el principio de imperio libidinal (o sexual) de dominación es referente estratégico de luchas de mujeres con teoría de género, de jóvenes (contra criterios adultocéntricos) , de pequeños campesinos (que asumen la tierra como raíz cultural o de existencia personal y familiar), de indígenas originarios (que valoran culturalmente la tierra como principio metafísico de vida), de ecologistas radicales (juzgan el sistema capitalista global como destructor de la Naturaleza), de activistas por el desarme mundial y la paz, de creyentes religiosos antiidolátricos…, sectores que poseen (existencialmente) y dan, cada uno de ellos y todos, luchas particulares y específicas, pero que podrían articularse (cuando sientan la necesidad y se abran a la posibilidad) con referencia a una administración social de la energía sexual polimorfa liberadora, creativa, no genitalmente reductiva, generadora de integración personal, autoestima y voluntad de vida (una forma erótica, gratificante, amable, de estar en el mundo y de serlo). Sin duda esto se vincula asimismo con la formas de propiedad y apropiación, trabajo y empleo.

    El discernimiento (comprensión) estratégico es básicamente conceptual. Forma parte de la teoría social y política (cultural) de los colectivos populares. Facilita vincular movilizaciones y movimientos y generar articulaciones novedosas para tener más vigor en luchas propias (específicas y particulares) y antisistémicas. Potencia asimismo la asunción de identidades populares efectivas (por oposición a las identificaciones sociales inerciales que el sistema procura y que son función de su reproducción).

    Hoy la articulación de sectores y grupos en lucha se entiende como muchas veces como red. Una red es un circuito de servicios de información que sus usuarios desean y logran transformar en comunicación. Esta comunicación la utilizan para sus luchas particulares y para avanzar también en el logro de sus metas estratégicas. Forma parte asimismo del proceso de integración de sus (procesuales) identidades efectivas. Un actor popular es sabio, por decirlo así, cuando su acción política legítima va incidiendo en su autonomía y autoestima (identidades autoproducidas) y alimentándolas. Esto no garantiza su triunfo pero sí da radicalidad y valor socio humano a su empeño.


 


    Intervenciones

    1.- Se ha hablado varias veces de actores populares y sociopolíticos. ¿A qué se refiere específicamente?

    HG.- Son categorías de análisis social y designan sectores sociales y ciudadanos que han sido puestos (por el sistema y sus lógicas) en situaciones de vulnerabilidad social y por ello atraen la discriminación o la explotación, por citar dos referentes. Una obrera étnicamente indígena o con pocos estudios formales, por ejemplo. Se la agrede por ser obrera, por ser indígena y por tener dificultades para expresarse como la gente ‘bien educada’. Las agresiones pueden ser brutales (como en Ciudad Juárez) o ‘blandas’, como hacerla sentirse ridícula e inferior o culpable en cualquier espacio social.

    Hay un lema que condensa bien lo que es un actor popular, que es algo distinto a formar parte de un sector social popular. Es de un europeo. Dice: “Pueblo, o popular, es quien no es dueño de su vida y lo sabe”. Es decir son sectores sociales que aprenden a sentir su discriminación y se organizan para cambiar esa situación. Son actores sociopolíticos porque se confieren capacidad para crear escenarios políticos e incidir en las tramas sociales básicas y también en las políticas públicas (o sea en los asuntos que a veces se consideran monopolio del Estado y de los partidos políticos).

    2.- Entonces, ¿no es necesario ser pobre para ser parte de un sector popular?

    HG.- Es que en las sociedades con principio de dominación se puede ser pobre, o, mejor, empobrecido, de diversas maneras. Las dirigentes de colectivos de mujeres que están en este encuentro se sienten empobrecidas por la dominación patriarcal o machista, que les impide testimoniar la forma femenina de existir humanamente, de estar en el mundo, no necesariamente porque carezcan de ingresos suficientes personales o familiares. A un creyente religioso se le empobrece cuando se le hace adorar ídolos como, por ejemplo, se le inyecta que la letra del evangelio es la verdad que debe ser seguida. Lo que ocurre es que solemos asociar ‘pobre’ con condiciones puramente económicas, miseria y pobreza, e invisibilizamos que nuestras sociedades hacen que determinadas personas y sectores no puedan hablar, en el sentido de que si hablan nadie las escucha, no significan. Para la dominación resultan insignificantes.

    3.- ¿Qué quiso decir con tramas sociales básicas?
        
    HG.- Para existir los seres humanos deben realizar al menos las siguientes prácticas: trabajar (porque la comida (o valores de uso) no cae del cielo; si alguien no trabaja es porque otros trabajan por él); tener relaciones sexuales, porque si no se acaba la especie (ustedes pueden hacer votos de castidad porque hay cinco mil millones de personas o más en el planeta que no los hacen, pero si Eva y Adán se hubieran empeñado en ser castos, o él hubiera padecido impotencia, hasta allí llega la historia). En el trabajo y en su sexualidad los seres humanos producen cultura (lenguajes, representaciones simbólicas, discursos, emocionalidades, instituciones) para darles sentido y apropiárselas y comunicarlas como experiencia humana o de humanidad legítima. Por esto mismo, porque gustan de justificar su legitimidad constituyen un orden social y lo reproducen mediante la fuerza, su internalización y una organización institucionalizada, que parece ‘natural’, de la existencia cotidiana. Entonces aquí existe una indicación sobre tramas sociales básicas.

    “Trama” hace referencia tanto a vínculo constitutivo de un tejido como a artificio orientado contra otros (la tela de una araña es una trama, con ese doble contenido), y todas las sociedades humanas se constituyen mediante tramas determinadas por el trabajo, la sexualidad, su lectura simbólica y su apropiación, los imperios políticos (legislación, gobierno, en las sociedades modernas) y la existencia cotidiana.

    Los sectores populares, es decir los producidos como sin poder o vulnerables, están atrapados en esas tramas y por ellas. Si lo saben o lo presienten, se organizan para resistir y “desatraparse”, es decir buscan incidir en ellas para liberarse y comunicar su testimonio (lucha) como expresión de universalidad (humanización). Las luchas populares, las de las cooperativistas, las de las feministas, las de los indígenas, las de los sindicatos, etc., pueden entenderse como parte de un proceso necesario de humanización desde experiencias particulares de opresión.

    4.- ¿Toda acción política popular es antisistema o estratégica?
   
    HG.- Bueno, la expresión “acción política popular”, fuera de este discurso, es polisémica, o sea tiene muchos sentidos. Profesores pidiendo que les aumenten el salario para dar mejor atención a sus familias suponen y refuerzan el sistema, lo sepan o no. Y profesores mal pagados sin duda configuran un sector social popular. Pero si se quedan en esa petición, no constituyen un actor político popular.

    Para que ese sector social vulnerable, u otros, se autodeterminen como actores políticos populares tienen que sentir rechazo no solo por los efectos que en ellos provoca el sistema, sino vincular esos efectos con la lógica del sistema mismo. En este caso del ejemplo, preguntarse cómo se constituye la relación salarial, cuál es su carácter. O en el caso de las mujeres, cómo se constituye la relación patriarcal, cuál es su carácter. No se trata de que lleguen a preguntarse por eso el primer día de su lucha, pero sí de que su proceso de lucha, y con ello sus formas organizativas, los lleven a hacerse esa pregunta, radicalmente, en el sentido de cómo los afecta o compromete social y humanamente.


   Cuando se logra pensar el sistema, sus lógicas, instituciones, como se reproduce…., entonces esos grupos populares pueden proponerse metas estratégicas en sentido estricto. Tienen o se están dando (proceso) una comprensión estratégica del sistema de dominación. Esta comprensión corre al mismo tiempo con la integración de su identidad autoproducida y ofrecida a otros. Desde estos caracteres, comprensión e identidad (y organización) todas sus acciones son políticas, aunque no sean partidarias y aunque no remitan inmediatamente al Estado, ya sea para exigirle algo ya sea para transformarlo liberadoramente. Sus acciones políticas pueden remitirse a otros sectores sociales populares, por ejemplo, en la búsqueda de constituir nuevas y liberadoras tramas sociales. Por supuesto, en algún momento del proceso de lucha se encontrarán con el Estado o el Estado los perseguirá para desmantelarlos.

 

    5.- ¿La comprensión y la teoría son compatibles con la pasión?


    HG.- El pensamiento popular liberador posee una raíz pasional de la que no debe desprenderse. Esta pasión debe penetrar los conceptos y su lucidez. En este campo lo incompatible con el pensamiento popular son la racionalidad burocrática y la razón conformista y cientificista (inercial, disciplinar). Pasión y utopía son constitutivos del pensamiento popular.


    6.- ¿Cómo es que el sistema (Estado u otros) busca reproducir las condiciones que permiten su dominación?

    HG.- Si usted se enamora debe preocuparse porque el otro o la otra, su pareja, no solo lo quiera hoy sino que lo siga queriendo mañana. O sea usted debe velar por la continuidad del proceso. Esta continuidad no es azarosa, no depende de la casualidad. Si usted de cariñoso pasa a ser hosco, tal vez el amor no dure. Si usted, de atender con deseo y comprensión las demandas sexuales del otro pasa a alegar excesos de trabajo o dolores de cabeza o que su nueva pasión es el fútbol, y la relación se ha construido sobre una sexualidad ardorosa y abundante, entonces probablemente la pareja tenga desafíos. Entonces hay que crear las condiciones e i9nstituciones para que los procesos se mantengan en el tiempo, se den las posibilidades de su continuidad.

    Lo mismo o semejante ocurre con el ‘orden social’. Si descansa en la propiedad privada excluyente (porque no puede universalizarse), entonces hay que crear las condiciones para que esa propiedad se mantenga. Si ese ‘orden’ descansa en la idolatría, pues igual. Y si descansa en el imperio patriarcal, la misma cosa. Ahora, un sistema puede combinar propiedad excluyente, idolatría y machismo. Si su combinación es lo que permite dominar, entonces debe interesarse por crear las posibilidades de reproducción de esos tres factores articulados.

    En las sociedades modernas el principal factor de continuidad del sistema es el orden jurídico o legal. El orden legal combina violencia (policías, ejército, tribunales, coacción jurídica, cárceles, pena de muerte) y legitimidad (suelen identificarse legalidad y legitimidad). En México, todo el mundo ‘sabe’ que la legalidad es frágil y los sectores populares la asocian fácilmente con insuficiencia, parcialidad e injusticia, o sea no la legitiman. Pero es el caso específico de ustedes. El orden legal se apoya en los procesos de socialización, informales y formales: familia, escuelas, medios masivos, iglesias, discurso oficial, hablas, símbolos nacionales, existencia cotidiana, lógicas institucionales. El mayor logro del sistema de dominación, en lo que se refiere a su reproducción, es que la gente lo internalice como propio, legítimo o ‘natural’, es decir que estime subjetivamente que las cosas deben ser así y no pueden ocurrir de otra manera. Es el punto de las identificaciones inerciales que provee el sistema. En toda América Latina mucha gente suele decir cuando le ocurre algo (terrible o injusto o incluso ilegal): “Dios lo ha querido así”. Es una naturalización del ‘orden’ social de tipo religioso. Pero las autoridades, cuando ustedes reclaman algo, contestan, “Es que la ley no me lo permite”. Aquí se trata de que las leyes son presentadas por las autoridades como si fueran un orden natural. Las leyes son producciones humanas. Si no contribuyen a la sociabilidad, si perjudican sistemáticamente a algunos, si discriminan, pues hay que cambiarlas. No son para nada naturales, como una tormenta o la erupción de un volcán.

    Los grupos dominantes, económicos, sexuales, culturales, políticos, quieren (con mayor o menor conciencia) que su dominación, sus lógicas s instituciones, se prolongue y por eso procuran llevarla al corazón de las gentes, para que ésta crea y sienta que no puede cambiar el mundo en que vive (y en el que padece) o que solo puede cambiarlo muy poco (porque los grupos dominantes en determinadas condiciones pueden conceder cambios siempre que no afecten lo sustancial de su imperio).

    En síntesis, si usted lleva las lógicas del sistema de dominación en su corazón y las testimonia en su existencia cotidiana, entonces esa dominación será eterna. O tan eterna como dure el sistema o la especie humana. Uno puede ser factor de la reproducción del sistema o de su cambio liberador. De aquí la importancia para los sectores populares de su autonomía y producción de identidades sociales efectivas. Pero de eso ya hemos hablado.

    7.- ¿Qué son los creyentes religiosos antiidolátricos? ¿Un sector popular?

    HG.- Si, en tanto antiidolátricos, los creyentes religiosos constituyen un sector de las luchas populares y esa lucha antiidolátrica es estratégica para el movimiento popular en su conjunto. En el discurso teológico los “ídolos” son producciones humanas que desplazan y suplantan al Dios verdadero. Separados de Dios los seres humanos se desagregan de sí mismos y de los otros. Entre ellos pueden imperar la violencia, la discordia, la guerra, las iglesias y evangelios que matan. Ahora los ídolos pueden existir en la familia, en el trabajo, en la cultura, en las iglesias. Se instituyen cuando una producción humana pasa a esclavizar a los seres humanos que la crearon. En este imaginario, el Dios en el que se cree es un Dios creador de vida y libertad… entonces no puede querer para sus creaturas la dependencia, esclavitud o sujeción. Por ello los creyentes religiosos antiidolátricos deben discernir, denunciar y combatir los ídolos allí donde los sientan actuar: en el Estado, en la jerarquía clerical, en los movimientos populares, en sus propias creencias. Se trata de una cuestión radical que compromete sus convicciones más íntimas, su identidad de creyentes religiosos. Su capacidad para alcanzar estatura humana, para ser co-creadores, para ser libres y testimoniar una fe religiosa efectiva.

    Lo anterior se sigue de algunos pensadores y comunidades de Teología latinoamericana de la liberación. A los sectores populares les sirve este pensamiento porque ya los creyentes religiosos no necesitan optar por el socialismo obrero, por ejemplo, para ser combatientes revolucionarios. Les basta sentir intensamente la radicalidad de su experiencia de fe religiosa.


   Ahora, la crítica de los ídolos posee una versión no religiosa (pero no anti- religiosa, que es otro asunto) que proviene del marxismo original Se llama teoría del fetichismo y comprende la versión inicial de una teoría de la ideología. Pero no vamos a avanzar en eso aquí.

    8.- ¿Cómo es eso de una red que proporciona información que debe transformarse en comunicación?

    HG.- La palabra red proviene del latín y designaba hilos separados que permiten retener algo. Para poder cumplir esa función los hilos deben estar conectados. Ahora, los seres humanos se conectan mediante el contacto de la información. Normalmente en América Latina “estar desconectado con alguien o algo” significa que no se  habla ni se ve a ese alguien o algo y que si se lo hace no resulta posible entenderse. Entonces estar en una red (social) significa dar información y recibirla (retenerla) para producir conocimiento. La información produce el ‘efecto de conocimiento’ cuando genera un cambio en el receptor. “Saber más” o “entender cuánto ignoro” constituyen referencias a un cambio que debe manifestarse en nuestros comportamientos y en nuestra capacidad para incidir. Si este efecto de conocimiento no se produce, entonces la red no cumple su función y por ello no es tal. Es, por ejemplo, un conjunto de emisores que se consideran estables y que no cambian significativamente cualquiera sea la información que reciben o dan. Se puede estar pasiva o silenciosamente en la red. Y también gritando estentóreamente “nuestras verdades” que nadie, o pocos, escucha

    En una red social se está activamente involucrado porque se da información y se la recibe y porque esa información se utiliza para producir conocimiento. Ahora, qué se hace con el conocimiento, especialmente cuando uno es vulnerable: pues se utiliza con sabiduría aunque siempre en el marco de un proceso estratégico de incidencia, de autoproducción de identidad y autoestima, de crecimiento y creatividad y de liberación. “Sabiduría no quiere decir “cautela” emparentada con el miedo y el oportunismo. Significa, en cambio discernir los ritmos, momentos, puntos, donde se maximiza mi incidencia, donde mi intensidad logra mejores resultados, donde mis debilidades pueden transformarse en capacidades.

    Entonces, si uno no se estudia como factor de una red, y si no es emisor-receptor de información y si se carece de capacidad para hacer de esa información conocimiento… entonces solo por azar puede uno acertar y crecer. A veces se está en la red no para atrapar logros sino burocráticamente atrapado. Llega información pero no se la estudió ni comprendió. Me limito a señalar que la recibí y la encarpeto. Después la utilizo, quizás para la memoria anual o para obtener un financiamiento. Estratégicamente no significa nada. Y quizás lo mismo pasa con lo que yo informo.

    Pero estar en red quiere decir aspirar a un crecimiento constante, objetivo y subjetivo, orgánico. Y si se está en red efectiva entonces los otros también crecerán de acuerdo a su ritmo y necesidades y en los campos que han seleccionado para incidir liberadoramente. Porque formar parte de una red supone asimismo asumir que hay otros distintos o diversos a mi, informándose conmigo, pero que realizan otros trabajos. El sentido de una red popular es avanzar en autoestima y sabiduría desde el trabajo propio pero ofreciéndolo a otros semejantes y distintos como palabra para crecer.

    9.- ¿Cómo puedo estar segura de que mis prácticas son liberadoras?

    HG.- No puede estarlo. Las acciones y prácticas humanas son siempre una apuesta, o sea contienen un riesgo.. Esto quiere decir que sus alcances o efectos en el mediano y largo plazo pueden no ser lo que usted deseaba porque sus acciones se inscriben en un campo complejo donde concurren muchas variables inscritas en constelaciones (sistemas) diversos. Incluso en el corto plazo, las fuerzas que adversan su empeño pueden hacer de la suerte de los sectores que se esforzaban en tareas liberadoras y creativas un infierno efectivo. Se trata de sectores locales e internacionales poderosos y crueles. Recuerde la situación dramática de Bolivia en estos días. Pero aunque estos enemigos no existieran, usted no puede estar nunca absolutamente segura de que sus acciones y prácticas tendrán efecto liberador efectivo. La completa seguridad de éxito en empeños sociales que comprometen valores de liberación no constituye un dato de la experiencia humana. No existe un ‘modelo’ informático que le proporcione esa certeza. Los logros liberadores podrán apreciarse solo en el largo plazo cultural y después de sus acciones. Parodiando una frase, el triunfo popular alza su vuelo al atardecer. Pero para acercarse a ese final de la jornada se debe trabajar mucho, apostar mucho y hacerlo constantemente, no cejar.

    Ahora, existen factores en el proceso de lucha que si bien no aseguran el triunfo o logro para los grupos populares generan la autoestima propia de una pelea bien dada, de estar a la altura de los desafíos: avanzar en la cohesión interna, en estatura, discernir cada momento con sabiduría, tener memoria histórica y social, autoproducir identidad y testimoniar autoestima efectiva, dar los combates con la pasión y alegría que exige la confianza en el triunfo, articularse para acumular fuerzas… Nada de esto le entregará certeza completa acerca del valor del proceso pero, aunque sus logros se frustren, nadie ni nada podrá arrebatarle nunca a usted y a su gente, los que persistieron, el sabor de lo que estuvo bien bailado.   
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